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La secta antivacunas: captación, ritual y acoso

El movimiento antivacunas ataca a los medios que destapan sus vergüenzas y ponen en peligro su chiringuito, como esRadio o Quillette.

El movimiento antivacunas ataca a los medios que destapan sus vergüenzas y ponen en peligro su chiringuito, como esRadio o Quillette.
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Los antivacunas tienen un nuevo objetivo a batir: los medios de comunicación que desmontan sus bulos y ponen en evidencia la absoluta incongruencia de sus teorías. Más que nada, porque ponen en riesgo su chiringuito. Entre ellos, el que han montado alrededor del dióxido de cloro y que les ha hecho merecedores del término "bebe lejías". Un "antídoto universal" que, desde hace muchos años, les vale para todo: cáncer, sida, artrosis, autismo y lo que se les ponga por delante.

Desde el inicio de la pandemia lo recomiendan, venden y administran para prevenir y tratar la covid. Una vez que comenzó la campaña de vacunación (y ellos la de descrédito sobre el fármaco) para evitar inocularse la vacuna, según ellos "mortal y peligrosa". Y, lo último, también para eliminar los restos de la inyección, en caso de haberla recibido. Lo llaman desgrafenarse.

Un auténtico disparate que ha puesto en pie de guerra a las autoridades sanitarias, que alertan de los peligros de su consumo, y han denunciado algunos medios de comunicación. De una forma firme y contundente, lo hemos hecho en LD y esRadio. En consecuencia, aunque no es nuevo, estamos siendo duramente atacados por los activistas antivacunas. Pero no somos los únicos.

Hace unos días, la australiana Claire Lehmann, fundadora de la revista liberal Quillette, se dirigía a sus lectores para hacerles partícipes de la campaña de acoso que los antivacunas han lanzado contra la publicación y ella misma, a través de correos electrónicos y comentarios en las redes sociales.

Funcionan como una secta

La forma de proceder de estos movimientos es similar a la de una secta. Ya hemos hablado de algunos de sus líderes, en reportajes anteriores. Ha llegado el momento de hablar de su funcionamiento.

Empezamos por el proceso de captación: hacen creer a la "víctima" que ellos disponen de información única y reveladora que no encontrarán en otro sitio, que somos objeto de una gran conspiración en la que participan gobiernos, medios y multinacionales, que nos engañan sin escrúpulos... Y, por supuesto, que ellos, y solo ellos, nos pueden salvar.

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La segunda parte, el ritual. Aquí entra en juego el dióxido de cloro, que recomiendan para todo.

Han creado un catálogo de protocolos, con distintas dosis y formas de administración (oral, rectal o intravenosa).

Aquí encontrarán los relacionados con la covid, incluso para niños.

La tercera pata de los movimientos antivacunas es el activismo: protestas, difusión de bulos y ataque a todo aquel que pueda desmontar su sarta de mentiras. De ahí la inquina contra algunos medios de comunicación y sus líderes, a los que acusan de censura, para añadir un ingrediente más a la ecuación: la victimización, que siempre funciona.

Todo ello para desacreditar los beneficios de las vacunas. En los tiempos que corren, están muy centrados en los fármacos contra la covid. Y es que la batalla contra el resto de las vacunas está más que perdida, desde hace tiempo. En el mundo desarrollado, los niños las reciben desde que nacen y nadie, salvo raras excepciones, cuestiona que es necesario que así sea.

En la ciencia no hay debate

El caso del movimiento contrario a las vacunas contra la covid es curioso, ya que es la primera vez en la historia que nace antes que el propio fármaco. La campaña de desinformación contra los distintos fármacos autorizados en Europa ha sido brutal. El Instituto Balmis de Vacunas ya advirtió de que esto ocurriría. Las mentiras que han circulado sobre las vacunas y los efectos secundarios de su administración han sido tremebundas.

La realidad es que, en la comunidad científica, no hay debate sobre las vacunas. Hay un acuerdo casi unánime en que es uno de los descubrimientos más importantes de la medicina. Han salvado miles de millones de vidas, a lo largo de su historia. Solo la del sarampión, alrededor de 200 millones desde el año 2000. De ahí el importantísimo papel de los fármacos contra la covid para frenar los efectos de la pandemia generada por el nuevo coronavirus, el Sars-Cov-2.

De todas las crisis, se puede hacer negocio. Pero hay muchas maneras de hacerlo. Es innegable que las farmacéuticas responsables de las vacunas contra la covid han obtenido pingües beneficios durante la pandemia. En su caso, es el resultado de décadas de esfuerzo, trabajo e inversión, precisamente para estar preparados ante una emergencia sanitaria como la que nos encontramos. No es comparable al chiringuito antivacunas cutre y peligroso que han montado los "bebe lejías", a costa de la salud de otros, como hemos denunciado en LD.

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