
Karina protagoniza estos días -pero sólo los lunes- hasta mediados de febrero en el madrileño teatro Bellas Artes un espectáculo donde repasa su vida artística a través de sus canciones más conocidas; aquellas que la convirtieron en la década de los 60 y siguiente, en la más popular de las cantantes pop españolas. Ganó muchísimo dinero, era la voz más cotizada, pero otras modas musicales la fueron desbancando. Poco a poco, olvidado su liderazgo, y con amores y matrimonios desgraciados, entró en una sima dramática, hasta el punto de que, no hace muchos años le cortaron la luz en su casa por falta de pago y hubo de recurrir a alumbrarse con velas hasta que sus dos hijas la rescataron de esos dramáticos momentos económicos. ¿Cómo es que si ganó tanto en el pasado llegó a pasar privaciones?
Karina nunca ha dado una respuesta a esa pregunta. Su patrimonio fue desvaneciéndose. Pero ¿a qué se debía? Una mala administración, seguramente. No era una derrochona, no gastaba ni en ropa ni en comidas en caros restaurantes. ¿Entonces…? Quien se encargaba de sus contratos era su hermano Paco, su representante. ¿Tal vez invirtieron en empresas que no les fueron rentables? Misterio.
Llamada Maribel Llaudes, nació en Jaén en 1946 en el seno de una familia que en tiempos gozó de una saneada economía. Su abuelo Salvador (que por cierto fue de aquellos "últimos de Filipinas", y Karina se emocionaba interpretando "Yo te diré", de la película de aquellos héroes), era dueño de una fábrica de curtidos de pieles. El negocio fue a menos y el padre de Karina se vio obligado a cambiar de aires, asentándose con los suyos en Madrid, en 1959, teniendo Karina sólo catorce años. Sus progenitores se separaron. La futura cantante hubo de arrimar el hombro, y trabajó como dependienta en Galerías Preciados.
Había estudiado de pequeña solfeo y piano. Con su madre, que la protegía, participaba en concursos radiofónicos de artistas noveles. Y así es como llegó a grabar su primer disco en 1961 y a integrarse en el reparto de actores del programa de Televisión Española Escala en Hi-Fi, donde fingían cantar con "playbacks" de intérpretes del momento. Luego se haría una película de igual título.
En aquellas primeras grabaciones discográficas figuraba en las carpetas con su nombre real, Maribel Llaudes. Hasta que en 1973 lo cambió artísticamente por Karina, sobrenombre surgido porque un día Torrebruno, cantante italiano que había triunfado en el Festival de San Remo, al conocerla en el despacho del director de la casa de discos Hispavox, la motejó simpáticamente así, que en italiano viene a significar un término cariñoso.
Se adelantó Karina a aquella generación de jovencísimas cantantes "ye-yés", adjetivo inventado en esa época de Los Beatles, quienes apoyaban muchos de sus estribillos con la expresión "yeah, yeah", especie de onomatopeya que sin definición alguna se tomó por los "progres" de entonces como un grito de emancipación, que les diferenciaba tanto de sus mayores como de otros cantantes de géneros menos modernos. Así que Karina inició ese movimiento musical a través de canciones optimistas y pegadizas, muy rítmicas, a partir de 1963 aunque tuvieron que transcurrir tres años que es cuando grabó piezas que a través de la radio se convirtieron en éxitos, tales como "Concierto para enamorados", "Romeo y Julieta", "La fiesta", "Las flechas del amor", "El baúl de los recuerdos"…
Mediados aquellos inolvidables años 60, en verano, Karina cantaba casi todos los días por toda España. Nadie le hacía sombra. Cobraba lo máximo que podían pagar los empresarios. Se hizo rica en la década de los 70. Pudo haber ganado el Festival de Eurovisión de 1971 con el tema que le compuso su entonces novio, Tony Luz: "En un mundo nuevo", quedando clasificada en segundo puesto. Su carrera continuó espectacularmente. Era el personaje femenino de la música española que aparecía todas las semanas en las revistas.
Queda dicho que su prometido era Tony Luz, guitarrista del importante grupo instrumental Los Pekenikes. Se habían conocido en la misma casa de discos en la que grababan. Y eternizaron su noviazgo. Karina le daba largas a Tony, se casaron por fin en Illescas, en el mismo complejo hostelero donde también pasaron por la vicaría Julio Iglesias e Isabel Preysler. Y como si ese lugar fuera gafe, ambos matrimonios se rompieron. El de Karina y Tony duró año y medio. Consiguieron la nulidad matrimonial. Ante los representantes de la Sagrada Rota, Karina declaró algo que no había ocurrido cuando se casaron, para así obtenerla. Al igual que Julio e Isabel. Fue hace pocos años cuando en un evento a Karina le otorgaban un premio. Estaba yo sentado en ese teatro justo al lado de Tony Luz. Me constaba que hacía años que no se hablaba con su ex. Y resulta que el presentador reclamó a Tony a subir al escenario para entregar a aquella el trofeo concedido. Hubo mucha emoción entre los dos y Karina dejó correr por sus mejillas unas lagrimitas.
La vida sentimental de la cantante estuvo plagada de altibajos e incomprensibles romances. Uno de los cuales lo compartió con un buen músico, el andaluz Rodrigo, guitarrista del cuarteto CRAG (Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán). Estuvieron unidos desde 1975 y 1977. Todavía Karina disfrutaba de muchos contratos. Conseguí la exclusiva de su confesión amorosa fotografiándolos mi compañero gráfico juntos por vez primera .
Su segundo matrimonio lo celebró en su tierra natal, Jaén, el 21 de junio de 1981 con el actor granadino Carlos Manuel Díaz, diez años menor que la novia. Se habían conocido en el madrileño teatro Alfil representando una comedia del periodista Antonio D. Olano, "Locos por la democracia". (Precisamente ahora Carlos Manuel es quien ha escrito, dirigido e interpretando junto a Karina el espectáculo mencionado al principio en el teatro Bellas Artes). Tuvieron una hija, Zahara, que vino al mundo el 27 de abril de 1982. Cuatro años más tarde de aquella unión, actor y cantante se daban su adiós.
Si ya había fracasado en dos bodas, la vida sentimental de la artista jienense es cuando ya transcurrió entre ciertos desvaríos. Me consta, por amigos comunes, que Karina era muy enamoradiza: necesitaba un hombre a su lado. Y así, en 1988 concedió una exclusiva al celebrar una boda exótica en Tahití, sin validez legal alguna, con el peluquero castellonense Juan Miguel Martínez, un "fígaro" de poblado mostacho, muy sonriente siempre, que era un "fan" de Karina. El 3 de mayo de 1989 fueron padres de una niña, Rocío. Y en octubre de 1990 se separaron. En esa temporada, la cantante estuvo viviendo en la capital levantina de su marido.
La popularidad de Karina como cantante pop había decaído ya años atrás, porque en 1978 su casa discográfica no le renovó el contrato. Pidió explicaciones ella y el director artístico la despachó con esta frase: "Es que ya no nos interesas, no vendes discos porque tus canciones son horteras". No tuvo más remedio Karina que buscarse la vida, yéndose a México una temporada para grabar allí otras canciones con el sello Orfeón, que aquí en España no se conocieron, o bien pasaron inadvertidas, que venía a ser lo mismo. Fue cuando la depresión comenzó a sentirla quien sólo un decenio atrás era la más afamada de las cantantes españolas.
En la biografía de Karina no podemos olvidar que había intervenido en unas cuantas películas, protagonista en alguna de ellas, a saber: Escala en Hi-Fi, ya citada, El último sábado, Los chicos del Preu, La chica de los anuncios, En un mundo nuevo …Luego en 2022 apareció en Cámera café. En un momento de esa carrera cinematográfica cierto productor le ofreció un contrato, bien pagado, siempre que mostrara en pantalla sus tetas, una vez que aquel sinvergüenza las hubiera palpado. De tal despacho salió Karina con un portazo, maldiciendo la propuesta. Y en los años de la Transición también un político se acercó a ella, muy enamorado, pero sin lograr conquistarla, porque ella "le dio puerta". Se ha negado siempre a revelar el nombre de aquel prócer de la patria.
No le iban bien las cosas a Karina en la década de los 90. En los primeros años de esa década hubo de someterse a una operación de tiroides. Dos de ellos tuvo que permanecer retirada. Hasta que reapareció con otros colegas formando piña nostálgica en Mágicos 60 y otros espectáculos de esa guisa. Así fue subsistiendo unas temporadas, pero ya no era una figura.
La más disparatada historia de sus amores lo fue junto a un joven con ganas de promocionarse como presunto novelista, de nombre Domingo Terroba. Dieron el pego a más de un reportero, anunciando que iban a casarse. Hasta que se descubrió el pastel, porque el tal pretendiente dio desde el principio la impresión que sus gustos amatorios, muy diferentes, chocaban con los de la cantante. Aquello fue artificioso pero durante los meses que duró se aprovecharon de la publicidad que les brindaron revistas y programas de televisión. Un completo ridículo. De igual modo, ya a finales del siglo XX, en el 2000, Karina participó en una extraña ceremonia en Galicia, que para ella era nupcial, lo que se verificó como falsa. El caso es que durante un año estuvo ligada a un tal Miguel León. En adelante, ya Karina dio a entender que había decidido poner fin a su biografía sentimental.
Me la encontré una tarde por el barrio madrileño de Chamberí, camino de su casa, confesándome que ya no tenía ganas de seguir cantando y que se retiraba. Así lo publiqué. Pero faltó a ese compromiso ya que tiempo después fue accediendo a peticiones de entrevistas en programas televisivos "del corazón". Y en cierta forma, malviviendo, porque sus ingresos ya eran escasos. ¿Qué se hizo, volvemos a preguntarnos, del mucho dinero que había ganado en su mejor época? ¡Ah!
Y así, llegamos al presente. Siempre cercana a sus dos hijas, una su representante artística, otra, dentista. La han ayudado cuanto han podido.
A finales del pasado año la hija de una de ellas sufría un percance en su salud. Y la abuela Karina, dado que los medicamentos que precisaba la niña eran muy caros, resolvió el asunto al proponer a la cadena Telecinco tomar parte en Gran Hermano Vip, que abandonó semanas después de su entrada, porque físicamente no podía continuar más. Los directivos, que según contrato podían penalizarla, no hicieron uso de esa cláusula, conscientes de que lo único que perseguía la cantante era aliviar en lo posible la grave enfermedad de su nieta.
Al pisar tras cuarenta años un escenario teatral, Karina se ha sentido rejuvenecida interiormente. Es natural que su aspecto físico haya cambiado a sus años. Pero a su vez contenta: "No quería morirme sin poder contar mi vida pues hay una distorsión entre mi personaje y yo misma". Imaginamos que cuando su función acabe en Madrid, continuará representándola en otras ciudades, acompañada del que fue su segundo marido. Una manera de seguir alargando su legado, el de aquella deliciosa "chica yeyé", que continúa hablando más o menos igual, con una vocecita que parece infantil. Aunque la hayan llamado "ñoña", doy fe por las muchas veces que la traté, que así es como se ha comunicado siempre.

