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Amando de Miguel

Buenos días

Hay algo en el idioma español que propende a la desmesura cuando se trata de repartir alegría. Ese efecto se transmite en el plural jocundo. No basta con la Navidad o el Carnaval. Aquí decimos las “Navidades” o los “Carnavales”, para indicar que la fiesta se prolonga. De forma más corriente, decimos “buenos días” o “buenas noches” para indicar que nuestro deseo es el de que se prolongue el bienestar. En otras lenguas cercanas basta con decir “buen día” o “buena noche”, esto es, una sola unidad. En español el deseo es ilimitado.

Por cierto, insisto en que las expresiones aludidas equivalen a un deseo. Es decir, “buenos días” quiere indicar que yo deseo al interlocutor que los próximos días le sean propicios. No es correcto pretender que con esa expresión le indico que está haciendo buen tiempo atmosférico. Así pues, se puede decir tranquilamente “buenos días”, aunque esté diluviando o haya heladas. Es más, si se producen algunos de esos meteoros adversos, razón de más para desear “buenos días”, los que han de venir de calma.

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