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Agapito Maestre

De tres museos españoles

El arte, la extensa colección del Reina Sofía, no requiere de "ideólogos", "estetas" y "mercachifles" empeñados en encajonar sus valores con "la idea de la modernidad invertida" del director de un museo nacional.

Es difícil que no visite una vez por semana, al menos, el Museo del Prado, y otro tanto me sucede con el Thyssen. No todo es bueno en el Prado, pero puede conllevarse la dirección de Zugaza. De Guillermo Solana, el director del Thyssen, siempre me ha gustado su insólito sentido común. Nunca defrauda este museo. Es previsible incluso en los defectos. Me cuesta, sin embargo, un calvario pasarme por el museo Reina Sofía; no hay visita sin que halle algo desagradable: didactismo ridículo para ver malas exposiciones, experimento con libros mazorrales de "arte" para viejas ideologías artísticas, "itinerancia" de exposiciones que sería mejor dejarlas en salas especiales para masoquistas, etcétera, etcétera.

Yo no sabía a ciencia cierta quién podría ser el responsable de tanto desastre, pero ayer me topé en la prensa con una entrevista que le hacían a los tres directores de los citados museos y, aparte consideraciones políticas, saqué una ambigua conclusión: quizá el culpable de mis pocas visitas al Reina Sofía no sea otro que su director. Decía Borja-Villel, que así se llama el director del Reina Sofía desde 2008, cosas que oscilaban entre el tópico y el disparate; por ejemplo, aseveraba, después de soltar un lugar común, "queremos trabajar con la colección para que la gente venga una y otra vez". No se percata este buen hombre de que quizá logre el efecto contrario del pretendido, como es mi caso.

Por favor, señor director, auto-limítese en esta tarea pues creo, sinceramente, que la magnífica colección de esa entidad, en los últimos años, ha sido presentada, manipulada y falseada hasta tal punto que ha expulsado a personas incondicionales, como es mi caso, de ese museo. Y, sin embargo, tengo que reconocer que el número de visitantes al museo Reina Sofía ha crecido en el año 2011. Es obvio que algún mérito de esa subida quepa atribuírsela a su director, aunque tampoco cabe descartar que en tiempos tan "ideologizados", como la anterior legislatura, haya ascendido la cifra de visitantes españoles para ver la pieza de referencia clave de este museo: El Guernica.

Independientemente del número de visitantes a un museo, que pueden hacerlo por los motivos más diversos, será necesario ser mucho más cuidadoso con la colección del Reina Sofía. No vale cualquier cosa para hacer más "atractivos" o "visitados" los cuadros. El arte tiene sentido en sí mismo. La belleza esta ahí. El arte, la extensa colección del Reina Sofía, no requiere de "ideólogos", "estetas" y "mercachifles" empeñados en encajonar sus valores con "la idea de la modernidad invertida" del director de un museo nacional. No vale cometer mil tropelías ideológicas con el arte, como parece sugerir el jefe ideológico del Reina Sofía, parar captar más visitantes. Todo tiene un límite, incluso en aquellos que confunden el arte con su gestión. Creo que con la nueva etapa de Gobierno debería entrar un poco de cordura en esta institución, o sea, está bien que hablen del Reina Sofía en el exterior, pero que sea para bien y no para reírse de alguna extravagancia de su director.

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