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Katy Mikhailova

Horterismo ilustrado

Si Cristóbal Balenciaga levantara cabeza, no daría crédito de cómo se ha prostituido su apellido.

Si Cristóbal Balenciaga levantara cabeza, no daría crédito de cómo se ha prostituido su apellido.
Las crocs de Balenciaga. | Balenciaga

Balenciaga lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a demostrar que el horterismo ilustrado es moda para el pueblo pero sin el pueblo, y con muy poco gusto. Su última ocurrencia son las ‘Crocs stiletto’. Para ilustrarles más si cabe, se trata de unos zuecos de goma (los clásicos Crocs) pero estos van adheridos a una especie de tacón. Ya hizo algo parecido hace unos años, pero con más gracia al adherirles una infinita plataforma.

En ambos casos, hablamos de transformar un calzado cómodo y perfecto para adentrarse en las aguas de Marina D'or, ciudad de vacaciones, previo pasillo de piedras, por ejemplo; o para ir de pescas un domingo de verano. Zalando las tiene por unos 40 euros. Convertir este complemento en un bien preciado de lujo, añadiendo para más inri la incomodidad del tacón es un absoluto sinsentido digno de otra pataleta (y paletada) del director artístico, Demna Gvasalia. Se dice, se comenta y se rumorea que su precio rondará los 700 euros. Se dice y se comenta, se sabe y se nota, que no es la primera polémica generada por el georgiano, que ya ha hecho de las suyas con las zapatillas ‘de andar por casa’ con pelitos o la mítica bolsa de plástico inspirada en la de Ikea. Si Cristóbal Balenciaga levantara cabeza, no daría crédito de cómo se ha prostituido su apellido.

Gvasalia es, para muchos ‘expertos’ de la moda, el ‘nuevo lujo urbano’, y los números hablan por si solos. Lo que toca, lo que transforma, lo que impone: vende. Sumemos y sigamos.

Los famosos Crocs desde que aterrizaron en nuestras vidas en 2002 ya han sido pateados en más de 300 millones de pies por todo el planeta. Desde Justin Bieber pasando por Ariana Grande, entre múltiples celebs, son algunos de los ‘influencers’ que han sucumbido al no-encanto de un producto tosco y vulgar, pero que busca la comodidad ante todo. De hecho en su momento fue catalogado como el ‘calzado más feo del mundo’. Cristopher Kane, afamado diseñador cuya marca pertenece al conglomerado de lujo Kering, las ‘sacó’ en una Fashion Week en 2017, sin importar ‘el-qué-dirán’. Estas ‘ugly Shoes' llenan cientos de ‘chiringuitos’ de playa de colorines, conviviendo con el cocodrilo inflable, portadas de Semana, Times y otras cabeceras para guiris y visitantes, el calipo estival y los manguitos para los desahogos. Les escribo desde Alicante, con vistas al mar, y ya me ha apetecido subirme en unas Balenciaga Crocs, pasear por el puerto, y que fluya la magia.

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