Los desprecios de Bush al mendicante gobierno de Zapatero no parecen tener fin. Cada vez que el Rey trata de mediar ante el presidente americano para que perdone la traición de los socialistas españoles se tropieza con un muro de rencorosa memoria. Bush no le perdona a ZP ni lo que le hizo a su amigo Aznar, ni su deserción de Irak, ni su llamada tunecina a la desbandada de los aliados de los USA. Y ahora que con sangre, sudor y lágrimas ha conseguido que haya elecciones en Afganistán y en Irak, menos que nunca.
Federico Jiménez Losantos
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Seguimos cosechando lo que sembramos
Pero lo más triste de esta diplomacia española genuinamente tercermundista es que incluso con el patrón de los malos, el infame Chirac, sí va a cenar Bush
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