
Las variaciones en el nivel del mar durante los ciclos glaciales e interglaciales han influido de forma decisiva en la evolución de la biodiversidad marina en islas como las Canarias. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio internacional liderado por el investigador Sérgio Ávila, de la Universidad de Azores, en el que ha participado el Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA) del Cabildo de Tenerife.
El trabajo, que ha contado con la colaboración de Esther Martín-González, conservadora de Paleontología y Geología del MUNA, plantea una ampliación del modelo tradicional de biogeografía insular marina. Lo hace integrando por primera vez la dinámica de fusión y fisión de islas, es decir, los procesos por los cuales dos o más islas pueden conectarse o separarse en función del nivel del mar. Según han explicado desde el Cabildo, estos cambios han condicionado procesos biológicos fundamentales como la especiación, la dispersión o la extinción de especies.
Tres tipos de islas
Los investigadores han propuesto una clasificación novedosa que distingue entre tres tipos de islas según su respuesta a las oscilaciones marinas.
- Solum: son aquellas que permanecen aisladas incluso en momentos de gran descenso del nivel del mar.
- Soror: son islas que experimentan ciclos alternos de conexión y desconexión, fusionándose con otras vecinas cuando el mar retrocede y separándose al subir de nuevo.
- Moliones: son aquellas que se mantienen conectadas entre sí permanentemente, a través de aguas poco profundas, independientemente de los cambios en el nivel del mar.
Esta clasificación se aplicó a un total de 324 islas situadas en zonas tropicales y templadas del planeta, incluyendo el archipiélago canario. De estas, 50 se identificaron como Solum, 77 se agruparon en 20 conjuntos Soror y 197 pertenecieron a 34 grupos Moliones.
Impacto en las especies costeras
Además de la tipología de islas, el estudio profundiza en el análisis del área litoral insular (ILA, por sus siglas en inglés), la franja costera sumergida donde se concentra gran parte de la biodiversidad marina. Los autores identifican cinco patrones generales de cambio en esta zona, en función de variables como la edad geológica de las islas, su configuración tectónica, la existencia de terrazas submarinas o la presencia de arrecifes coralinos.
Estos patrones permiten evaluar cómo se fragmentan o reconectan las poblaciones marinas a lo largo del tiempo, lo que tiene implicaciones directas para la conservación de la biodiversidad en regiones insulares. Por ejemplo, islas que experimentan conexiones periódicas pueden facilitar el intercambio genético entre poblaciones, mientras que otras más aisladas tienden a generar especies endémicas con mayor vulnerabilidad a cambios ambientales.
Canarias, un sistema insular clave
El caso de las Islas Canarias adquiere relevancia en este estudio por su combinación de aislamiento geográfico, diversidad geológica y riqueza marina. La aplicación de este nuevo modelo permite entender mejor cómo las poblaciones de especies costeras han evolucionado en el archipiélago y cómo pueden responder en el futuro ante nuevos escenarios de cambio climático o modificaciones del entorno marino.
Según explican los autores, estos resultados también pueden ser útiles para la gestión sostenible de los espacios marinos protegidos, especialmente en contextos donde los límites físicos entre ecosistemas insulares cambian con el tiempo debido a procesos naturales.


