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El día que Antonio Resines secuestró un autobús

Dicen del actor Antonio Resines que "es el amigo que a todo el mundo le gustaría tener, un tipo del que te puedes fiar, uno de los nuestros"

Dicen del actor Antonio Resines que "es el amigo que a todo el mundo le gustaría tener, un tipo del que te puedes fiar, uno de los nuestros"
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Al hilo de una de las dos películas premiada este año con un Goya ("El 47", que cuenta la decisión de un vecino que secuestra un autobús porque en su humilde barrio no circula), nos viene a la memoria un incidente, si no igual, al menos con un mismo hecho. Una auténtica gamberrada, que le supuso al hoy reconocido gran actor Antonio Resines, ser detenido por la policía.

Antonio estaba matriculado en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid. Como tantos otros jóvenes participaba de protestas y algaradas en las postrimerías del franquismo. Y justificando una de esas acciones de protesta sencillamente porque el Gobierno había autorizado la subida del pan, Resines y otros compañeros dejaron ese día las aulas, se subieron al primer autobús que encontraron forzando al conductor para que los llevara a la plaza de Castilla. Obedeció éste y, al cerrarse las puertas fueron inmediatamente detenidos por unos policías que viajaban con ellos. Trasladados a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, donde hoy radica la Comunidad de Madrid, en el caso de Antonio, muerto de miedo, sólo acertó a decir que "sólo quería hacer el bien" con aquella acción, bastante estúpida, desde luego. Puesto en libertad, a los pocos días llegaron unos policías a su domicilio familiar y entregaron a sus padres, muy disgustados, una carta donde le imponían a su hijo primogénito una multa ¡de cien mil pesetas! Cantidad muy elevada en esa época, mediados los años 70.

Si de adolescente Antonio ya dio muestras de ser un revoltoso compulsivo, en su juventud no abjuró de meterse en líos, no ya como el del autobús. Siendo sus padres de clase media alta (el progenitor, abogado) Antonio y algunos de sus amigos recurrían a ocasionales ocupaciones para ganar algún dinero: repartidores de cestas navideñas, aprendices de camareros en un bar y vendedores de baratijas en el Rastro: resulta que Antonio y su pandilla eran ocasionales artesanos de pulseras de latón y hasta de bolsos y sandalias de cuero. Por otra parte, él jugaba en un equipo de rugby y quizás soñaba con hacerse profesional de ese rudo deporte.

¿Y cómo llega Antonio a ser actor? Un relativamente largo camino hubo de recorrer, porque en principio él deseaba ser periodista. Pero sabiendo que a su padre le iba a procurar una alegría, se matriculó en la Facultad de Derecho, de la que pronto saldría porque de pronto le entraron ganas de cursar Ciencias de la Información. Encontró que la producción de películas podía ser su futuro profesional, o la de guionista, desde luego nunca pensó en ser lo que finalmente iba a proporcionarle popularidad y mucho dinero con el transcurso de los años: la condición de actor. Formó una piña con otros condiscípulos universitarios que, andando el tiempo, también destacarían en el Séptimo Arte, casos de Fernando Trueba, Oscar Ladoire, Carlos Boyero (director el primero, actor el segundo, crítico el tercero), quienes comenzaron a rodar cortometrajes, donde Antonio Resines era protagonista. El verdadero punto de partida sucedió en 1980, con "Ópera prima", ejemplo de un nuevo cine espontáneo, con diálogos frescos, actuales, de sus jóvenes intervinientes. El éxito inesperado de ese filme abrió los ojos a Resines, quien ya desde entonces, con los altibajos que se quieran, encontró en su faceta de actor en su medio de ganarse la vida.

Larga es su filmografía, de las más brillantes de un actor como él al que le censuraban que siempre "hacía de sí mismo" en la pantalla. "La mano negra", "La colmena", "Estoy en crisis", "La línea del cielo", "Sal gorda", "Sé infiel y no mires a quién", La vida alegre", "Amanece que no es poco", son algunos de los títulos más sobresalientes de Antonio Resines en ese decenio de los 80. En el siguiente: "Todo por la pasta", "Orquesta Club Virginia", "La marrana", "Boca a boca" hasta alcanzar en 1997 su gran triunfo, "La buena estrella", con una interpretación sencillamente extraordinaria., que le posibilitó ganar un justísimo premio Goya. Ya en adelante, convencidos sus más severos críticos, de que era un actor convincente, fue añadiendo más éxitos hasta el más reciente, de este recién estrenado 2025, "Mikaela", de Daniel Calparsoro.

Es cántabro de nacimiento, paisanaje de sus padres que veraneaban todos los años en Torrelavega. Allí vino al mundo Antonio Cayetano Francisco de Sales Fernández Resines el 7 de agosto de 1954. Prácticamente desde su infancia, la vida del futuro actor transcurrió en Madrid. Quien lo ha definido creemos que acertadamente ha sido su buen amigo Fernando Trueba: "Es noble, es gracioso… El amigo que a todo el mundo le gustaría tener, un tipo del que te puedes fiar, uno de los nuestros".

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Antonio Resines y su mujer, Ana Pérez-Lorente

Su primera mujer fue Marisol de Mateo, hija de un importante magistrado. Se casaron en 1982 y convivieron diez años. Padres de Ricardo, que este próximo mes de abril cumplirá cuarenta y dos años. Ha estado siempre a la vera de su progenitor y Antonio se enorgullece de él y lo ha apoyado en sus trabajos cinematográficos como técnico.

Divorciado, Antonio encontró la mujer que lo ha hecho feliz, con quien continúa siendo su apoyo fundamental en la vida: Ana Pérez-Lorente, once años menor que él, madrileña. Pareja durante bastante tiempo dieron el paso definitivo al matrimonio en 2020. Discretos, aparecen fotografiados en estrenos y entrega de premios, sin que sean habituales de la prensa rosa.

Antonio Resines es un trabajador incesante, quien si no rueda dos, tres o más películas anuales, de vez en cuando se ha subido a un escenario, palabras mayores. Y últimamente se ha prodigado en "spots" publicitarios. Tertuliano ocasional de programas nocturnos en televisión, medio en el que asimismo ha aparecido con frecuencia. Y anecdóticamente protagonista de un comic, "Sargento Resines", dibujado su físico con esos "bocadillos" necesarios en los argumentos.

Tal desenfrenada actividad le ha proporcionado, como decíamos, el reconocimiento del público: es un actor tan admirado como querido. Con unos negocios extra cinematográficos que van desde inversiones en restaurante al de agencias de colocación. Y cuando más tranquila discurría su existencia, inesperadamente, estuvo a punto de morir, víctima del terrible Covid. Unos meses inciertos en el que como luego contó padecía visiones espantosas continuas, que lo transportaban en sueños al más allá. Cuando afortunadamente salió de aquel infierno, hubo de recuperarse poco a poco, psíquica y físicamente pues entre otras dolencias, no podía andar y estuvo varios meses apoyándose en unas muletas. Antonio Resines fue consciente de que poco menos que "había resucitado". Desde entonces, contempla la vida de una manera distinta al pasado.

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