
La revisión de datos de radar obtenidos en 2010 en el Mar de la Tranquilidad, el lugar donde el hombre pisó la Luna por primera vez, ha aportado pruebas de que la Luna podría esconder bajo su superficie grandes cuevas y túneles, que podrían servir como refugio para misiones tripuladas y estancias prolongadas en el satélite.
El estudio, publicado en la revista especializada Nature Astronomy, analiza en profundidad con nuevas técnicas de procesamiento los datos que en su día logró la sonda LRQ de la NASA en la fosa más profunda de la Luna, con un radio de unos 100 metros. Indicios como el aumento del brillo del radar en el lado oeste de la fosa y otros datos han llevado a los investigadores, de la universidad italiana de Trento, a afirmar que existen tubos o conductos volcánicos en esa zona y que probablemente son un rasgo común a las grandes llanuras lunares.
Hasta ahora, se conocía la existencia en la superficie de la luna de más de 200 fosas y conductos y ya se había teorizado con la posibilidad de que constituyeran la puerta de acceso a una gran red de túneles. Ahora, los investigadores postulan que en efecto existen y que en el caso del investigado, se trataría de un conducto situado a una profundidad de entre 130 y 170 metros, con una longitud de entre 30 y 80 metros y una anchura de unos 45 metros. Conduciría a una cueva inclinada un máximo de 45 grados y, señalan, probablemente accesible.
17 grados
El hallazgo abre la puerta a seguir investigando sobre la Luna subterránea, que en el futuro podría servir para proteger a futuras misiones tripuladas de la radiación, 150 más potente que en la Tierra, del impacto de meteoritos o de las temperaturas extremas, que en la cara iluminada de la Luna pueden alcanzar los 127 grados, mientras que en la oculta pueden descender a -173.
Las cuevas y redes de túneles podrían convertirse en lugares seguros para construir infraestructuras que permitan una exploración del satélite sostenida en el tiempo. La misión de la NASA que investigó el agujero en 2010 aportó el dato de que la temperatura al fondo del foso sería de 17 grados centígrados, lo que ya alentó la posibilidad de que en el futuro el subsuelo lunar pudiera ser candidato a albergar misiones. "Los humanos evolucionaron viviendo en cuevas y quizás volvamos a las cuevas cuando vivamos en la Luna", postuló en su día uno de los investigadores de la NASA, David Paige, al postular que los agujeros y posibles galerías disfrutarían de esa temperatura de forma estable.
