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La verdad histórica de la Misa del Gallo: ni el animal ni la negación de Pedro

Desde las zambombas españolas hasta el folclore andino, el festejo litúrgico une a millones de fieles bajo el simbolismo del pregonero de la luz.

El Patriarca Latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, presidió este domingo la misa de Navidad en la única parroquia católica de la Franja de Gaza. | EFE

Cada 24 de diciembre, mientras muchas familias terminan su cena de Nochebuena, las campanas de miles de templos en todo el mundo convocan a la Misa del Gallo. Esta celebración, que tradicionalmente arranca a las doce de la noche, es mucho más que un oficio religioso; es el puente litúrgico que marca el fin del Adviento y el nacimiento de Jesús. Sin embargo, su nombre y su horario esconden una mezcla de historia romana, decisiones papales y leyendas populares.

Para encontrar la raíz de esta costumbre debemos viajar al siglo V. De hecho, se atribuye al Papa Sixto III la institución de una vigilia nocturna en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma. El pontífice deseaba conmemorar el nacimiento de Cristo justo en el momento en que se creía que había ocurrido.

Originalmente, esta misa se celebraba ad galli cantus (al canto del gallo). Para los antiguos romanos, esto no era solo una referencia al ave, sino una forma de medir el tiempo: el "canto del gallo" era el nombre de la cuarta vigilia, el instante en que comenzaba el nuevo día tras pasar la medianoche. Por tanto, la misa no se llama así por el animal en sí, sino por la hora en que los romanos marcaban el inicio de la jornada.

El gallo como primer testigo

A pesar de la base histórica, la piedad popular ha preferido explicaciones más poéticas. Tanto es así que, en pleno siglo XXI, una de las fábulas más extendidas sostiene que un gallo fue el primer animal presente en el establo de Belén. Según este relato, al presenciar el nacimiento del Niño Dios, el ave rompió a cantar con una potencia inusitada para comunicar la noticia al buey, a la mula y, finalmente, a los pastores.

Otra teoría vincula el nombre a la Iglesia de San Pedro en Gallicantu, en Jerusalén, donde se recuerda la profecía de Jesús a Pedro: "Antes que el gallo cante, me negarás tres veces". Sea como fuere, el gallo ha quedado como el símbolo del pregonero de la luz que irrumpe en la oscuridad.

Tradición en España y Latinoamérica

En la cultura hispana, la Misa del Gallo es el epicentro de la Navidad. Antiguamente, en España, era costumbre que los fieles llevaran zambombas y panderetas a la iglesia para imitar el sonido de los pájaros y celebrar la alegría del nacimiento.

Por su parte, en Latinoamérica, la tradición se ha enriquecido con el folclore local. En países como México o Venezuela, la misa culmina con el ritual del "beso del Niño", y en las regiones andinas es común ver danzas típicas frente al altar. En Paraguay, el aroma de la flor de coco y los pesebres cargados de frutas enmarcan esta vigilia, fusionando la fe cristiana con la exuberancia de la naturaleza americana.

En la actualidad, el rigor del horario ha cedido paso a la funcionalidad. Debido a la avanzada edad de muchos feligreses y a los nuevos horarios familiares, muchas parroquias celebran la llamada "Misa del Pollito", adelantando el oficio a las ocho o nueve de la tarde. A pesar de estos cambios, el mensaje universal de la ceremonia permanece intacto: una invitación a la fraternidad y a la esperanza, recordando que, incluso en la noche más cerrada, la luz siempre encuentra un camino para nacer.

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