El Ministerio de Sanidad difundió el 28 de julio los resultados de una encuesta encargada a GAD3 sobre el calor extremo y su impacto en la salud. El alto nivel de preocupación ciudadana se presenta como aval a las políticas climáticas del Gobierno.
Sin embargo, el cuestionario, el análisis de los datos y la propia nota de prensa ministerial revelan un uso interesadamente ideológico de las percepciones, presentadas como hechos objetivos y basada en el refuerzo de una narrativa política previamente definida.
Percepción no es evidencia
Según la nota oficial, "más del 90% de la población percibe el calor extremo como un riesgo grave para la salud" y ocho de cada diez dicen "haber notado un aumento notable de las temperaturas en verano". Pero ¿es esa percepción un dato científico? ¿Está respaldada por series históricas térmicas o por informes de AEMET? En ningún momento se contrasta con series térmicas de AEMET ni con mediciones objetivas.
La encuesta no pregunta por datos reales, sino si los encuestados "dirían" que el calor ha aumentado: pura percepción, no verificación. Aun así, la nota habla de "clara concienciación social ante los efectos del calor extremo", convirtiendo una sensación subjetiva en coartada técnica para justificar políticas.
Un cuestionario orientado a confirmar hipótesis
El cuestionario de GAD3 está diseñado para confirmar una tesis previa: que el calor aumenta, lo causa el cambio climático y perjudica la salud.
Se pregunta directamente: "¿Cree que estas olas de calor están relacionadas con el cambio climático?", y se ofrecen solo cuatro opciones cerradas: "Sí, mucho", "Sí, en parte", "No, en absoluto" y "No sabe".
No hay margen para matices, alternativas como "factores naturales" o "urbanización", ni una duda razonada. Que el 87 % relacione calor y cambio climático no sorprende: la pregunta ya lo sugiere, y la expresión "olas de calor" utilizada en la pregunta ya presupone un fenómeno extremo.
Otro ejemplo: "¿Cuál de las siguientes expresiones le transmite mayor sensación de riesgo o peligro?" Las opciones: "calor extremo" "Ola de calor", "Episodio de altas temperaturas", "Episodio térmico adverso".
Un 47 % elige "calor extremo", y el Ministerio concluye que el lenguaje influye en la percepción del riesgo lo que le permitirá justificar un discurso alarmista. Pero ¿es la percepción de peligro un indicador objetivo de peligrosidad?
La salud, una preocupación inducida
El informe insiste en los efectos graves del calor sobre la salud, citando síntomas como "golpes de calor o desmayos" (84 %), "deshidratación" (83 %) o "insomnio" (70 %). Pero no se trata de diagnósticos, sino de una lista cerrada de opciones sugeridas al encuestado.
Paradójicamente, solo un 7 % dice haber sufrido un problema de salud por calor, y un 18 % lo atribuye a alguien cercano. Aun así, el Ministerio lo presenta como que "un 25 % ha sufrido personalmente o en su entorno", borrando la diferencia entre experiencia directa y percepción colectiva.
Del miedo al mensaje: más información para más alarma
La nota de prensa también celebra que "el 57% de la población ha recibido o consultado información oficial sobre el calor extremo", y que "el 90% de quienes los reciben consideran útiles los mensajes". Un dato autorreferencial que encaja en la lógica del Gobierno: generar preocupación, emitir mensajes y medir su éxito por su buena acogida, no por su eficacia real.
Según Héctor Tejero, responsable del Observatorio de Salud y Cambio Climático, "la encuesta trae una buena noticia: el alto grado de conocimiento del impacto del calor en la salud y su relación con el cambio climático". Pero la encuesta no mide conocimiento, sino percepción. Tejero no distingue en sus comentarios entre datos y opiniones.
Narrativa cerrada: más riesgo, más política
La encuesta identifica a los mayores de 65 como los más vulnerables, pero un 31 % de personas en riesgo se considera "poco o nada vulnerable". Lejos de cuestionar sus premisas, el Ministerio de Sanidad lamenta esta baja percepción del riesgo y reclama "reforzar las acciones de sensibilización".
En otras palabras: si los ciudadanos no se sienten tan amenazados como al gobierno de Sánchez desearía, la solución es aumentar la presión comunicativa. La autopercepción es válida si coincide con la línea del gobierno; si no, hay que "corregirla".
Percepción dirigida, políticas justificadas
La encuesta del Ministerio no investiga de forma neutral la experiencia ciudadana, sino que, valida con preguntas cerradas y respuestas guiadas, el relato oficial: el calor extremo aumenta, lo causa el cambio climático, enferma y requiere más intervención pública.
La nota no deja espacio al escepticismo ni a lecturas alternativas. Las percepciones se tratan como diagnósticos, los miedos se convierten en políticas y la estadística en propaganda.
La ciudadanía, reducida a termómetro emocional del relato climático, ya no puede disentir, solo aceptar su vulnerabilidad. Y si no lo hace, el Gobierno de Sánchez se encargará de recordárselo… con más campañas, más consignas y más "pedagogía" ideológica.


