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La tranquila vida de Paloma Rocasolano en un pueblo murciano junto a su amor de hace tres años

La madre de la reina Letizia, Paloma Rocasolano, mantiene una relación con el empresario Markus Tokuaboh Brandler, con el que vive en Murcia

La madre de la reina Letizia, Paloma Rocasolano, mantiene una relación con el empresario Markus Tokuaboh Brandler, con el que vive en Murcia
Paloma Rocasolano. | Cordon Press

Paloma Rocasolano, madre de la reina Letizia, convive desde hace tres años con un empresario llamado Markus Tokuaboh Brandler.

Hasta no hace mucho tiempo habitaban en una modesta vivienda en Madrid, pero ahora, los negocios de éste han determinado que la pareja se radique en Los Belones, localidad perteneciente al municipio murciano de Cartagena. No tienen propósitos de boda. Ella está divorciada de Jesús Ortiz y él estuvo casado con una española, padres de tres hijos, con quienes formó un hogar en Gerona hasta su separación.

Fue en 2022, durante la celebración de los premios Princesa de Asturias en el teatro ovetense Campoamor cuando Paloma y Markus digamos que hicieron "su presentación en sociedad", de manera discreta. Naturalmente con el consenso familiar, sobre todo de la reina Letizia, dando así la impresión de que aprobaba la elección sentimental de su madre. En fecha reciente, la pareja asistió a la fiesta de cumpleaños de Telma Ortiz, otra de las tres hijas de Paloma Rocasolano y Jesús Ortiz. Markus en todo momento ha procurado ser muy discreto y que sepamos hasta la fecha no se ha prestado a ninguna confesión periodística sobre su vida al lado de la abuela de Leonor, la futura monarca española.

El empresario citado nació en Idabán, Nigeria, en 1957 cuando ese país era colonia inglesa. Mantiene negocios de importación, venta de cacao, té y especies procedentes del continente asiático.

Ya instalados en Los Belones, que es un pequeño pueblo de alrededor de dos mil quinientos habitantes, cerca del Mar Menor, donde existe una nutrida colonia británica, eligieron una vivienda en una de las dos zonas del lugar, la más habitada por gentes de clase media. En algunos medios ya se ha divulgado que la pareja hace una vida sencilla y se ha ganado la simpatía de los conciudadanos. Paloma va a la compra como cualquier ama de casa, o bien a una peluquería regularmente como también se baña junto a Markus en la playa de Las Mulas.

No cabe duda que su ritmo de vida desde hace unas semanas ha dado un giro importante. Paloma Rocasolano siempre había estado muy cerca de Letizia desde que su hija contrajo matrimonio con el príncipe Felipe. Iba a menudo al palacio de la Zarzuela, con un deseo primordial: ver a sus nietas Leonor y Sofía con la complacencia de la Reina, quien así se aseguraba que éstas mantuvieran un trato muy familiar con su abuela, para no sentirse en los primeros años un tanto obligadas a un comportamiento palaciego más rígido. Esa presencia de Paloma despertaba a veces cierta tensión por quienes opinaban que doña Sofía, la reina emérita, parecía haber sido desplazada y no veía tanto como quisiera a sus dos nietas, cuando entre su residencia y la de los Reyes media una corta distancia. Hubo unas temporadas, cuando la terrible pandemia, que Paloma Rocasolano dejó su piso abuhardillado del centro de Madrid para instalarse en la Zarzuela en la conocida como zona del Príncipe.

No obstante lo contado, Paloma Rocasolano ya estaba bastantes veces advertida por doña Letizia de cómo debía ser su modo de estar en palacio. Y en general en su vida particular, al principio asediada por los reporteros. En su honor digamos que se comportaba ante los periodistas con educación, sonriendo y por supuesto sin hacer comentario alguno, sólo dando las gracias a cuantos se acercaban a ella, reporteros o simples ciudadanos. Lo mismo haría cuando se matriculó en la Universidad Complutense, en donde sólo se dio a conocer un pequeño incidente cuando un profesor la sorprendió copiando en un examen. Imaginamos lo que pudo decirle doña Letizia al enterarse por la prensa de que su madre, como cualquier estudiante, iba provista de "chuletas".

De la vida de Paloma supimos lo suficiente gracias a cuanto contó su sobrino David Rocasolano en el libro "Adiós, princesa". Sabido es que su padre era taxista, un simpático republicano que emparentaba nada menos que con la Familia Real Española. Escribía el abogado David que su tía Paloma "no es la madre discreta, atenta y agradable que han dibujado". La vida matrimonial de ella con el periodista Jesús Ortiz no fue precisamente un cuento de hadas. "Nunca fueron sobrados de dinero. Más bien al revés". Y ponía como ejemplo haberlos visitado en su piso madrileño, al que se habían trasladado desde Oviedo cuando a Jesús le salió un puesto periodístico. Alquilaron un piso de clase media baja, situado en Rivas Vaciamadrid, en el extrarradio de la capital, donde en invierno "se morían de frío" porque no disponían dinero suficiente "ni para encender una estufa". La futura reina y sus dos hermanas "iban con sus batas gruesas y debajo pesados pijamas y camisetas y calcetines por encima de los pantalones, y las narices y los labios azules de frío", siempre siguiendo la versión de su primo David.

Paloma Rocasolano acusó la separación de Jesús Ortiz, muy a su pesar. Se habían casado en 1971 y se separaron en 1998. Lloraba a menudo. Situación que "fue un trauma para Letizia, en frase de su primo. Madre e hija estuvieron siempre muy unidas, con las divergencias que pudieron existir también.

El matrimonio de los padres de doña Letizia Ortiz Rocasolano duró veintisiete años. Jesús Ortiz volvió a casarse con Ana Togores en ceremonia íntima, lo más secreta que pudieron, en el ayuntamiento de Pozuelo (Madrid). Y Paloma Rocasolano emprendió, de nuevo soltera, una vida con bastante soledad. Hasta que aquel tiempo de melancolía se ha trocado para ella en la estabilidad sentimental que buscaba desde hace mucho tiempo.

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