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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

¿Hay que erradicar el piropo?

En fin, como suele pasar cuando surgen cuestiones importantes, nuestros poetas no podían menos que discrepar.

En fin, como suele pasar cuando surgen cuestiones importantes, nuestros poetas no podían menos que discrepar.

Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial, ha dicho que hay que erradicar el piropo. Es reconfortante que exista este observatorio, igual que sus homólogos autonómicos y municipales. Los contribuyentes nos sentimos orgullosos de que nuestro dinero se gaste (¡a manos llenas!) en tan fundamentales asuntos. Habría que inundar España de muchos más observatorios todavía. Y poner sueldo y despacho a muchísimas más Ángeles Carmonas.

En fin, como suele pasar cuando surgen cuestiones importantes, nuestros poetas no podían menos que discrepar. Lean, lean.

EN CONTRA DEL PIROPO
por Monsieur de Sans-Foy

El piropo es un vicio de lo más asqueroso:
cataloga a las hembras con ojito goloso
y, escogida la presa, la apuntilla a traición.

El estatus pasivo: la mujer es la diana
del gachó que presume de su gracia serrana,
y a ningún conejillo se le pide opinión.

¿Que los hay divertidos? Como todo en la vida,
pero siempre esa gracia con la boca torcida:
José Luis López Vázquez, el donjuán nacional.

Quien defiende el piropo, sin querer, da por hecho
que el varón que se precie tiene siempre derecho
a decir del gorrino lo que vale en canal.

A FAVOR DEL PIROPO
por Fray Josepho

Me dicen macizorro. Me dicen tío bueno.
A veces, a mi paso, me arrojan el sostén.
Me dicen que les pirra mi físico moreno.
Que soy estimulante. Que estoy igual que un tren.

Me dicen que mis ojos las dejan dando tumbos.
Que excito su libídine (que no sé qué será).
Me dicen que quisieran morderme los gayumbos
después de haber bailado conmigo el chachachá.

Me dicen que querrían comer fresas con nata
en mis abdominales, marcados a cincel.
Me dicen terremoto, me dicen catarata.
Me dicen que ansiarían trincarme en un motel.

Me dicen que humedezco sus no sé qué regiones.
Me dicen toro bravo e indómito león.
Me dicen cosas raras de encajes y succiones.
Me dicen picatoste. Me dicen polvorón.

Me dicen tantas cosas… que a veces no las pillo.
Tan solo doy las gracias, con suma timidez.
En fin, Mesié. Me dicen que está usted celosillo…
o enfermo de remilgos, melindres y ñoñez.

En Chic

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