Son ángeles del amor que planean sobre los tejados, con capa amarilla y sombrero azul. Enviados de otros mundos, motivo y razón por lo que les acompaña una estrepitosa tormenta de truenos y relámpagos, y que cuando escampa van desparramando detallada, y minuciosamente manjares para alimentar el gozo y el placer terreno; y son para tí que apenas en tus bolsillos rotos, hechos trizas, lo han ido perdiendo todo por el camino.
¿Qué cómo lo sé?
Pero aún más hermoso ha sido verles caminar con vosotros cuando no ibais a ninguna parte, y cubriéndoos entre los pliegues sinuosos de sus divinas capas, os vistieron con la fascinación y hermosura que eclipsaban vuestro entendimiento y corazón, que latía con golpes sonoros, que yo escuchaba.
¿Qué por qué lo sé?
Y vuestros ojos perdidos, vacilantes, sin horizonte, se convirtieron cómo en un milagro, en agua de río fresca y corriente; en lagos de amarillo, azul y verde manzana, que brillaban a la luz del sol, al igual que a la luz de la luna blanca .Y todo porque creísteis ser amados.
¿Por qué te lo cuento?
Cierto es que he oído hablar de prodigios, de hechos sobre naturales, aunque no ha lugar a comparaciones .Sólo el amor mueve montañas y es lo más grande de las estrellas hacía abajo, salvo la imaginación, reina para bien o para mal de vuestras vanidades .Y es real que pasado el tiempo la verdad se entierra, y la mentira campa a sus anchas.
¿Crees que alguien me lo ha contado?
Los ángeles del amor nunca cancelaron vuestras puertas, no pusieron barrotes a las ventanas, ni confundieron cielo y tierra; son enviados que escapan del lento compás de vuestros pasos, amores con pies de barro. Antes de volar arrancaron de su plumaje una y otra promesa para no dejaros caer al vacío, las plumas de sus alas son esa brisa suave y fresca que os recordará por siempre su victoria, de la que vosotros fuisteis los únicos ganadores.
Me dijiste amiga: tú te habrías enamorado de él .No, monina, yo soy un ángel.
Luisa
