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EDITORIAL

Rajoy y la hibernación del PP

Rajoy puede seguir cometiendo errores como es sustentar su poder y su liderazgo a costa de hacer entrar en hibernación a su partido. Pero ya se encargarán los votantes de hacerle despertar de ese falso sueño y de ese falso liderazgo.

A pesar de casi cinco horas de duración y de más de treinta intervenciones, la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP ha concluido sin que se haya producido giro alguno que permita enderezar la crisis en la que está inmerso el principal partido de la oposición. Las únicas voces críticas que se han oído, como las de Juan Costa, Gabriel Elorriaga, Ignacio González, Carlos Aragonés o Alejo Vidal-Quadras, apenas han hecho mella e influido en un partido que parece más dispuesto a hibernar que a solventar la grave crisis de identidad y de liderazgo que padece.

Las declaraciones de Juan Costa, en las que ha denunciado la crisis de "ilusión" entre las bases, y en las que no ha descartado "dar un paso adelante" y presentar una candidatura alternativa, apenas suponen una novedad o un amago que poco mejora la situación, por mucho que puedan captar la atención de los titulares. Aunque sea elogiable que Costa se erija en portavoz de ese innegable malestar, mucho más elocuente es la pérdida de votantes que ya detectan los sondeos o la marcha de dirigentes como Acebes, San Gil u Ortega Lara; señales de alarma a las que, sin embargo, la dirección del PP, con Rajoy a la cabeza, hace caso omiso. Eso, por no hablar que la figura de Costa no es la solución ni a la falta de liderazgo ni a la falta de una partitura clara de oposición que sufre el Partido Popular.

Si los pormenores de la marcha de San Gil están haciendo a algunos admitir las "importantes diferencias de fondo" que conlleva interiorizar el código de valores de una parte del PSOE y los nacionalistas, la intervención de Carlos Aragonés también se ha centrado en saber cuál va a ser la línea política y de oposición que Rajoy va a desarrollar. En este sentido, Aragonés ha advertido contra un cambio de modelo hacia un partido de barones territoriales como el del PSOE.

Aunque Elorriaga, tras haber hablado de un "falso debate ideológico", también se haya sumado este lunes a quienes solicitan a Rajoy el ideario político que se va a aplicar en esta legislatura, el intento más claro y plausible para que Rajoy ubique de forma clara al Partido Popular ha sido la intervención de Vidal-Quadras.

Rajoy, sin embargo, no sólo se ha negado a desvelar los nombres del nuevo secretario general y los vicesecretarios, sino que ha sorteado estas cuestiones de fondo al asegurar que "no hay ningún cambio de principios", lo que supone hacer de nuevo "luz de gas" sobre las diferencias sustanciales que hay entre la partitura que se le quiso imponer a San Gil como ponencia política y las enmiendas que tratan de enderezarla y hacer posible la vuelta de la dirigente vasca.

Rajoy ha afirmado que le gustaría que se le juzgara por lo que ha dicho y hecho hasta ahora y no por lo que pueda hacer en el futuro. Vamos, como si la exclusión de pesos pesados del partido, el haberse rodeado de colaboradores de ínfimo y acomodaticio perfil de oposición, el haber enseñado la puerta a conservadores y liberales" o el nuevo rumbo –más bien deriva– que ha hecho desembarcarse a San Gil y a cientos de miles de votantes no fueran errores ya cometidos sino sólo por cometer.

Rajoy puede seguir cometiendo errores como es sustentar su poder y su liderazgo a costa de hacer entrar en hibernación al principal partido de la oposición. Pero ya se encargarán los votantes de hacerle despertar de ese falso sueño y de ese falso liderazgo.

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