Ese recuerdo me motivó a ofrecerte estas cortas líneas, pero emotivas y llenas de sentimientos. Todas ellas impulsadas por el amor.
Te entrego mis medidas, mi mareo, mi calma, mi risa, mi ocaso, mi manera de curar las heridas, mi pasión, las razones por las cuales estás en mi corazón. Por eso, vengo a ofrecerte lo que soy. Por favor, agarra fuerte mi mano.
Quiero cerrar un segundo los ojos y verte en mis sueños llamándome. Quiero poder volar con el viento y sentir que te abrazo en un beso. Te aseguro que desde donde estoy llevo tu imagen y esté donde esté abro mi alma y te veo hoy. Te hago llegar un hermoso recuerdo que está latiendo en estas líneas que hoy escribo para ti.
En estos días he visto salir y ponerse el sol, y he sentido que en cada aurora te vas y con el alba regresas. Te garantizo que cada noche que sueño contigo sangro por dentro. En cada amanecer salgo a buscarte otra vez y pienso de dónde saco el valor en esta gris tempestad. Cada segundo sin ti se hace más doloroso y la compasión no ayuda a mi pobre corazón.
¿Quién podrá ser capaz de cosechar sin sembrar semillas de mi pasión? Varado sobre mi piel quedó aquel beso de nuestra despedida. Y mientras espero al alba, pienso que seremos dos frente al mundo porque sé que llegarás nuevamente a mí y te abrazaré agradecido. Me has bendecido con tu existir y por eso me pregunto, ¿qué dirán de Dios cuando descubra que ha permitido que un ángel viva sólo para mí?
Te cuento que soñar puede cambiarnos, suele curar las heridas. El amar puede abrir las puertas del corazón y estoy seguro de que te ayudará a decidir. Estas líneas son la única manera que tengo para decirte, a viva voz, cuánto te amo.
Félix