Durante quince años, entre 1983 y 1998, Gabino Diego fue uno de los actores de comedia más taquilleros del cine español. Surgió de repente, sin estudios de ninguna clase relacionados con el arte interpretativo, destacando sobre todo por su incuestionable vis cómica. Hoy, a sus cincuenta y siete años, este sonriente madrileño no ha tenido más remedio que aceptar que los directores y productores ya no lo tienen en cuenta, habiéndose obligado a vivir de sus espectáculos teatrales, donde a menudo recurre a sus hilarantes monólogos o a sus canciones. En cuanto a su vida íntima, jamás da una pista a ningún reportero. "Me encanta seguir siendo amigo de mis ex novias", suele repetir. Pero no se compromete con ninguna.
Gabino es hijo de un matrimonio cubano que gozando de una buen posición social y económica en la isla caribeña tuvo que dejar sus negocios con la llegada de los castristas, instalándose en Madrid, que es donde nació el futuro actor el 18 de septiembre de 1966.
Hay entre los actores cómicos quienes ya "nacieron" con la gracia puesta. Y Gabinete, niño zangolotino como fue llamado, divertía a sus condiscípulos escolares haciendo muecas e imitando a sus profesores. Como quiera que le encantaba cantar piezas de intérpretes de moda, aprendió a tocar la guitarra, y se atrevió a cantar en los pasillos de una estación de "Metro". Parece que un día, no se sí fue su madre u otro familiar, quien le dio una moneda, sorprendiéndose de verlo en esa situación, lo que había ocultado a los suyos.
Cuando el director de "Las bicicletas son para el verano" precisó de un adolescente, recurriendo al correspondiente "cásting", Gabino fue seleccionado entre un puñado de muchachos que no tenían idea alguna de interpretación. Pero Gabino se adaptó en seguida. He contado alguna vez que, el primer día de rodaje de la mentada película, en el Casino de Madrid sito en la Gran Vía madrileña, ceca de la calle de Hortaleza, se me acercó el desconocido Gabino cuando yo parlamentaba con alguien que no recuerdo, sumándose a la tertulia como si nos conociéramos de toda la vida. Y, lo que son las cosas: ya siendo él muy popular, en otro rodaje, fui a saludarlo, debió tomarme por un pesado cazador de autógrafos y no me hizo maldito caso. Jamás volví a encontrarme con él, aunque no a propósito, ni le tuve aversión por aquello.
Les cito algunos títulos de sus películas más conocidas, donde dio cuenta de su innato talento para la comedia: "El viaje a ninguna parte", "Amanece que no es poco", "El mar y el tiempo", "¡Ay, Carmela!", "El rey pasmado", "Tierno verano de lujurias azoteas", "Belle Époque", "La hora de los valientes". Los filmes siguientes tuvieron ya menos repercusión para él, hasta la última, fechada en 2018, "Tiempo después", de José Luis Cuerda. Desde luego, de todas las nombradas, convendrán conmigo que su mejor papel fue el del sordomudo Gustavete de "¡Ay, Carmela!", que le valió en 1990 un Goya al mejor actor de reparto, formando parte de un trío inmejorable junto a Andrés Pajares y Carmen Maura.
Con Fernando Fernán-Gómez, que lo dirigió en varias ocasiones, tuvo una cierta amistad, suficiente para preguntarle un día si debiera retirarse el día en que se olvidaran de él. A lo que el sabio actor, le dijo: "Verás, Gabino, mientras tú tengas ese labio colgando que se te ve en la cara, descuida, que no te faltara trabajo".
Si los del cine no volvieron a saber de él, Gabino Diego intervino en el teatro y la televisión (aquí, figuró en el reparto de "Águila Roja" en 2015), porque es muy activo. En épocas de penuria, contrató salas teatrales para representar su monólogo "Una noche con Gabino". Y esta pasada primavera y el presente verano recorre España con otro espectáculo, "La curva de la felicidad", que ya dio a conocer el pasado año. Él es Quino, recién separado de su esposa. Y va hilvanando sus cuitas, en una función donde se sirve de personajes "frikis". Son las mujeres, dice, las que con más frecuencia, van a verlo. "Los hombres son más del fútbol", concede. Añadiendo: "Vivimos de las mujeres". Y no porque él sea un chulángano, claro.
Lo que en él es una constante cuando algún periodista se interesa por su biografía sentimental es hacerse el distraído a la hora de responder. Nunca habla de sus amores. Lo único que se sabe es que se relacionó hace cerca de tres décadas con la actriz catalana Rosa Boladeras, desde que coincidieron en el reparto de un espectáculo musical. Trabajaba a menudo en TV.3Vivieron una larga temporada entre Tarrasa, donde ella residía desde 1972, y Madrid. Tuvieron una hija, Sara, que cuenta veintiocho años en la actualidad y es actriz. La pareja se dijo adiós. Por esa misma época Gabino también compartía otra íntima amistad con una tal Ana, en secreto. Puede que ello tuvo que ver con su ruptura con Rosa. Fuera de esos nombres femeninos, no sabemos nada sobre si ahora comparte la vida con alguien.