
Cuando aún faltan menos de dos meses para la entrega de los Óscar, hay casi una absoluta unanimidad en que la estatuilla dorada al mejor actor vaya a manos de Adrien Brody, al que por si alguno de nuestros lectores no lo recuerda, ya ganó por vez primera ese galardón por "El pianista". Ahora se premiaría su sensacional trabajo en "The Brustalist", interpretando el personaje de un arquitecto en los feroces tiempos del nazismo, quien huyendo de aquella tragedia en Alemania se marcha a Estados Unidos, donde vive una serie de aventuras, resueltas en la película de tres horas y media de duración; los empresarios de cine no han tenido más remedio que programarla con un descanso.
Cumplirá Adrien Brody cincuenta y dos años el próximo mes de abril. Nacido en Nueva York en el barrio de Queens, en una familia compuesta por el padre, profesor de Historia, y la madre, fotógrafa y corresponsal de guerra. A temprana edad ya se distinguía por su afición a las funciones teatrales en el colegio, que lo acercó ya en su primera juventud a estudiar arte dramático. Le gustaba mucho hacer acrobacias de jovencito, afición que fue causa de que se rompiera la nariz no una, sino tres veces. Llevado por su confianza, tendría un accidente que a punto estuvo de acabar con su vida, al estrellarse con la motocicleta que conducía, chocando con un coche, para acabar herido de consideración al golpearse frente a una pared.
Tras unos años de experiencias profesionales en la escena y en sus primeras películas, una de las cuáles, fechada en 1998 fue "La delgada línea roja", logró su gran triunfo en 2002, con aquella historia urdida por Roman Polanski acerca de un pianista judío polaco perseguido por los nazis. Curiosa coincidencia ahora también al relacionarse "The Brutalist" con aquellos años de la Alemania de Hitler.
Adrien Brody no sé si definirlo como un actor del Método. Pero el caso es que cada vez que ha decidido firmar un contrato cinematográfico se cerciora si en vísperas de colocarse ante una cámara está verdaderamente preparado para interpretar su papel. Buen ejemplo de ello es lo que hizo antes de rodar "El pianista". Dejó su apartamento, vendió su coche, abandonó a su novia y se marchó a vivir unas semanas a un lugar tranquilo para estudiar a fondo el guion y sentirse verdaderamente músico, aparte del drama que el personaje encarnaba. Para lo cual se obsesionó con aprenderse notas de varias partituras de Chopin, pues se negó a que lo "doblaran". Se olvidaba muchos días de alimentarse, motivo por el que llegó a perder trece kilos. Su esfuerzo mereció la pena. Tenía veintinueve años y fue el más joven actor en recibir un Óscar. Sería una decepción para él y muchísimos críticos si no fuera recompensado con otro este inmediato mes de marzo.
Después de "El pianista" rodó otros filmes que no alcanzaron la misma calidad. Les citamos algunos: "King-Kong", moderna versión de 2005; "Midnight in París", dirigido por Woody Allen en 2011, donde hizo de Dalí, y del mago Houdini en 2014, para ser Arthur Miller en "Blonde", la vida de Marilyn Monroe, en 2022. Siempre con su estilo de familiarizarse con los personajes que aceptó interpretar, para en "El maniquí", del año 2000 pasó una temporada aprendiendo trucos de magia pues se trataba de dar vida a un ventrílocuo y experto en el manejo de las marionetas.
Lo que le ocurrió el año 2008 con "Manolete" ya fue un absoluto despropósito. Lo contrató una productora extranjera para un biopic de Manuel Rodríguez, el mítico matador de toros cordobés. Físicamente, condescendiendo, podría parecerlo un poco, con su nariz aguileña. El director era un absoluto ignorante del mundo taurino. A ello contribuyó negativamente el propio Adrien Brody tomándose ¿en serio? su papel, tratando de aprender a torear de capa y muleta con las lecciones de un profesional. Grotesco. Una película maldita, tardó en estrenarse varios años: por algo sería. Y duró en los cines donde se proyectó lo que un pastel a las puertas de una escuela infantil.
Fue el mayor fracaso de este sensacional actor, al que nunca le ha importado a la hora de rodar una película el dinero que pudiera ganar. Lo importante para él es si el proyecto entra en su manera de afrontarlo, si merece o no la pena. No hace muchas semanas en Londres estuvo representando una obra teatral, "The Fear of 13" por unos emolumentos muy por debajo de su habitual caché en el cine.
Desde luego no ha pasado dificultades para encontrar trabajo y si alguna vez atravesó por alguna pausa laboral, encontró la forma de resarcirse anunciando marcas de refrescos y cerveza en spots publicitarios, para marcas como Coca- Cola.
Aquello que antes se preguntaba a los famosos que cuál era su violín de Ingres, la respuesta de Adrien es que pinta y ha expuesto en importantes galerías. Una pintura modernista y nada vulgar.
Es absolutamente discreto y le fastidia que se airee en las revistas su vida íntima. Claro está que con su categoría y popularidad no puede impedir que la prensa rosa haya contado su biografía sentimental. En esa lista de amantes figuran las actrices Monet Mazur, la murciana poco conocida Ángela Calvo, una fotógrafa de nombre Michelle Dupont, la modelo rusa Lara Leito, con la que tuvo una larga convivencia desde 2012 hasta 2019, luego la diseñadora Georgina Chapman a partir de ese citado último año, que ha sido la última novia que sepamos haya compartido la cama con él. Y que tiene una particularidad, al haber sido también la última amante del perverso y depredador Harvey Weinstein, el que provocó la revolución femenina del MeToo, ¿recuerdan?, con aquellas denuncias de las actrices que pasaron por el catre del entonces todopoderoso productor, soportando sus prepotencias sexuales. Esta Georgina había ganado mucho dinero. Adrien la había conocido cuando convivía con Weinstein y al ser éste detenido y condenado a prisión, aprovechó para conquistarla, pues hacía tiempo que la tenía fichada en su agenda sentimental.
Hemos dejado para el final, aunque cronológicamente la historia sucediera entre 2006 y 2009, antes de los romances antedichos, el que Brody vivió junto a Elsa Pataky. Tres años de pasión. Adrien estaba loco por ella. En las páginas de ¡Hola! apareció un amplio reportaje de la pareja en un castillo de hacía cerca de dos siglos, situado en Nueva York. El actor aseguraba habérselo regalado a Elsa. Más bien, creemos, que fue alquilado para la realización de dicho trabajo periodístico, pues con el paso de los años, ni Brody ha vuelto al castillo de marras ni Elsa se instaló nunca en él, ni de visita con su actual marido y sus hijos. Una broma a mayor gloria de la pareja sobre todo del "generoso" regalo del entonces novio de nuestra bella rubia compatriota.
Adrien Brody es renuente al matrimonio. Un solterón cuando ha atravesado la barrera de los cincuenta años y a este paso, no da la impresión de que vaya a cambiar. Apostamos que le conoceremos más novias, eso sí.

