Tendrás que disculpar el medio que estoy utilizando para hacerte llegar la carta. He preferido que este texto no tuviera que pasar por todos los trámites burocráticos del cartero de correos, evitando así que se encontrarse en un depósito oscuro acompañado de posibles malas noticias, o con tarjetas postales de lugares sin conocer, o simplemente con avisos bancarios recordando las deudas pendientes de pago, o la hipoteca vencida que conllevará a una medida drástica y desagradable.
Como ves, no ha tenido que pasar por todo eso, pues he pensado que la voz maravillosa de Ayanta (¡te va a encantar!) sería el medio más eficaz para asegurarme de que llegara hasta a ti ya que en el sobre postal no sabría qué dirección poner.
Tu adiós me dejó paralizada. Me ha sorprendido mucho que te fueras así, de repente, sin avisar, sin dar signos de quererte ir ni de que estuvieras incómodo, molesto, triste o abatido. Justo el día anterior habías estado jugando con los niños.
Pocos días antes de tu ausencia había hecho planes, había pensado ir al Mavirí, tu y yo solos, a disfrutar de una riquísima comida a base de mariscos, de esas que hacen en los restaurantes que hay a la orilla de la playa. El restaurante lo elegirías tu, el que más fuese de tu agrado; yo invitaría.
También había pensado comprarte un kit de pintura, pues me parecía un desperdicio dejar escapar tu gran talento para dibujar, y no me parecía justo que las únicas obras de personas que has hecho fueran la foto de aquella novia que tuviste siendo muy joven y que no llegué a conocer, y la mía. Es curioso que la mayoría de tus dibujos fueran por encargo, por eso poco queda en casa, de tu pasión.
Quiero agradecerte me dieras a conocer a Camilo Sexto, Julio Iglesias, Mocedades, José José... tus artistas preferidos al tocar la guitarra. O disfrutar oírte cantar con el karaoke (realmente me gustaba mucho tu voz) aunque te costara llevar el ritmo y culparas a la melodía de ir más lenta o más de prisa que tú.
No puedo olvidar tu forma de conducir, sin prisas para llegar, disfrutando más del viaje que del destino. O todas tus ocurrencias descabelladas, como pensar que poniendo tus botas mojadas encima de la hornilla se secarían más rápido.
¡Todos mis planes te los llevaste contigo!
Desde luego que no es un reproche, se que fue lo mejor para ti; así lo quiero pensar y aceptar, pero no es fácil. En casa hay un hueco, tu hueco, que nadie ocupará jamás, que nadie será capaz de merecerlo, naciste para ocuparlo solo tú. Nadie quiere olvidarte, ni mi madre, ni tus hermanos, ni los niños... no comprendemos qué pudo pasarte.
Está claro que pensaste que donde estás, hacías más falta que aquí. Me consuela saber que te acompañan mi padre y mi hermano. Seguramente ya empezaste a reservarnos un sitio a vuestro lado, donde podamos reunirnos y hacer una gran fiesta en la que por fin estemos todos: papá, mamá y todos sus hijos.
Perdóname que no estuviera ahí ese último día; sabes que la distancia no es mi aliada, y mi trabajo ha sido mi más grande obstáculo. No voy a explicarte cómo pasó, pues no quiero echar culpas a nadie de porqué no fui. Digamos que Dios así lo quiso.
Te he recordado cada día. A Dios le pido por que te tenga en la gloria. Pero no puedo evitar llorar cuando veo tus fotos, y en el corazón llevo el dolor de saber, que desde la última vez que nos vimos, han pasado más de 17 meses, y que el tiempo irá en aumento.
A casi un mes de tu partida, todos intentamos adaptarnos a la nueva situación sin ti. Te imaginarás que a la que más le está costando es a mamá; no se acostumbra a ver morir a sus hijos, no es lo normal, ya ves que la muerte de Nacho le dejó marcada de por vida al quedarse sin poder comunicarse después de darle "eso" en el cerebro. Sé que ella es muy fuerte, pero le costará superar ahora esto.
No quisiera despedirme, porque me gustaría estar en comunicación contigo cada vez que necesite recordar lo que vivimos juntos. Sé que no podrás hacerme llegar tu respuesta a esta carta, pero todas las que tengas me las vas guardando para cuando volvamos a encontrarnos, pues tendré tiempo de sobra como para leer todas las cartas que cada uno de los que también están ahí, quisieran poder hacer llegar a sus seres queridos, a aquellos que aún están lamentando los "hubiera..." que se quedaron pendientes porque vivimos pensando que somos inmortales y luego la realidad nos demuestra que morir es lo único seguro que tenemos.
Bueno hermano, ya tengo que dejarlo aquí, me he excedido de las 20 líneas máximas exigidas para entrar en el concurso y por ello es muy probable que la carta no sea elegida para ser leída y te quedes sin escucharla, pero tengo tantas cosas que no te dije... Cuídanos desde ahí y mándanos tu cariño, que ya conoces como es tu familia.
Lilia Sarmiento