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Adriana Abascal y Filiberto de Saboya, pareja enamorada

La relación de Adriana Abascal y Filiberto de Saboya, les ha llevado a Sevilla una vez más.

La relación de Adriana Abascal y Filiberto de Saboya, les ha llevado a Sevilla una vez más.
Gtres

La primavera la sangre altera, según un añejo dicho. Lo que tal vez ha afectado a Adriana Abascal para formar pareja sentimental con un aristócrata italiano, nieto del último rey de Italia, quien aunque la monarquía en su país fue abolida en 1946 gusta de aparecer en público y en las crónicas como duque de Saboya. Ella se ha casado ya tres veces, madre de tres hijos, en tanto él ha roto definitivamente con su esposa, con quien tuvo dos hijas.

Adriana Abascal López-Cisneros nació en Veracruz, México, hace cincuenta y cuatro años (tiene dos más que Filiberto) y gracias a su belleza ganó varios concursos de belleza en su país, quedando en quinta posición en el concurso Miss Universo. Con una activa vida social, se convirtió en una de las mujeres más conocidas y admiradas al contraer matrimonio con Emilio Azcárraga Milmo, el todopoderoso propietario de la cadena Televisa, en 1990. Se divorciaron en 1997.

El segundo de sus maridos fue Juan Vilallonga a partir del año 2000, cuando presidía la compañía Telefónica, cargo que le posibilitó su gran amigo José María Aznar. Habían sido compañeros de pupitre en su época de estudiantes. Vilallonga estaba ya casado y al contraer civilmente esa boda con Adriana Abascal, el matrimonio Aznar rompió su amistad con él. Ana Botella fue quien más lo sintió.

Adriana y Vilallonga, casados nueve años, tuvieron tres hijos. Se divorciaron y cada uno buscó una nueva pareja. Sentimentalmente, ella vivió después un romance con el francés Mathias Helleu. Se había radicado en París, donde mantuvo su presencia en desfiles de modas, ya no en las pasarelas, sino como espectadora. Su atractivo y elegancia se apreciaba en las revistas rosas.

Fue el pasado mes de enero cuando se destapó en Sevilla la noticia de que Adriana Abascal se había enamorado de un descendiente de los reyes de Italia, Manuel Filiberto de Saboya. Y en mayo, al conocerse que él y su esposa habían roto definitivamente, es cuando se ha acentuado más la íntima amistad de Adriana y Filiberto, que se ha paseado por las calles del Real de la Feria de la capital hispalense, asistiendo a alguno de los muchos eventos allí programados. No hay duda, a juzgar por sus gestos, que ambos están muy felices, y así lo han declarado a los reporteros.

¿Cuál es, concretamente, el historial de Manuel Filiberto relacionado con la dinastía italiana de los Saboya? Citábamos al principio su parentesco con los últimos monarcas italianos, Humberto II y María José, sus abuelos. Éstos, tuvieron cuatro hijos. Al perder el trono, forzados por unas elecciones, se marcharon exiliados a Portugal. A Estoril, donde unieron sus desdichas a las de los Condes de Barcelona, a quienes Franco les había prohibido regresar a España. Don Juan Carlos, por cierto, se prendó de la primogénita de aquellos reyes destronados, María Gabriela, que lo llamaba familiarmente Juanito, y también desde El Pardo le impidieron proseguir esa relación. De aquellos cuatro hijos de Humberto II, se ponía en duda que todos fueran suyos, por aquello de su condición sexual, en concreto de Víctor Manuel (llamado así en honor de su abuelo, el rey de Italia que hubo de ceder ante Mussolini). La verdad fue que Humberto y María José se llevaban como el perro y el gato, y ella abandonó a su marido yéndose a vivir a Suiza, donde dio rienda suelta a sus pasiones.

Ese hijo de ambos reyes sin corona fue protagonista de múltiples escándalos, que lo llevaron más de una vez la cárcel, por su imprudencia, su carácter rebelde. Frecuentaba los lupanares, se divertía acostándose con fulanas. Una deportista de espléndida figura lo apartó de aquella vida de crápula: Marina Doria. Se casaron y, al menos, sus correrías impropias de quien podía ser considerado un príncipe frustrado, dieron fin, no así sus obsesiones por regresar algún día a Italia, cosa que toda la Familia Real a la que pertenecía, tenía prohibido. En Ginebra, donde tenía fijada su residencia, fue donde nació Manuel Filiberto, el ahora enamorado de Adriana Abascal, hace de esto cincuenta y dos años.

Su padre no cesó en meterse en líos. Fue acusado de matar desde su yate a un joven alemán. Y en el almuerzo de la boda de Felipe VI con Letizia Ortiz se lio a puñetazos con su primo Amadeo de Aosta, ante las miradas de incredulidad de los invitados, muy en particular de la furia contenida de don Juan Carlos. Las razones de aquella impetuosa agresión se debía a una lejana y persistente enemistad entre la casa de los Saboya y la de Aosta, ambas todavía en liza para conseguir recuperar el trono italiano unos, y acceder a él los otros.

Víctor Manuel de Saboya, Marina Doria y el hijo de ambos, Manuel Filiberto, lograron que se les permitiera volver a su país, con la condición de jurar su adhesión a la República italiana. Muerto Víctor Manuel a los ochenta y seis años, es su heredero quien continúa luchando por recuperar las joyas valiosísimas que se incautó el gobierno sucesor de la Monarquía. Arguye Manuel Filiberto que fueron adquiridas por sus ancestros, su familia, y no pertenecen a la Corona. Pero el hijo del fallecido en 2021 Amadeo de Aosta, el que recibió los puñetazos en la boda de nuestro Rey, Aimone de Saboya Aosta, persiste en lo mantenido por aquel, su progenitor: que tales joyas son bienes del estado. Están guardadas en el Banco de Italia, hasta que algún día pueda aclararse tamaño embrollo.

Manuel Filiberto se casó con la actriz francesa Clotilde Courau en 2003, padres de dos hijas. Hace cuatro años el matrimonio "hacía aguas". Y ha sido este reciente mes de marzo cuando se ha descubierto que ya no hacían vida marital aunque para guardar las apariencias simulaban estar muy unidos.

Desconocemos a qué se dedica Manuel Filiberto. En la RAI italiana participó hace años en un programa de baile. En cambio sí se sabe que Adriana Abascal es una próspera empresaria, que patrocina una marca de calzado y no tiene problemas económicos. Ha continuado viviendo en París largas temporadas. En un inmediato futuro si su relación con Manuel Filiberto cristalizara en boda tendrán que decidir en dónde vivirán. A ella le apetece la capital gala, a él la italiana por razones harto comprensibles.

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