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Amando de Miguel

Cuestiones polémicas de estilo

Don Carlos Cutillas aduce otros muchos ejemplos de esas repeticiones de los políticos: brotes verdes, la luz al final del túnel, poner en valor, mire usted, etc. Añado lo de "dicho lo cual", que me exaspera.

Al final, las cuestiones lingüísticas que más interesan son si está bien o mal dicho así o asao. Otro día me referiré a ese monumento que es la Ortografía de la Real Academia. Atiendo ahora a algunas dudas y vacilaciones de los libertarios ilustrados y curiosos.

Juan José Carballal duda de que la voz "lencería" provenga del francés. Tiene razón, tanto la lingerie francesa como la "lencería" castellana provienen del latínlinteum (= tela) o linum (= lino). Lo curioso es que "lienzo" haya quedado para la tela basta y "lencería" para la ropa interior femenina, la más delicada. Ahí es donde yo creo que viene la influencia francesa. Es claro que las prendas femeninas interiores se originaron en Francia, no en España.

Javier Expósito se refiere a esa costumbre de los mensajes internéticos o telefónicos en los que se emplea la expresión "ja, ja, ja" para indicar que lo escrito está dicho con ironía. Don Javier sostiene que la ironía se expresa mal por escrito. No estoy de acuerdo. El "ja, ja, ja" es una manía estúpida, o por lo menos innecesaria, porque con palabras y frases se pueden transmitir todos los registros del humor y de la ironía. Ni siquiera hace falta el abuso de las comillas o de los signos de admiración. En mi opinión, el recurso del "ja, ja, ja" es un ñoñismo más, producto de la general incultura de nuestros bachilleres. Lo mismo digo respecto al abuso de los signos de admiración, y no digamos cuando se duplican o triplican.

Muchas veces he escrito aquí que los neologismos bien administrados son un indicio de inteligencia y cultura. José Miguel Romero me proporciona un ejemplo. Se vale de la contraposición entre "militar" (= profesional de un ejército regular) y "miliciano" (= combatiente que antepone su ideología o su interés a la idea objetiva de defensa de la nación). De la misma forma habría que contraponer "policía" a "policiano". Está muy bien visto. Se queja don José Miguel de que yo haya utilizado la voz "opinionista" para designar el papel que muchas veces represento al dar mi opinión de artículos, entrevistas y tertulias. Francamente, se me escapó con una miaja de ironía. Quizá debería haber dicho "opinionólogo", pero esa voz me parece todavía más pedante.

Carlos Cutillas vuelve a reseñar el asombro que le produce la borrachera léxica de los políticos y hombres públicos al repetir palabras y frases sin sentido. Para mí, el ridículo está en la reiteración. El otro día Carlos Herrera entrevistó a la ministra de Asuntos Exteriores. Las preguntas fueron tan inteligentes como pobres las respuestas. En una parrafada de unos pocos minutos la ministra dejó caer una docena de veces la palabra "ámbito". Al repetirla tanto ya no significa nada. Don Carlos Cutillas aduce otros muchos ejemplos de esas repeticiones de los políticos: brotes verdes, la luz al final del túnel, poner en valor, mire usted, etc. Añado lo de "dicho lo cual", que me exaspera.

Como de bien nacido es ser agradecido, me apresuro a dar las gracias a Luis Bayo, quien me compara con el llorado Jaime Campmany, que en su día fue su favorito en la apertura diaria de prensa. Ahora lo hace con esta seccioncilla. Dios bendiga a don Luis. Compartí tertulias, páginas de opinión, cabeceras y mesa y mantel con don Jaime. Fue un maestro de todos los que seguimos dando a la tecla como medio de vida.

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