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La hija póstuma de Nino Bravo cantará sus canciones en los 50 años de su muerte

Nino Bravo sigue siendo leyenda, y en el 50 aniversario de su muerte su hija cantará su música.

Nino Bravo sigue siendo leyenda, y en el 50 aniversario de su muerte su hija cantará su música.
Nino Bravo en el nacimiento de su hija. | Gtres

Se cumple medio siglo de su trágica desaparición en accidente de automóvil, conducido por él, el 16 de abril de 1973. Nino Bravo constituye una leyenda viva gracias a su extraordinaria voz. No conocemos un caso en España como el suyo, el de quien muerto hace tanto tiempo, siga siendo recordando por sus canciones. Parte de las cuales la segunda de sus hijas, que nació sin haberla podido conocer, interpretará en su memoria dentro de unos días en un concierto en Valencia.

Nacido en la localidad valenciana de Ayelo de Malferit el 3 de agosto de 1944, Luis Manuel Ferri Llopis, bautizado artísticamente como Nino Bravo, tuvo varios oficios antes de dedicarse a la música: aprendiz de joyero el principal de todos ellos, en la especialidad de lapidario, que es quien talla piedras preciosas. En sus ratos libres, ayudaba también cuando podía a su madre, que atendía una tienda de comestibles. El padre era inspector de una compañía de seguros. De componente de una rondalla, ya viviendo en la capital del Turia, pasó a formar parte de un par de grupos, Los Hispánicos, y luego Los Superson. A finales de los años 60 es cuando se afianzó su carrera como solista, con una voz de tenor o de barítono también. Época en la que sonaban las canciones de los británicos Tom Jones, John Rowles y Engelbert Humperdick, a los que Nino quería parecerse.

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Nino Bravo y su esposa, María Amparo, con Manuel Román | M. R.

Le costó ganarse un puesto entonces entre los cantantes de nuestro país, porque su estilo era más propio de voces líricas dedicadas a la zarzuela, cuando los que estaban aquí de moda eran los intérpretes de baladas. En cualquier caso su primer disco pasó con más pena que gloria y algunos críticos dijeron que era un émulo de Raphael, lo que al neófito intérprete le sentó como un tiro. Fue en el verano de 1970 cuando conoció al compositor Augusto Algueró, que le ofreció grabar "Te quiero, te quiero", que llevaba letra de Rafael de León. No era un estreno, porque ya la habían dado a conocer tanto Carmen Sevilla, a ritmo de rumba, como Raphael e incluso Lola Flores en la película que rodó en Argentina, Una aventura en Hong-Kong. Lo cierto es que en esas versiones el tema apenas si se hizo notar. En cambio, la de Nino Bravo constituyó su primer gran éxito. A partir de entonces la colaboración entre autor e intérprete ya se prolongó, junto a temas de otros compositores, como Armenteros y Herrero, aunque no por mucho tiempo, pues el destino le aguardaba a Nino Bravo su triste desenlace.

A primera hora del ya mencionado 16 de abril de 1973, Nino Bravo salió de su casa conduciendo su BMW-2800, matriculado en Gran Canaria, que es donde lo había adquirido, con sus primeras ganancias. Lo acompañaban tres jóvenes músicos, componentes de un nuevo conjunto, que Nino pensaba ayudar. El objetivo de ese viaje precisamente era el de llevarlos a su casa de discos en Madrid para estudiar la posibilidad de que se estrenaran discográficamente. Todo se truncó a la altura del kilómetro 95, en la carretera III, Madrid-Valencia, en el término conquense de Villarrubio. El vehículo derrapó al aparecer una curva, saliéndose de la carretera. Heridos sus amigos, Nino moriría poco después cuando era trasladado a un hospital madrileño.

Recuerdo el entierro al día siguiente en el Cementerio General de Valencia, al que acudió una masa de gente para despedir al cantante. No había muchos periodistas, si acaso una decena. La viuda de Nino, María Amparo Martínez Gil, encinta de su segunda hija, se daba cabezazos con el féretro, sollozando: "¡No puede ser, no puedo creerlo…!"

A partir de entonces, nació el mito.

Nino Bravo había contraído matrimonio con María Amparo en una iglesia de Valencia el 20 de abril de 1971, en la más completa intimidad. Uno de sus amigos, corresponsal de la revista Mundo Joven, logró la exclusiva de la boda. No era el cantante aún el ídolo que fue a partir de su muerte. En nuestro país ya se sabe que sigue esa nefasta costumbre de ensalzar con sentido necrofílico cuando alguien que inicia su éxito se va de este mundo. Y eso se ha cumplido con Nino Bravo.

Pero no es menos cierto que en el momento de fallecer sólo había grabado sesenta canciones, de las cuales, salvo "Te quiero, te quiero" y alguna otra, el resto no había tenido suficiente difusión: le faltaba un empujón para competir con Raphael y algunos colegas más veteranos. Vivía en Valencia, tenía ya una hija, llamada como la madre y sintiéndose muy de su tierra prefería el calor de su hogar a vivir en Madrid, o en Barcelona, capitales donde podría tener más oportunidades, siquiera de tipo publicitario. Eso, promocionalmente, no lo ayudaba.

Pude enterarme de que se había sacado el carné de conducir tras varios intentos. Y que tuvo ya anteriormente un accidente con su primer coche, un "Mercedes" de modelo antiguo. Su pericia al volante no era precisamente una de sus virtudes, lo que me confirmó uno de sus allegados.

Desde luego era hombre responsable, serio en su doble acepción. En las fotografías le costaba sonreír. Era tímido. Dejaba entrever al irlo conociendo un carácter noble, muy familiar, nada vanidoso. Es curioso que en las letras de dos canciones hallamos cierta premonición con su final: en "Un beso y una flor" se dice que emprenderá un largo viaje; en "Libre", se refleja el pensamiento de un hombre joven que descubre que la única forma de libertad que existe es la muerte. Así le sucedió.

En Ayelo de Malferit, su pueblo natal, hay un Museo que lleva el nombre del cantante, donde se recogen objetos que lo recuerdan y un abundante material audiovisual y fotográfico. Le han dedicado un calle en algunas ciudades. Los homenajes se sucedieron a poco de su muerte, reeditándose varias veces su escasa discografía. Y en su casa familiar suenan sus canciones a menudo. Su desconsolada viuda y sus dos hijas son las que mantienen vivo el legado de Nino Bravo. La menor, Eva, que no conoció a su padre, (nació el 27 de noviembre de 1973) ya ha actuado en conciertos interpretando el repertorio musical paterno. Y lo volverá a repetir el próximo 27 de abril en el Palau de les Arts de Valencia, acompañada por la Banda Municipal. Nino Bravo forma ya parte de la memoria sentimental y musical de tres generaciones.

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