La reforma, gracias a la cual se celebraron aquellas primeras elecciones democráticas, tenía un pecado original que la izquierda todavía no le ha perdonado.
Iglesias se ha mostrado indigno no ya de presidir el Gobierno de la nación a la que desprecia, sino de desempeñar cualquier papel relevante en la política española.
Ni un gramo de superioridad moral tiene la extrema izquierda comunista, que debería perdón durante 100 millones de años por esos 100 millones de muertos.
Europa tiene dos opciones: continuar por el camino que conduce al suicidio lento y doloroso o tomar medidas mucho más contundentes que las que criticaban a Israel.
Transcurridas cuatro décadas desde las primeras elecciones libres, 'decadencia' es en mi opinión la palabra que mejor define la actual situación política.
He aquí una visión que contradice la imagen de la movilización entusiasta de los españoles en la contienda y pone en cuestión el relato heroico difundido desde entonces.