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Un nuevo visitante interestelar muestra su brillante cola en el cielo

El tercer cometa interestelar confirmado sorprende con imágenes que revelan una coma luminosa y una cola en expansión.

El tercer cometa interestelar confirmado sorprende con imágenes que revelan una coma luminosa y una cola en expansión.
La cola creciente del cometa interestelar 3I/ATLAS | Europa Press / Noirlab

¿Te imaginas un trozo de hielo y polvo viajando miles de años por el espacio hasta cruzarse con nuestro Sol? Eso es exactamente lo que está ocurriendo con el cometa 3I/ATLAS, un raro visitante interestelar que está mostrando cada vez más actividad a medida que se acerca al corazón de nuestro sistema solar.

El pasado 27 de agosto, un equipo de investigadores utilizó el Espectrógrafo Multiobjeto Gemini (GMOS) en el telescopio Gemini Sur, ubicado en Cerro Pachón (Chile). Gracias a estas observaciones profundas y en varios colores, los astrónomos obtuvieron imágenes donde se aprecia una amplia coma — esa nube de gas y polvo que envuelve al núcleo helado — y una cola que apunta en dirección contraria al Sol.

En comparación con imágenes previas, tanto la coma como la cola se han expandido notablemente, lo que indica que el cometa está ganando actividad en su paso por el sistema solar interior.

Qué cuentan sus colores

Más allá de las impresionantes fotos, los científicos buscaban algo más: el espectro del cometa. Analizando las longitudes de onda de la luz que emite, los astrónomos pueden deducir su composición química y observar cómo evoluciona al calentarse.

Los primeros resultados sugieren que el polvo y el hielo de 3I/ATLAS se parecen mucho a los de los cometas originados en nuestro propio sistema solar. Esto podría indicar que los procesos de formación de planetas y estrellas son parecidos en otros rincones de la galaxia.

Solo tres en la historia

Los cometas interestelares son extraordinariamente raros. De hecho, 3I/ATLAS es apenas el tercero detectado: antes de él, solo se confirmaron el misterioso 1I/'Oumuamua en 2017 y el 2I/Borisov en 2019.

A diferencia de los cometas tradicionales, este cuerpo sigue una órbita hiperbólica, lo que significa que tras su breve visita regresará al espacio profundo y no volverá. Cada observación cuenta: es una oportunidad única de estudiar de cerca material que nació alrededor de otra estrella.

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