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Amando de Miguel

Sol de justicia

Es inevitable. Al aproximarse el tiempo de los días largos, el calor aprieta sin piedad. A mediodía el sol está casi vertical sobre nuestras cabezas. A ese sol inclemente lo llamamos “sol de justicia”. La repiten incluso los meteorólogos. Es una expresión hecha, como tantas otras, que nos ayuda a no pensar mucho. También es curioso que asociemos el sol inmisericorde con la justicia. Sin embargo, la expresión no procede con esa lógica. Simplemente, en la liturgia tradicional, a Jesucristo se le llamaba “Sol de Justicia”, como María era “Puesta del Cielo” y otras poéticas alusiones de las Letanías. Naturalmente, son expresiones de encomio. Lo que ocurre es que el pueblo toma la expresión hecha “sol de justicia”, la desacraliza, por así decirlo, y la atribuye al sol que calienta en exceso. La metáfora se hace literal. El origen ya no cuenta. La liturgia tradicional queda olvidada. Las nuevas oraciones están exentas de poesía. En la iglesia todo es ahora prosa protestante.


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