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Los dos grandes amores de Javier Gutiérrez

El actor Javier Gutiérrez, tímido, sencillo y modesto, es uno los más grandes actores, también de los más queridos del cine español

El actor Javier Gutiérrez, tímido, sencillo y modesto, es uno los más grandes actores, también de los más queridos del cine español
Gtres

Es Javier Gutiérrez unos de los más grandes actores, también de los más queridos, a sus cincuenta y tres años de edad, treinta y cuatro de los cuales dedicado a una intensa carrera teatral, cinematográfica y televisiva. Protagonista, entre otras excelentes películas de "Campeones", es precisamente padre de un hijo discapacitado. Tímido, sencillo, modesto, no suele hablar de su vida privada. De la que contamos a continuación algunos aspectos, como el referido a su intimidad, sobre las dos mujeres que han marcado su existencia.

Repasando su biografía hallamos en algunas publicaciones un dato contradictorio sobre su lugar de nacimiento, que no es tal y lo aclaramos. Se cree que es gallego, mas nació en la marinera ciudad asturiana de Luanco. Ocurre que, a la edad de un año, su familia se trasladó a El Ferrol. Justo es que, sin despreciar como es comprensible el sitio donde vino al mundo, él se considere galleguiño, muy ferrolano como suele decir, pues es en esa villa donde transcurrió su niñez, adolescencia y los primeros tiempos juveniles.

Murió su padre a la corta edad de Javier y tuvo poco a poco que enfrentarse, conforme iba creciendo, a hacer frente a los problemas familiares, para sacar adelante la casa, habitada por su madre y dos hermanas. Iba al colegio Calasancio, donde se le despertó el sueño de ser misionero de mayor. Pero luego sus inclinaciones fluctuaban entre estudiar Criminología o bien Ciencias de la Información: seguidor del equipo de fútbol de El Ferrol, le hubiera gustado contar sus gestas como periodista deportivo. Al final, animado por un profesor, se inclinó por ser actor. Con diecinueve años se plantó en Madrid, inscribiéndose en una escuela de arte dramático.

Como la profesión de actor es una de las más inciertas, su madre le dijo que si las cosas le fueran mal, podría volver a El Ferrol donde siempre tendría su habitación tal y como la dejó. No ocurrió tal cosa, aunque Javier vuelva a menudo a la ciudad gallega, de la que recuerda entre otras cosas cuando iba de espectador al gallinero del gran teatro Jofre, entusiasmado con las representaciones teatrales que veía. Él se sentía por dentro como aquellos admirados seres que deambulaban por el escenario.

Claro que, ya instalado en una modesta pensión madrileña, pudo conocer aquello del refranero, que en ningún sitio atan los perros con longaniza, y que abrirse camino, sin conocer a nadie, que fue su caso en Madrid, es tarea durísima. Lo experimentó cuando, para pagar sus clases, la pensión y la comida, hubo de trabajar de camarero en un restaurante de pocos tenedores. Y así, fue tirando, que se dice, introduciéndose en ambientes teatrales, donde a veces conseguía tomar parte en funciones de poca monta, ganando así algunos euros. Le llegó la oportunidad de sustituir a Ernesto Alterio en el grupo Animalario, fogueándose en la sala Mirador, de capacidad reducida. Hasta que le llegó la hora de actuar en escenarios de mayor enjundia y pudo ir alternando papeles de teatro clásico y contemporáneo.

En televisión, disfrutó cuando fue contratado para la serie "Los Serrano". Ya le llegaría años más tarde una de sus mejores ocasiones de éxito como actor, en "Águila Roja", con el personaje de Saturnino García "Satur". Y en la gran pantalla dejó su impronta en dos películas sensacionales: "La isla mínima", de 2015 y "El autor", dos años después, por cuyos magníficos trabajos recibió, respectivamente, dos Goyas. Javier Gutiérrez entraba por la puerta grande del mejor cine español. Y a partir de entonces, ya estaba claro que no iba a regresar mohíno a El Ferrol y a dormir en su cama de siempre.

Otra película con argumento y dirección de Javier Fesser tocaba muy de cerca su fibra paternal. Era "Campeones", donde se contaba la experiencia de un entrenador de baloncesto, encarnado por Javier Gutiérrez, al frente de un grupo de discapacitados. Desde que el guion cayó en sus manos se comprometió con su homónimo a protagonizarlo. Para ello, renunció a ser también protagonista de "La Casa de Papel", que en principio parecía ser más interesante. Hubo quien al saber que iba a hacer "una historia de tarados", dijo, con mala baba, le auguraba un posible fracaso. Resulta que "Campeones" fue la película del año: recaudó veinte millones de euros. Lo mejor es que despertó en los espectadores un sentimiento unánime. La lección que allí se expresaba con aquellos actores aficionados, deficientes mentalmente, aunque no tanto, era emotiva. Eran seres que pese a su incapacidad lograban salir adelante con un espíritu tenaz, llenos de esperanza, aptos para que la sociedad apelara a su conciencia.

"Campeones" supuso para Javier Gutiérrez una experiencia única. Había tenido una novia, la actriz Adriana Paz. Luego conoció a una directora cultural, Inés Enciso, con quien convivió varios años, de cuya relación tuvieron un varón, Mateo. Al nacer ya estaban al corriente por los médicos de que el niño padecía una discapacidad cerebral. La pareja, muy enamorada, con la mayor fortaleza de ánimo, afrontó esa inesperada jugada del destino y procuraron en todo momento que Mateo tuviera las mayores atenciones, en el hogar, y en los servicios hospitalarios donde iría año tras año tratado clínicamente. Aunque Javier e Inés supieron desde un primer momento que esa enfermedad es incurable y que, como sucedió, al irse haciendo mayor, tendría no solo problemas para hablar, seguiría sin articular palabras, y además, con ostensibles dificultades de movilidad.

Recientemente, en el programa de la 2 de Televisión Española, "Plano General", Javier Gutiérrez "nos puso un nudo en la garganta" cuando confesaba lo siguiente a la audiencia: "Sueño con que mi hijo pueda hablar y me diga "papá, te quiero".

Nunca ha dejado de estar pendiente de Mateo, consciente de que su vida, a sus actuales quince años, dependerá siempre de los demás, no podrá servirse por sí mismo. "Mi hijo nació como si fuera una película de terror. Nadie te prepara para eso. Es una malformación en muchas áreas del cuerpo". La entrega del gran actor hacia su hijo le hace ser más responsable, tierno, humano.

Javier e Inés, los atribulados padres de Mateo, se separaron. Nada de ello, que sepamos, tuvo que ver la situación de su hijo. Como es algo privado que hemos de respetar, renunciamos a dar más datos o especulaciones del por qué aquella ruptura y de cómo llegaron a un acuerdo sobre el inmediato futuro de su hijo.

Javier rehízo su vida amorosa cuando hace algo más de cuatro años conoció a la fisioterapeuta malagueña Carmen Demaría, con quien desde entonces convive felizmente. Han tenido un hijo, Lucas, nacido en 2021. Y a propósito: Javier desea que poco a poco Lucas pueda comprender el drama de su hermano. En cuanto a su actual pareja, también es lo más comprensiva con ello. El actor dedica a Carmen frecuentes comentarios en su cuenta de redes sociales. Por ejemplo, esto: "Eres la mujer a la que amo y admiro cada día más".

Cariñoso, Javier Gutiérrez es un padrazo en el hogar. Se mete en la cocina cuando puede y asombra a su mujer con su dominio del arte culinario. A ella, la llama familiarmente Kika. No le faltan oportunidades para seguir interpretando papeles, lo que más le gusta de este mundo: es un actor decididamente vocacional. Su última película, fechada este año, se titula "Pájaros". También esta temporada intervino en la serie de televisión "El caso Asunta", una historia real que conmocionó hace unos años cuando un matrimonio gallego asesinó a la hija que habían adoptado. El padre sigue en la cárcel, la madre, esa tal Asunta, se suicidó. Y Javier Gutiérrez aceptó ser, en la pequeña pantalla, el juez de ese trágico delito. En cuanto al teatro, hace unas semanas estuvo representando junto a Luis Bermejo una obra que ya habían estrenado el pasado año: "El traje". Ambos actores recibieron de la crítica los mayores plácemes. Rubrico este artículo con una frase atribuida al escritor Saint-Exupéry ("El Principito"), que Javier Gutiérrez, pensando seguro en Carmen, su pareja, le dedicó recientemente: "Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección".

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