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Josema Yuste y cómo encontró a la mujer de su vida tras un matrimonio fallido

Josema Yuste es uno de los cómicos más reconocidos del país.

Josema Yuste es uno de los cómicos más reconocidos del país.
Josema Yuste | Gtres

Goza José María Yuste de la admiración popular, pero también del afecto de sus compañeros de profesión. Su bonhomía queda expuesta enseguida cuando se le conoce, también a través de sus apariciones en televisión tanto en entrevistas como en algunas tertulias. No se le atribuyen escándalos, ni declaraciones altisonantes. Rara avis en su profesión donde tantas envidias suceden. En su vida privada, que la mantiene con elegancia y respeto hacia los periodistas, constan pocos episodios que sean de dominio público: una depresión infantil a la muerte de su madre, su marcha de casa sin haber cumplido la mayoría de edad, un matrimonio fracasado al año de la boda y, por fin, el equilibrio que buscaba al encontrar a quien es su segunda esposa desde hace treinta y cinco años.

José Mariano Yuste de los Ríos es madrileño, de setenta años. Siempre ha declarado que no se considera humorista, sino actor. Digamos entonces que es actor cómico. Soñaba con serlo desde su más tierna infancia. Su madre falleció, víctima de problemas cardíacos, cuando él contaba tan sólo nueve años. Y esa desaparición familiar lo entristeció tanto que le fue diagnosticada una depresión, ya en la frontera con la adolescencia. Dos años, más o menos, le duró.

No compartía su padre los deseos vocaciones de su hijo empecinado en ser actor, y trató de que estudiara Derecho. No lo consiguió quien trabajaba en el Banco de España y era contable en un par de oficinas. Pero no quiso ser muy severo con él y lo llevaba con frecuencia al cine o al teatro, para complacerlo. De alguna manera, Josema tenía que conseguir sus pretensiones artísticas. No esperó a los dieciocho años, sino que uno antes se marchó de casa, refugiándose de alguna manera en la de una tía suya. No rompió desde luego con su padre, quien lo dispensó tras echarlo de menos en el hogar.

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Con Millán Salcedo | Archivo

Y si es que cometió algunas correrías sentimentales, él mismo, nada proclive a contar sucesos de su vida, rememoró su encuentro con una chica que, por su edad, debió ser su primer aldabonazo amoroso. Fueron pocos los días que, al parecer, estuvo con ella, muy ilusionado. Pero ese primer atisbo amistoso con ella, se vio repentinamente frustrado cuando la muchacha desapareció de su vida, marchándose a Gallicia. Había sido un flechazo en toda regla, que a Josema le llegó al alma. Eso le ha ocurrido a jóvenes "en la edad del pavo", que se decía antiguamente. Mas lo triste de esta aparentemente historia vulgar es que Josema se enteró tiempo después de que aquella jovencita que había despertado en él las primeras palpitaciones en su corazón había fallecido repentinamente.

De su primera boda, siendo muy joven, únicamente hemos sabido que la novia se llamaba Mariló. Ceremonia de carácter civil. En cuando a su celebración fuera del juzgado Josema únicamente ha recordado que la pareja fue directamente a una churrería, tomaron unas tazas de café, o acaso alguno de los dos pidió chocolate y una ración de porras. Concluido el desayuno marcharon rápidamente a la casa que habían alquilado y se metieron raudos en la cama, aunque era mediodía. No tenían sueño, por supuesto. No hubo luna de miel. Más bien de hiel, transcurrido apenas un año , que es cuando tarifaron y se dijeron adiós.

Y, a todo esto ¿qué fue de su obsesiva pulsión para ser actor? Un encuentro fortuito con el manchego Millán Salcedo, a quienes se unió Fernando Conde posibilitó que en 1979 fundaran el trío humorístico Martes y Trece, tras una breve etapa en la que pulularon por cafeterías y discotecas de poca monta, donde dieron rienda suelta a sus primerizos "scketchs". La aparición del terceto en un programa de televisión presentado por José María Íñigo, casi improvisada su actuación, significó su primer paso a lo que iba a ser una sucesión de éxitos en salas de fiesta, y en su debut discográfico. Sabido es que Fernando Conde no quiso continuar con Josema y Millán, y fueron estos dos los que al final marcaron una nueva etapa en el humor, hasta ocupar el puesto señero que ostentaban Tip y Coll. Se hicieron millonarios. Diecisiete años duró la pareja.

Alguien identificado como uno que los conoció muy bien en sus principios, señalaba que ambos humoristas se llevaban ya mal desde el comienzo de su carrera, pero que disimularon cuanto les pidió el cuerpo para no acabar con aquella unión que les reportó una extraordinaria popularidad y un río de dinero. Hasta que Millán rompió la pareja, alegando que no podía seguir más, acabando una temporada en una clínica para curarse de sus síntomas depresivos.

Millán se buscó luego la vida de manera discontinua en el mundo artístico en tanto Josema Yuste se centró en el teatro, protagonizando comedias vodevilescas y emprendiendo negocios relacionados con el mundo escénico. Si bien no ganaba tanto como en su época anterior de Martes y Trece, no le fue nada mal en su condición de primer actor, director y empresario.

Y entretanto, mucho antes desde luego, Josema había encontrado su verdadero amor, el pilar de su nueva existencia. Ella, azafata de vuelo, de nombre María José Vázquez Camino, se convirtió en su segunda esposa. El enlace fue religioso y el "lunch" nupcial nada tuvo que ver con el primero, aquel de los churros y porras. Preguntado Josema de cómo se conocieron, si fue en una travesía aérea por ejemplo, su única y repetida respuesta cuando lo entrevistas es que su mujer "era la vecina del tercero". Podría ser.

Padre de tres hijos, Josema Yuste formó una familia muy unida, nunca han accedido a reportajes familiares en las revistas del color y de él sólo sabemos por sus estrenos teatrales; por ejemplo del último, con la comedia "Que Dios nos pille confesados", actualmente en la cartelera madrileña hasta el mes de mayo, cuando emprenda una gira por otros escenarios. La vis cómica del actor, está asegurada para todos los públicos.

Como quiera que en las entrevistas que concede se le inquiere que relate algún sucedido, que no sea siempre contar, por ejemplo, cómo se urdió la conocidísima historia de "las empanadillas", Josema recordaba como lo pasó muy mal en dos circunstancias, ambas desde luego de muy diferente cariz. Una de ellas le sucedió en un ascensor, que sufrió una avería y lo mantuvo dentro durante hora y media y pudieron rescatarlo "sano y vivo". Y la otra: en Tenerife, de viaje con sus dos hijos pequeños, en el interior de un automóvil alquilado, en medio de una tormenta, en un momento en el que por donde circulaban se produjo una repentina inundación. Lo pasaron muy mal. Pero, pelillos a la mar, porque Josema es un hombre optimista y hace felices a cuantos van a verlo al teatro.

Pero en su vida, en general, priman más los momentos alegres y desenfadados, siendo ya abuelo, y sabiéndose tan querido, como decíamos, del público y de la profesión.

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