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La decisión de Karra Elejalde que más dinero le ha hecho perder

El actor Karra Elejalde no quiere filmar la tercera parte de Ocho apellidos vascos.

El actor Karra Elejalde no quiere filmar la tercera parte de Ocho apellidos vascos.
Karra Elejalde | Gtres

A los sesenta y dos años que cumple este fornido vasco y magnífico actor el 10 de octubre, Karra Elejalde tiene muy claro lo que es su profesión. Después de mucho tiempo sin conocer la popularidad como ahora, tras su papel en Ocho apellidos vascos, está sin duda agradecido que por la calle le recuerden su personaje de Koldo constantemente, pero un poco harto asimismo del acoso popular y nadie cite otras felices interpretaciones suyas, como la de Miguel de Unamuno en Mientras dure la guerra, por ejemplo. No es un cómico cualquiera: domina la comedia pero también el drama. Un intérprete que no tiene nada que ver con aquel arquetipo de "Ocho apellidos vascos". Pero al que aportó desde luego su personal bonhomía y su talento artístico. Divorciado, padre de una hija también actriz, vive desde hace más de veinte años en un pueblo catalán, Molins de Rey (Barcelona) y siempre echa de menos su tierra vasca.

Nacido en Vitoria, de padre músico y ama de casa. Siendo un crío los ayudaba en el negocio familiar, un bar situado en la población vasca de Salinas de Léniz, donde daban comidas, pinchos en la barra, y celebraciones de bodas y bautizos. Y ahí estaba él, pelando patatas, o atendiendo a la clientela. Le privaron muchos días de jugar con sus amigos. Luego quiso ser electricista, bromea que también pudo ser cura, pasó por la Escuela de Bellas Artes de su ciudad natal donde estudió dibujo y escultura, para terminar en unos cursos de arte dramático al convencerse de que lo suyo era ganarse las habichuelas siendo actor. Y, andando el tiempo, él mismo dio clases de interpretación. Y fue guionista de un par de películas, una de ellas Año mariano, muy celebrada. También dirigió dos cintas. En resumidas cuentas: con muchas vivencias a sus espaldas, arduo y tenaz trabajo, hasta ser reconocido con dos Goyas al mejor actor de reparto. Prueba también de su notoriedad es que rodó unos "spots" anunciando una marca de gulas y otra de jamones.

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Caracterizado de Unamuno en Mientras dure la guerra | Archivo

Hasta que traspasó su nombre artístico por toda España, sus trabajos se ciñeron a las provincias vascas, en grupos teatrales aficionados e independientes. Polifacético, escribió canciones para un par de grupos pop de su tierra. Él se llama realmente Carlos Elejalde Garay, pero lo conocen por el apelativo vascuence Karra. En una época que su madre era pescadera, a él comenzaron a llamarlo "karramaro", que en la lengua euskera significa "cangrejo de mar". Y como los motes siempre abundan en cualquier parte, a él acabaron por endosarle lo de Karra. Y él, tuvo que aceptarlo y seguir así.

Desde su debut en 1985 hasta su aparición en la pantalla con Ocho apellidos vascos transcurrió largo tiempo. Intervino con papeles de no demasiada entidad hasta que rodó el primero como protagonista, La madre muerta que, para él, significó mucho. Pero Ocho apellidos vascos, lo encumbró. No era conocido en general y la historia dirigida por Emilio Martínez Lázaro constituyó un récord de taquilla, proporcionó millones a la productora y a Koldo le serviría para recibir muchas propuestas laborales, como su secuela Ocho apellidos catalanes. Han querido rodar una tercera, pero el vitoriano ha dicho que no. Acepta que ha dejado de ganar un buen dinero, pero no quiere "quemarse como actor", precisa de otros retos cinematográficos. Y así ha intervenido este año en Llegaron de noche, de Imanol Uribe, y La vida padre, de Joaquín Mazón. En esta última película le ha entusiasmado ejercer de dueño de un gran restaurante bilbaíno, metido entre fogones lo que le recordaba el negocio familiar; que sufre un accidente, cae a la ría, desaparece y al cabo de treinta años lo encuentran, amnésico, sin recordar su pasado ni reconocer a su hijo. Ni qué decir que es un magnífico cocinero que disfruta con la comida. Su físico lo atestigua. Y, por cierto: ahora se ha tenido que rapar su luenga barba y no parece el de siempre.

Karra se casó con la actriz Silvia Bel, con quien tuvo una hija, Ainara, que tiene veintiún años y gran vocación de actriz. La alienta cuanto puede, advirtiéndole que la profesión que ha elegido es muy dura; se sabe de los triunfos, pero no de los fracasos y la falta de trabajo muchas veces. Él mismo, como tantos otros, lo ha sufrido. Se separó, se arruinó y pasó cuatro años preso de una gran depresión, hasta que pudo levantarse y continuar. Que así es la vida, que así es sobre todo la de los cómicos como él.

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