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Carlos Semprún Maura

Excepción sin cultura

Lo nuevo es que las protestas minoritarias ante la arrogancia francesa sean cada vez más numerosas. Ninguna tiene el talento de Jean-François Revel, pero algo es algo.

El otro día, cruzando la Avenida del General Leclerc, muy disciplinadamente, por el paso de peatones y con el semáforo verde, un coche que se había saltado el suyo nos rozó peligrosamente. Levanté mi bastón en señal de indignación e ira y la señorita pizpireta que andaba junto a mí, y que iba de visita con un ramo de flores en la mano, me dice:

– Esa – pues era una mujer quien conducía el coche imprudente – bien se merecía un bastonazo.
– Desde luego, pero no me atreví...
– Pues yo sí que me hubiera atrevido.
– Pues se lo doy... – y le tendí el bastón. Se echó a reír (y el resto no le interesa a nadie).

También se mereció un "bastonazo" Ana Hidalgo, concejala socialista de París, que defendió en un programa de televisión la "ley de memoria histórica" zapaterista. Para darle emotividad al asunto, repitió varias veces que a su abuelo los franquistas le condenaron a muerte. "No le mataron, pero le condenaron a muerte". Pues suerte tuvo ese señor, porque a muchos los mataron sin haber sido condenados antes.

Ha habido pocos comentarios a esta "ley" en los medios galos, pero todos han sido favorables, especialmente los ditirambos de Diane Chambón en Le Figaro, quien siempre escribe lo que le dicta El País global. Pero sólo en ese programa un periodista se aproximó a la verdad histórica. Fue Michel Field, que recordó los crímenes en la zona republicana, dando el ejemplo de la represión contra el POUM. Hidalgo no supo qué responder y me dio la impresión de que ni siquiera sabía lo que era el POUM. Resulta que Michel Field fue trotskista en sus tiempos de estudiante y sabido es que la IV Internacional ha mitificado el POUM. Ahí tenemos, sin ir más lejos, el ejemplo de Ken Loach. Para el caso da lo mismo: Field fue el único en rozar la verdad, como aquel coche que casi nos atropella.

Con motivo de estos tristes tigres –hay más de tres– que son los premios literarios, y no solo en Francia, el pasado lunes por la noche hubo un debate sobre el país galo, su destino y su excepción cultural (solo faltaron sus quesos) en el programa de France 3 Ce soir (ou jamais), el mismo en el que Jacobo Machover fue insultado por su excelente libro sobre el asesino ilustrado Guevara. Por primera vez pude asistir a una crítica seria de la "excepción cultural francesa" y a una defensa de la amistad y alianza con los Estados Unidos, con motivo del viaje oficial de Sarkozy a Washington, que tanto enfurece a Nicole Muchnik, esposa de Mario, pintora (?), escritora y tonta de capirote. Claro que, siendo en la tele estatal France 3, no podían faltar quienes aplaudieron a Chirac por su apoyo a Sadam Hussein y trataron de bárbaros a los norteamericanos, afirmando que los orinales franceses son los mejores del mundo. Pero éste es el discurso oficial y habitual, lo nuevo es que las protestas minoritarias ante la arrogancia francesa sean cada vez más numerosas. Ninguna tiene el talento de Jean-François Revel, pero algo es algo.

La semana que viene será una semana "social" y de eso tendré que hablar.

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