¿Se puede ver la música? ¿O sentir el sabor de una caricia? El fotógrafo alemán Martin Klimas ha explorado la sinestesia, definida como la asimilación simultánea de varias sensaciones provenientes de diferentes sentidos de manera conjunta, en un mismo acto perceptivo, procediendo a retratar lo primero.
Las esculturas sónicas de Klimas son una serie de fotografías que provocan una serie de ondas sonoras cuando interactúan con la pintura. Para lograr semejante efecto, el fotógrafo utiliza un altavoz normal con una membrana diseñada como un embudo y cubierta con un plástico.
El experimento continúa: el alemán afincado en Düsseldorf dispone los colores en el lienzo, sube la música hasta el máximo de decibelios posible, y simplemente deja que la magia surja de la nada gracias a las ondas y vibraciones de sonido.
El fotógrafo se retira para no intervenir, y utiliza un dispositivo automático para que se dispare la cámara, convertida ahora en una especie de pincel: el efecto es lo más parecido a fotografiar la música, goterones estallando en el aire que ofrecen un aspecto muy parecido a las clásicas salpicaduras del vanguardista Jackson Pollock.
De esa manera, cada música, estilo o canción ofrecerá un cuadro distinto. No obstante, los temas con mucha percusión -que producen más ondas- son los que mejor funcionan, tal y como ha podido apreciarse en las numerosas exposiciones protagonizadas por el artista.