
No descubro la pólvora si les comento que cada matrimonio es un mundo. Dicen los psicólogos estos días que el verano, en vez de unir a las parejas, es motivo de discusiones diarias camino de la playa. La distancia, cuando él viaja mucho, a veces las une más. Entonces, estar muchas horas juntos día tras día ¿puede acabar desuniéndolas? No tomen en serio esto último, pero sepan cómo han resuelto su unión la actriz canaria Goya Toledo y el guitarrista norteamericano Craig Ross.
Comencemos por situar a Goya Toledo, de nombre completo Gregoria Micaela Toledo Machín, nacida en Arrecife, Lanzarote, hace cincuenta y siete años. Muy atractiva. Con un carácter independiente. Discreta: "No hablo de mi vida ni la de nadie".
Está en su derecho manteniendo esa forma de ser y pensar, idiosincrasia que, siendo un personaje público, no nos impide, con todo respeto, contarles algunos pasajes de su existencia. Por ejemplo, que a los diecisiete años dejó su hermosa isla para ingresar en la academia de arte dramático de Cristina Rota, en Madrid, donde se hizo muy amiga de su condiscípula Penélope Cruz, con quien ha mantenido frecuente contacto. Hay biografías que le adjudican a Goya Toledo haber sido modelo, lo que ella niega. Y otro error de los plumíferos que le endosaron la mentira de ser hermana de la presentadora Jose Toledo, con quien nada tiene que ver, salvo el paisanaje y un mismo apellido.
Goya Toledo lo que deseó siempre es ser actriz. Y lo sigue siendo. Estaba espléndida en "Mararía", como más recientemente en la película de Alejandro González Iñárritu "Amores perros". Fue inspectora jefa en la popular serie televisiva "Los hombres de Paco". Y como anécdota, hace ya sus buenos años que apareció en el videoclip de Joaquín Sabina promocionando "Y nos dieron las diez". Desde luego, su filmografía es interesante como también el listado de series en las que ha tomado parte. En activo, su último largometraje fechado en 2024 es "Culpa tuya".

Y ahora llega el momento de que se enteren los pormenores de su matrimonio, después de haber vivido otros amores, de ellos conocemos dos, con Carlos Ochoa y el actor francés Olivier Martínez.
Estando en Los Ángeles, Goya Toledo entró en un salón de billares. ¿Para jugar, para mirar solamente? Se fijaría en las bolas y en los tapetes verdes, pero lo que más llamó su atención fue la presencia de un melenudo jugador que resultó ser Craig Ross, a la sazón brillante guitarrista de música pop, colaborador en ocasiones de dos ídolos, Mick Jagger y Eric Clapton. Pero que habitualmente estaba a las órdenes de otro divo, Lenny Kravitz.
Simpatizó la actriz canaria con el músico de Los Ángeles. Eso ocurría en 2011. Se encontraron unas cuantas veces más. Muy enamorados. Casándose en ceremonia íntima a comienzos de 2015. Que sepamos, sólo existe, al menos para la curiosidad periodística y pública, una sola fotografía del enlace.
¿Y qué creen nuestros lectores que esta pareja ha hecho desde entonces? Vivir cada uno en su país, ella naturalmente aquí, y él en Estados Unidos, habitualmente en las Bahamas, en Nassau, donde también ha residido muchos años Lenny Kravitz, desde que era niño.
Pero entonces, la pregunta es ¿cuándo se ven? Cuando pueden, cuando quieren. Él tiene casa en las Bahamas, donde Goya Toledo habita la época en la que desea estar con su marido. Y si es al revés, Craig se siente muy a gusto también si se reencuentra con su esposa en Lanzarote, compartiendo jornadas con la familia de Goya. Y si es Madrid, siempre tendrán un hotel o vivienda donde compartir lecho.
¿Con qué frecuencia se ven? Lo ignoramos. Goya no nos da pistas. ¿Y para resarcirse, luego conviven semanas, meses o…? Tampoco salimos de dudas.
Goya Toledo cuenta, repetimos, cincuenta y siete años, en tanto Craig tiene sesenta y uno, aunque aparenta menos contemplándolo en una fotografía. Éste, no ha dicho ni pío a ningún periodista, que sepamos, sobre su extraño matrimonio. En cambio, rescatamos una breve declaración de Goya Toledo sobre el particular: "Hemos llegado a esta situación y ojalá estemos así toda la vida". Apostamos a que, cuando se ven, discuten poco. O nada. Pero seguro que tienen muchas cosas que contarse tras su elegido alejamiento.

