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¿Por qué se arrugan los dedos al estar en contacto con el agua?

Un fenómeno curioso que activa una respuesta biológica en la piel cuando permanece sumergida.

Un fenómeno curioso que activa una respuesta biológica en la piel cuando permanece sumergida.
Dedos arrugados por el agua. | iStock

La curiosa arruga que aparece en los dedos cuando permanecen en contacto con el agua durante un tiempo prolongado ha despertado interés y debate en el ámbito científico. Este fenómeno, que ocurre cuando las manos o los pies están sumergidos, especialmente en agua tibia, es resultado de un mecanismo corporal específico, contrario a la creencia común de que se trata simplemente de un proceso de absorción de agua.

El proceso de arrugamiento de los dedos bajo el agua no responde únicamente a una reacción de absorción de humedad en la piel, sino que se debe a un mecanismo controlado por el sistema nervioso. Esta reacción activa los nervios simpáticos, que responden a estímulos externos y provocan una contracción en los vasos sanguíneos de las yemas de los dedos. Como consecuencia, la piel se contrae y se arruga.

Un estudio realizado en la Universidad de Newcastle en Reino Unido ha demostrado que cuando el sistema nervioso simpático está bloqueado, este efecto de arrugamiento no ocurre. Esto confirma que el arrugamiento de los dedos al contacto con el agua es una respuesta biológica específica, activada por el sistema nervioso y no un simple proceso de absorción.

¿Para qué sirve?

El fenómeno del arrugamiento tiene una función evolutiva: se cree que aumenta la capacidad de agarre de los dedos en superficies mojadas o resbaladizas. De hecho, se ha comparado esta reacción con los surcos de los neumáticos, que mejoran la tracción en condiciones de humedad. Un estudio publicado en la revista Biology Letters ha mostrado que los dedos arrugados permiten un mejor agarre de objetos bajo el agua, lo cual podría haber facilitado la recolección de alimentos o herramientas en entornos húmedos para nuestros ancestros.

Este recurso biológico sugiere que la naturaleza desarrolló una estrategia para mejorar las habilidades manuales en condiciones húmedas, aunque su relevancia práctica en la vida moderna es limitada.

¿Por qué el agua caliente acelera el proceso?

El arrugamiento de los dedos ocurre más rápido en agua tibia que en agua fría. La temperatura del agua influye en la velocidad de la reacción debido a que el calor dilata los vasos sanguíneos, acelerando así la contracción y arrugamiento de la piel. Sin embargo, esta diferencia de temperatura no altera la función del arrugamiento, que sigue siendo un mecanismo de adaptación evolutiva. La reacción en ambientes cálidos puede llegar a producir las arrugas en apenas unos minutos, mientras que en agua fría el efecto se retrasa notablemente.

Factores médicos asociados

Existen también situaciones en las que el arrugamiento de los dedos se convierte en un indicador de la salud del sistema nervioso. El arrugamiento de los dedos bajo el agua se usa como diagnóstico para determinar la funcionalidad del sistema nervioso simpático. Si los dedos no se arrugan al permanecer en agua por varios minutos, podría ser señal de alguna anomalía en la respuesta nerviosa del paciente, lo cual indicaría problemas en los nervios periféricos o en el sistema nervioso autónomo. Asimismo, algunas condiciones médicas, como la diabetes o ciertas neuropatías, pueden alterar este mecanismo.

Los mitos

Aunque el fenómeno del arrugamiento de los dedos al contacto con el agua ha sido interpretado como un proceso de absorción, en realidad este efecto no se relaciona con la hidratación de la piel. La epidermis no absorbe agua en estas circunstancias, sino que el mecanismo se produce exclusivamente a través de la activación del sistema nervioso. El estudio ha resaltado la importancia de entender que este efecto es el resultado de una respuesta controlada por el cerebro.

El arrugamiento de los dedos en contacto con el agua resulta ser una respuesta evolutiva activada por el sistema nervioso que mejora el agarre en superficies mojadas, específicamente en manos y pies. Esta adaptación natural sugiere que, aunque no es esencial en la vida moderna, jugó un papel significativo en la evolución y supervivencia de los primeros humanos en entornos húmedos.

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