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El ministro, el borracho y el terrorista

Desde 2004, el Gobierno ha desatado la caza del español medio, el que cumple la ley y paga sus impuestos, hasta tal extremo que hoy trata mejor a la cúpula de Batasuna que a quien circula con exceso de velocidad por la carretera.

Las palabras hace unos días del ministro Bermejo reflejan a la perfección la idea que tiene el Gobierno sobre los españoles y la lucha contra ETA: si el lector se llama Arnaldo Otegi, Joseba Permach o Josu Ternera, o si dedica su tiempo libre a quemar autobuses en San Sebastián o Rentería, nada ha de temer: su conducta se asemeja a la de un señor borracho al que hay que llevar a casa a dormir la mona.

Ahora bien, como sea usted un tipo normal, se beba una copa en una boda, pise demasiado el acelerador en una autopista de peaje o fume de vez en cuando, entonces llegarán Zapatero, Rubalcaba y Bermejo a perseguirle allí donde se encuentre, a meterle en la cárcel y a hacer caer sobre usted todo el oprobio que les sea posible. Desde 2004, el Gobierno ha desatado la caza del español medio, el que cumple la ley y paga sus impuestos, hasta tal extremo que hoy trata mejor a la cúpula de Batasuna que a quien circula con exceso de velocidad por la carretera.

Lo que caracteriza a este Gobierno es que está convirtiendo a los ciudadanos en terroristas y a los terroristas en ciudadanos. Blanquea al mundo de ETA, mientras criminaliza cada vez más a los españoles de a pie en cada vez más aspectos de su vida. Batasuna es cada vez menos terrorista, pero los españoles son cada vez más "terroristas viales", "terroristas ecológicos" o "terroristas fumadores".

Cuando Bermejo hace el símil del borracho, sigue la línea política del Gobierno: en la España de ZP se negocia con el terrorista, se habla, se discute, se le ofrecen privilegios y se le protege con todos los medios. Y al españolito de a pie, el que coge el coche para ir de vacaciones, fuma o se bebe un vaso de vino de vez en cuando se le persigue en todos los frentes, se le amenaza, se le multa y se le encarcela. Zapatero, con Bermejo convertido en siniestro portavoz, está convirtiendo a los terroristas en gente respetable y a la gente respetable en terrorista. Su talante y su ley son selectivas: que no espere el lector gozar de él, a no ser que se apellide Gorizelaia o Petrikorena.

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