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Amando de Miguel

Cada día una palabra

Por ejemplo, una señora en estado no puede estar “absolutamente embarazada” (basta con “embarazada”), pero sí “absolutamente cabreada” al ver que los mocetones no le ceden el asiento en los autobuses.

José Aquilino Fernández Cid (La Coruña) razona sobre mi aseveración de que la voz dizque se conserva en Hispanoamérica. Según su experiencia “es de uso común en el habla coloquial de Galicia” (disque). Me alegro, porque es una voz muy expresiva. Yo recurro a ella cuando se tercia. Conviene no abusar al tratarse de un arcaísmo. Añade don José Aquilino: “¿No le parece horrorosa esa costumbre de traducir work, en inglés, como trabajo y no como obra?”. Bien, work es tanto “trabajo” como “obra”, pero se abusa del “último trabajo” en el menester artístico, cuando, en efecto, sería mejor “obra”. Hay otro abuso derivado, el “estamos trabajando” de los políticos para indicar que no han concluido nada.

Carlos Prendes Espinosa comenta que, hace un tiempo “cuando se empezó la fea costumbre de beber en la calle, con el correspondiente jolgorio y molestia vecinal, yo escuché la expresión hacer botelleo”. Pero después, por influencia de la televisión, el nuevo fenómeno dio en llamarse hacer botellón. Don Carlos opina que la primera expresión suena mejor, por “los sonidos que producen las botellas al chocar entre sí al transportarlas y manipularlas”. Bien, estamos ante un nuevo terminacho popular que todavía no se ha incorporado a los diccionarios. El pueblo determinará qué término es el que se impone. Mi impresión es que botellón es el que tiene más fuerza. El aumentativo indica no solo una botella grande o una garrafa (de la que beben varios juerguistas callejeros) sino la idea de francachela ruidosa. Véanse otras voces con ese final en –on que transmiten una idea parecida de jolgorio con alcohol: celebración, fiestón, cotillón, libación, mogollón. Por encima de cualquier razonamiento, se ha impuesto ya lo del botellón y todo el mundo sabe en qué consiste.

JQA se pregunta: “¿Por qué es despectivo tropa?”. Él mismo se contesta: “Ese es el nombre oficial en el que se encuadran los empleos más bajos de la jerarquía militar”. Es lógico, en mi opinión, que, desde cualquier escalón de mando, la tropa aparezca como la masa indiferenciada. Bien es verdad que en el Ejército (bueno, Fuerzas Armadas) los soldados son nombrados y renombrados continuamente con sus dos apellidos.

Jesús Sarmiento se asusta del verbo “complejificar” que ha leído en un libro de Pedagogía. Habrá que decir, con Unamuno, que algunos confunden la Pedagogía con la pederastia. (El vasco de Salamanca no tenía mejor opinión de la Sociología). Ya de paso, don Jesús quiere saber la distinción entre “léxico” y “vocabulario”. Es nula. Son dos palabras intercambiables, una viene del griego y otra del latín. Ambas quieren decir “conjunto ordenado de palabras”. Es como distinguir entre Afrodita y Venus.

Juan Suárez Mora (Pilas, Sevilla) acaba de oír esta frase por la radio: “El estadio estaba absolutamente lleno”. Pregunta si la frase es correcta. Lo es formalmente para enfatizar el “llenazo”. Creo que se abusa mucho del “absolutamente”. Recuérdese “hasta que el avión haya apagado absolutamente los motores”. Debe reservarse solo cuando haya algún contraste con el “relativamente”. Por ejemplo, una señora en estado no puede estar “absolutamente embarazada” (basta con “embarazada”), pero sí “absolutamente cabreada” al ver que los mocetones no le ceden el asiento en los autobuses. Es un cabreo absoluto por lo reiterado del caso y porque no tiene perdón de Dios.

Francisco Javier Bernard Morales aporta toda una panoplia de significados para la palabra guapo: perdonavidas, bien parecido, resuelto, ostentoso, como expresión de cariño, galán que festeja a una mujer. Luego está la expresión “guapo y apoyado” para indicar que “un gobernante tiene respaldo popular”. Todos los días se aprende algo.

Jaime Morella me cuenta una bonita historia a propósito de los músicos de una orquesta considerados como profesores. En una ocasión el escritor Felipe Sassone ejerció de presentador en un acto oficial. Al presentar a la orquesta dijo: “A continuación, una orquesta de magníficos músicos…”. En el descanso, el director de la orquesta se acercó al escritor y le reprochó: “No somos músicos sino profesores”. Sassone se excusó: “Perdone, ahora mismo rectifico”. En efecto, salió al proscenio y aclaró al público: “Perdonen, ha habido un error. Los que tocan son profesores. Los músicos han sido Bach, Beethoven y Mozart”.

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