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Javier Ruiz Portella

174 pueblos ya no son españoles

Quien lo ha hecho, ha tenido que ser, una vez más, Convivencia Cívica Catalana, una de las más activas asociaciones que luchan contra las tropelías separatistas

O, si aún lo son formalmente, llevan muchos años sin que ondee en ellos la bandera española. Así ocurre en nada menos que en 174 localidades repartidas a lo largo y ancho de toda Cataluña. En el balcón de su ayuntamiento la bandera no sólo desaparece, como en las Vascongadas (si no me equivoco), los días de fiesta mayor. La arrojan a la basura, nos escarnecen a todos —empezando por los catalanes que somos y nos sentimos españoles— todos y cada uno de los 365 días del año. Y no sólo desde este último año en que, apoyado por comunistas e independentistas, gobierna el Partido Socialista Obrero, sino desde hace varios años. Incluidos —he ahí lo peor— los años en que, con mayoría absoluta, gobernaba en España el Partido Popular.
 
Nadie movió un dedo para protestar. Nadie rechistó. Nadie lo comunicó siquiera a los periódicos. Ni el fiscal general del Estado, ni el Delegado del Gobierno, ni el propio Partido Popular interpusieron jamás denuncia alguna. Quien lo ha hecho, ha tenido que ser, una vez más, Convivencia Cívica Catalana, una de las más activas asociaciones que luchan contra las tropelías separatistas. Después de ganar recientemente otro de los múltiples pleitos interpuestos por incumplimiento de la normativa lingüística, la misma asociación que dirige Francisco Caja interponía, hace unos días, otro recurso al respecto ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
 
Jurídicamente hablando el recurso es imparable. ¿Se aplicará o no la ley?… Éste es otro cantar. Pero la ley es inequívoca. La bandera de España —”símbolo de la nación, signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria”, reza la Constitución— “deberá ondear —impone la ley relativa al uso de banderas y enseñas— en el exterior y ocupar el lugar preferente en el interior de todos los edificios y establecimientos de la Administración central, institucional, autonómica provincial o insular y municipal del Estado”.
 
Una de dos: o se desprenden definitivamente del Estado y la nación a los que odian…, pero apechugan, entonces, con las consecuencias. O se mantienen, como desde hace más de quinientos años, dentro del Estado y la nación de todos, y hacen ondear entonces los símbolos y emblemas de todos.
 
Sería bueno que el señor Piqué se lo recordara a sus contertulios de la comisión en que, so pretexto de modificar elEstatuty hacer ver que no se toca la Constitución, andan preparando el desguace tranquilo de España.

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