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Rodrigo Rato casa a su hija mayor este sábado

La hija mayor de Rodrigo Rato se casa este sábado en Carabaña, en un enalce llevado con tanto secretismo que se desconoce la identidad del novio.

La hija mayor de Rodrigo Rato se casa este sábado en Carabaña, en un enalce llevado con tanto secretismo que se desconoce la identidad del novio.
Europa Press

Este sábado, 14 de junio, quien fuera vicepresidente del Gobierno y Ministro de Hacienda durante el Gobierno de Aznar vivirá uno de los momentos más felices de su vida, tras una desgraciada etapa que lo llevó a la cárcel. Como padrino, estará presente en la boda de su primogénita, Gela, hija de su primer matrimonio.

Acerca de este enlace existen ciertas incógnitas. Como saber dónde y en qué iglesia tendrá lugar la boda. Posiblemente en la localidad madrileña de Carabaña, donde sí es seguro se celebrará la fiesta nupcial, un banquete al que se prevé asistan cuatrocientos invitados, muchos de ellos relacionados con la política y los negocios de años atrás, cuando Rodrigo Rato gozaba de un puesto clave en el Partido Popular. Deducimos asimismo por otras informaciones sobre esta boda que se ha querido silenciar la identidad del novio, al que no se cita en cuantas citas he consultado.

Carabaña, pueblo del sureste madrileño, es donde Rodrigo Rato adquirió hace años una finca por donde pasaron muchos personajes de la política española. Se recuerda una Semana Santa en la que, en una de las procesiones, en el balcón principal de aquella casa, se hallaban José María Aznar y su anfitrión, Rodrigo Rato. Siempre se les relacionó por su gran amistad, desde los tiempos de estudiantes. Hubo un momento cuando Aznar, a punto de concluir su segundo mandato en la Moncloa, iba a decidir quién sería su sucesor, las quinielas apuntaban a Rato, por su extraordinaria labor al frente del Ministerio de Hacienda. Sin embargo, el elegido fue, contra todo pronóstico, Mariano Rajoy. El dedo implacable de Aznar, porque Rato ya estaba poco menos que proscrito. Y no era por ningún desliz político.

Los Rato habían sostenido siempre una excelente relación con los Aznar. La esposa de éste y Ana Botella se llevaban estupendamente. Rodrigo se había casado en 1987 con Ángela (Gela) Alarcó, con quien mantuvo un matrimonio estable a lo largo de quince años, tiempo durante el que tuvieron tres hijos. Cuando se supo la ruptura de la pareja, los Aznar acusaron esa situación, lamentándola profundamente. Se supo que Rodrigo había abandonado su hogar, un lujoso piso en el madrileño barrio de El Viso, porque en 2002, a la boda de Ana Aznar y Alejandro Agag en El Escorial, había acudido solo. Ya por entonces convivía con quien había sido su secretaria en el Ministerio de Hacienda, la periodista Alicia González, con quien contraería segundas nupcias en 2015. Boda a la que sólo asistieron las dos hijas del político, Gela y Ana, pero no Rodrigo, que fingió un viaje inexcusable. El nuevo matrimonio se fue a vivir a un confortable piso en la calle de don Ramón de la Cruz, en el exclusivo barrio de Salamanca.

La carrera profesional de Rodrigo Rato después de su excelente paso por el Ministerio de Hacienda, donde logró magníficos resultados para la política económica del Gobierno Aznar, alcanzó su envidiable puesto al ser elegido director general del Fondo Monetario Internacional. Su estancia en Nueva York unos años le proporcionó en tan influyente cargo un indudable prestigio en el mundo de las finanzas. Inexplicablemente renunció a ese cargo, aduciendo asuntos personales. ¿Podemos creernos que su segunda esposa así se lo pidió? Pudo ser así, no obstante parece más razonable pensar que medió algún problema de otra índole. Regresó a España junto a su enamorada mujer. Y se vio implicado como presidente de Caja Madrid en un turbio asunto acerca del llamado caso de las tarjetas Black, causa de que fuera a la cárcel, aunque de los cuatro años y medio al que fue condenado, sólo cumplió dos, para salir a la calle en régimen de libertad condicional. Era la caída, el viaje a los infiernos, de quien había sido un hombre fuerte del Partido Popular, responsable con éxito de la economía durante su paso por el Gobierno Aznar. Aún, a estas alturas, tras un recurso, le queda por resolver otra acusación por la que le piden cuatro años de prisión y dos millones de euros de multa por presunto fraude a la Administración Pública.

En esa travesía sobre su incierto futuro, a sus setenta y seis años, Rodrigo Rato ha estado siempre acompañado por Alicia, su esposa y sus hijos. Publicó en 2023 el libro "Hasta aquí hemos llegado", donde contaba sus peripecias judiciales y carcelarias, justificando lo que creía necesario, defendiendo su verdad. Y ha procurado en los últimos tiempos llevar una discretísima vida, evitando ser visto en la calle. Su reaparición pública este sábado significará un momento importante, muy emotivo, al llevar del brazo en la iglesia a su querida hija Gela.

La novia tiene treinta y cuatro años, licenciada en Derecho y Administración de Empresas. En 2013 trabajó en Telefónica y en 2018, mientras su progenitor estaba encarcelado, se fue a Londres a desempeñar un puesto en una relevante empresa financiera. Muy relacionada con su tío, el sacerdote Enrique Figaredo Alvargonzález, lo ayudó en funciones de voluntariado en la sede religiosa donde éste en Camboya se ocupó al frente de una asociación que prestaba apoyo a jóvenes descapacitados. Gela, siempre ha sido el ojito derecho de Rodrigo Rato.

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