
"No todo el monte es orégano", reza un antiguo refrán. Viene a cuento porque la popularidad, esa supuesta fama que mucha gente atribuye a personajes habituales en televisión, no siempre es signo un día de que esté acompañada de una buena posición económica. El mundo de los actores es proclive a ello: los hay que tuvieron días de gloria para acabar medio arruinados o sin sitio donde dormir. Nos ocuparían centenares de folios tal asunto. Sin llegar a un caso crítico, la existencia de Eduardo García, que tuvo unos años afortunados en una serie de televisión, "Aquí no hay quien viva", es hoy preocupante, cuando hace tiempo que no lo contrata nadie, se gana los garbanzos trabajando de camarero en un pueblo de Toledo, gana lo justo y gracias a sus padres puede tener un techo donde dormir.
Les recordamos quién es Eduardo García Martínez, madrileño de treinta y tres años, que en el colegio ya se destacaba por ser gracioso, de lo que derivaría cuando ya fue adolescente en su decisión de ser actor. Así, por las buenas, sin adiestramiento alguno.
Corría el año 2003 y Eduardito, con once años, hizo su primer papel en la serie de Antena 3 "Un lugar en el mundo", con mala suerte a poco de programarse, porque fue eliminada de la programación por su escasa audiencia. No se amilanó el muchacho porque poco después se desquitó en "Aquí no hay quien viva", donde era José Miguel, Josemi, el hijo del presidente de la comunidad de vecinos. Fu su gran oportunidad, pues se emitieron un elevado número de capítulos, que a él le supieron a gloria bendita, porque se embolsaba una aceptable pasta y además por la calle lo miraban mucho. En aquel 2005, hizo de policía ¡con trece años! en la película "Torrente 3. El Protector". Resulta que Santiago Segura, guionista, actor y director de esa película se acordó de Eduardo, porque coincidieron en el primer capítulo de "Aquí no hay quien viva". Y lo contrató.
Bien le iban las cosas a quien entre familiares y amigos era conocido como Dudu. Hasta que "Aquí no hay quien viva" desapareció de la pequeña pantalla. ¿Por qué, si tenía éxito? Resulta que Telecinco le compró el quince por ciento de la serie a quien era su productor, el ventrílocuo y empresario José Luis Moreno, a cambio de once millones de euros. Y la cadena lo que hizo entonces fue aprovecharse de la trama de "Aquí no hay quien viva", y de sus actores, para estrenar otra parecidísima pero con otro título, obviamente, "La que se avecina", pues los derechos de la anterior seguían en manos de Moreno.
Y por razones que nunca entendería Eduardo García, su papel ya era otro y con menos apariciones: el de un adolescente con problemas llamado Fran. Pasados unos meses a Eduardo "le dieron puerta", dejándolo en la calle. Muy cabreado, se ocupó de vengarse con el poco sutil procedimiento de hacer unas declaraciones poniendo verdes a los hermanos Caballero, guionistas de "Aquí no hay quien viva". Llamándolos explotadores y otras lindezas, que no le sirvieron para cambiar su situación laboral. Además, la tomó con su ex compañero de la serie, Fernando Tejero, acusándolo de haberse apropiado de una frase suya para hacerla propia.
De esa época controvertida para Eduardo García sólo consiguió una colaboración en los programas de José Mota, en el personaje de "El tío de la vara".
Harto de esperar que lo llamaran para alguna otra serie decidió abandonar su faceta de actor, coinvirtiéndose en rapero. Dio en divulgar a través de vídeos en YouTube una pieza que se hizo viral, "Los Burlaos". Entusiasmado siguió con ese camino, tras crear un grupo de rap llamado LFAM, con el que grabó un álbum, el único de su nueva carrera, titulado "Gnosis". Pero las actuaciones de Dudu y los suyos no le daban para comer.
Encontró trabajo como camarero en un pueblo toledano. Y así es su vida actual, sin otros ingresos que los que obtiene en ese bar, y al menos con un techo donde dormir, el de la casa de sus padres, que lo ayudan cuanto pueden, que es poco. El futuro es más bien negro para Eduardo. Pensará que, en su preocupante situación, así "no hay quien viva".

