
"¡Once segundos, quedan diez segundos, la cuenta atrás va a terminar ya! Morrow pasa para Silk. ¡Quedan cinco segundos! ¿Creen en milagros? ¡Sí!". El famoso comentarista Al Michaels no podía contener su emoción. La selección de hockey de Estados Unidos acababa de ganar por 4-3 al legendario equipo de la Unión Soviética que llevaba 20 años sin perder en unos Juegos Olímpicos.
Días después, los norteamericanos completaron la hazaña al derrotar a Finlandia y proclamarse campeones olímpicos por primera vez desde 1960. Aquella selección de EEUU, compuesta solo por jugadores universitarios, es considerada como el mejor equipo de hockey de la historia de un país que, desde entonces, no ha vuelto a triunfar con el oro olímpico. Tampoco lo logró en Sochi, donde cayó derrotado en las semifinales ante Canadá.
Más que un partido
Este partido se disputó en un contexto de plena Guerra Fría, en el que la tensión entre EEUU y la URSS iba en aumento, sobre todo, después de que el ejército soviético invadiera a Afganistán tan solo unos meses antes de los JJOO de Lake Placid (Nueva York). La reacción del presidente norteamericano, James Carter, no se hizo esperar. EEUU anunció que boicotearía los JJOO de verano de Moscú en 1980, por lo que el líder soviético, Leonid Brezhnev, se planteó que bloque soviético renunciara participar en Lake Placid.
Sin embargo, al final la URSS y sus satélites aceptaron el reto y se presentaron en los XIII JJOO para demostrar la supuesta superioridad de los deportistas del bloque comunista. Por tanto, no se trataba de un simple partido de hockey, sino de un capítulo más del enfrentamiento entre las dos superpotencias.
Estudiantes vs profesionales
Aquel equipo de la URSS era el gran favorito para llevarse el oro, pues venía de ganar las cuatro Olimpiadas anteriores y, además, contaba con jugadores extraordinarios como el capitán Boris Mikhailov, el portero Vladislav Tretiak o Valeri Kharmalov, que ya habían sido campeones olímpicos en dos ocasiones. Además, estas estrellas del hockey mundial vivían en un régimen de entrenamiento dictatorial, con sesiones los 365 días del año. Dos meses antes de los JJOO, la URSS demostró una vez más su superioridad aplastante al derrotar por 10-1 a las estrellas de la NHL norteamericana.
A diferencia de este equipo, plagado de los mejores profesionales del mundo, el nuevo técnico de EEUU, Herb Brooks, decidió apostar por jugadores universitarios, de los que destacaban los de las universidades de Boston y Minnesota, cuya rivalidad generó muchas polémicas internas.
A esto hay que añadir la sorprendente decisión del seleccionador estadounidense de no convocar a algunos de los mejores universitarios. Brooks fue especialmente criticado por incluir en el equipo al portero Jim Craig, cuyo rendimiento en las competiciones universitarias había bajado considerablemente tras el fallecimiento de su madre, y a Mike Eruzione, el futuro capitán de la selección estadounidense.
Sin embargo, en menos de seis meses, Brooks consiguió que este grupo de estudiantes se convirtiera en un equipo dispuesto a superar sus propias limitaciones y a luchar hasta el final, a pesar de que todos su rivales en Lake Placid eran, en teoría, equipos mucho más fuertes y experimentados.
Así se llegó a 9 de febrero de 1980 cuando, en un partido amistoso tres días antes del comienzo de los JJOO, la URSS dio un repaso a los jóvenes estadounidenses al derrotarlos por 10-3. Esta exhibición histórica parecía confirmar tanto la condición de favorito de los soviéticos como la inexperiencia y falta de calidad del equipo de Herb Brooks.
Remontando todos los partidos
Sin embargo, en los JJOO de Lake Placid, los chavales de Brooks superaron todas las expectativas al clasificarse para el final four de la competición, tras ganar cuatro partidos y empatar contra Suecia. Especialmente soprendente fue su triunfo por 7-3 contra Checoslovaquia, considerado el segundo mejor equipo del mundo. Por otro lado, la URSS alcanzó la lucha por las medallas tras derrotar a todos los rivales de su grupo, marcando una media de 10 goles por partido.
Así pues, el 22 de febrero era el día del gran partido. Mark Johnson, el máximo anotador de EEUU en los JJOO, recordaría años más tarde que hasta aquel primer partido de la final four, sus compañeros y él tenían miedo a mirar en la cara a los jugadores soviéticos. De hecho, tal efecto producía el equipo de la URSS en todos sus rivales, que antes del partido ya lo daban por perdido ante la aplastante superioridad soviética.
Sin embargo, después de los JJOO, los chavales de Brooks recordarían que todo esto cambiaría antes del partido gracias a un discurso inspirador de su entrenador. "Los grandes momentos nacen de grandes oportunidades. Esta noche tenéis una. Si jugamos con ellos en 10 ocasiones, ellos nos van a ganar en nueve. Pero no este partido. No esta noche. Esta noche nosotros vamos a patinar y los vamos a derrotar porque podemos. Esta noche nosotros somos el mejor equipo del mundo."
Y la sorpresa no se hizo esperar. A falta de cinco segundos para el final de los primeros 20 minutos, EEUU perdía solo por 1-2. Entonces apareció la figura de Mark Johnson, que empató en el último segundo tras un error del legendario portero Vladislav Tretiak. El entrenador soviético, Viktor Tikhonov no podía creer lo que estaba sucediendo. En este primer periodo, los soviéticos podían haber metido al menos cinco goles más si no fuera por la memorable actuación del portero estadounidense, Jim Craig, en el que pocos confiaban antes de los Juegos, pero que hizo paradas imposibles.
En el segundo periodo, la superioridad soviética se hizo aun más patente, lo que les permitió ponerse por delante por tercera vez: 3-2. Sin embargo, en una cuestión de pocos minutos, los estadounidenses lograron lo impensable al marcar dos goles por medio Johnson y el siempre cuestionado, Mike Eruzione. Así pues, EEUU se puso por delante en el marcador (4-3), pero quedaban todavía 10 minutos hasta el final. Los soviéticos hicieron todo lo posible para empatar, pero la extraordinaria defensa y las paradas de Craig (paró 36 de 39 disparos) aseguraron el histórico triunfo de EEUU, después de haber remontado en tres ocasiones.
Todo el país celebraba el "Milagro sobre el hielo", aunque EEUU ni siquiera se había asegurado la medalla. Fue dos días más tarde, cuando los estudiantes norteamericanos ganaron Finlandia, cuando pudieron presumir del oro olímpico. La actuación de los jóvenes universitarios, que tenían una edad media de 22 años, es aun más extraordinaria, teniendo en cuenta que ellos tuvieron que remontar todos sus partidos en Lake Placid.
Después de los JJOO, ocho de estos chavales nunca llegaron a jugar hockey profesional, incluido el capitán Mike Eruzione, que consideraba que lograr el oro olímpico era lo máximo que podía ganar en este deporte. A partir los siguientes JJOO, EEUU jugaría con sus estrellas de la NHL, pero, de momento, no ha conseguido volver a trunfar con el oro olímpico.
Por otro lado, la medalla de plata de los soviéticos fue muy mal recibida en la URSS. Incluso se rumorea que el mismo Leonid Brezhnev llamó al técnico del equipo, Tikhonov, para pedirle explicaciones por esta histórica humillación.
