
Pocas obras generan tanta expectación como las de Hideo Kojima. Con el lanzamiento de ‘Death Stranding 2: On the Beach’ en PlayStation 5, el creador japonés continúa expandiendo una propuesta que desafía las fronteras tradicionales del videojuego. En las próximas líneas vamos a recorrer tanto el trasfondo de una narrativa que tiene como punto nuclear la idea de la conexión humana, pero sin desvelar los momentos más impactantes de la producción y centrando la atención tanto en los apartados técnicos como el aspecto lúdico.
Antes de devorar kilómetros
Como sucede con el original, la trama vuelve a ser el gran pilar del juego. Kojima planta sobre el tablero el significado de las conexiones en un mundo postapocalíptico, con un planteamiento que mira hacia el pasado, el presente y el futuro de la humanidad. Como es habitual en los proyectos del director japonés, la historia está salpicada de referencias a la literatura, la historia universal y la cultura pop, junto a constantes guiños a sus trabajos previos. Ese imaginario propio (popularizado como "Kojimics") también queda perfectamente integrado en la experiencia.

Nuevo territorio
Los primeros compases del juego retoman los acontecimientos del original y llevan al jugador a un escenario radicalmente aislado, donde las fronteras entre la realidad y lo sobrenatural apenas existen. En esta ocasión, la acción se sitúa principalmente en Australia, once meses después de los hechos protagonizados por Sam Porter Bridges, que vuelve a verse envuelto en la misión de conectar la región a la Red Quiral, una red que une a los vivos y los muertos a través de tecnología y elementos que desafían cualquier lógica. Junto a nuevos y viejos compañeros, el recorrido por desiertos, montañas y urbes en ruinas plantea cuestiones sobre el aislamiento, la supervivencia y la reconstrucción social. El planteamiento incluso se atreve a ir un paso más allá, y se cuestiona de manera directa si realmente merece la pena reconstruir esos vínculos tras una crisis global.
No es casual que Kojima escribiera el argumento durante los meses más duros de la pandemia. Así lo ha reconocido en varias entrevistas. El aislamiento y la incertidumbre de aquella época están presentes en cada diálogo, con una sociedad atemorizada, marcada por la desconfianza y la necesidad de reencontrar lo perdido. ‘Death Stranding 2’ lleva esa reflexión a una dimensión desconocida, cuestionando los límites de la intervención humana y la verdadera naturaleza de la solidaridad cuando todo parece estar en contra. En este sentido, el juego actúa como un espejo de los problemas que arrastramos desde el fin de la pandemia.

Técnicamente impecable
En el apartado técnico, el salto visual es evidente. El motor Decima, ya utilizado en el primer título, muestra aquí una evolución increíble. Hemos probado el juego en una PlayStation 5 estándar con muchas horas de servicio y con todo, el juego mantiene una resolución sobresaliente y un rendimiento estable, incluso en los momentos de mayor exigencia gráfica y durante eventos climáticos extremos. El nivel de detalle en los escenarios y las animaciones faciales de los personajes alcanza una escala más, con escenas que vaticinan el tiempo del mejor cine interactivo. El doblaje original mantiene el listón alto, igual que la localización al español y el diseño sonoro, repleto de matices en los efectos ambientales, la música y los detalles de cada entorno.
La jugabilidad también se ha renovado. El mapa, ahora ambientado en Australia y México, amplía la experiencia original con biomas más complejos y un terreno que responde a eventos como terremotos, inundaciones o tormentas de arena. Estos elementos alteran el mundo de forma permanente y exigen replantear rutas, adaptarse y aprovechar nuevas oportunidades para cumplir los encargos de Sam.

Muévete con más rapidez
Sin dejar el apartado de novedades, también nos detenemos en el sector de los vehículos, que permite acceder a diferentes medios de transporte desde el inicio y personalizarlos con mejoras prácticas como baterías de larga duración, torretas defensivas, espacios extra para la carga, entre otras opciones. La logística ha evolucionado, incluyendo la reconstrucción de carreteras y monorraíles para conectar puntos distantes y transportar grandes cantidades de materiales o incluso a los propios personajes. Todo ello agiliza el ritmo del juego.
El combate ha evolucionado respecto a la entrega anterior. Ahora existen más posibilidades y el diseño de los enemigos obliga a replantearse cada movimiento. Los enfrentamientos directos resultan más variados, con armas y herramientas que van desde dispositivos para distraer o atraer enemigos hasta explosivos, descargas eléctricas o camuflajes.
El sistema automatizado de asistencia de porteador introduce una progresión basada en tres categorías: combate, sigilo y servicios de reparto. A medida que se completan entregas o enfrentamientos, Sam gana nuevas habilidades, algo que amplía las posibilidades del sistema sin romper el equilibrio. Otro apartado que merece dedicarle un momento es la personalización de Sam. El personaje puede equipar módulos adicionales y desbloquear atuendos, colgantes y dispositivos con características específicas para cada tipo de misión. Esto permite adaptar el estilo de juego según las necesidades de cada momento.

La hora de ponerse serio
En cuanto a los enemigos, la IA ha experimentado una clara mejoría. Los MULES, viejos conocidos, ahora coordinan patrullas, utilizan vehículos y cámaras de vigilancia, obligando a escoger entre la confrontación directa o el sigilo más absoluto. Los robots suponen una amenaza inédita: blindados, resistentes y capaces de infligir daños graves si no se usan los recursos adecuados. Por último, las Entidades de Playa (EP) ofrecen retos cada vez más imprevisibles, con habilidades especiales, ataques que modifican el entorno y un comportamiento que varía en función del ciclo día-noche. El único aspecto que podría mejorarse está en la facilidad para esquivar a ciertos enemigos, especialmente a las EP cuando se utiliza transporte motorizado.

A lo largo de las más de cincuenta horas que puede durar la aventura, el juego no pierde el pulso ni cae en la reiteración. Kojima demuestra una vez más su habilidad para observar el mundo real y traducirlo en universos que tocan las emociones más profundas. Aquí, esa capacidad se pone al servicio de un debate tan universal como la soledad, el duelo, la reconstrucción personal y le aplica el papel que juega la tecnología en ello.
Todos los apartados técnicos y jugables se integran para reforzar la magnitud de la obra. El avance en gráficos, la mejora de las mecánicas, la amplitud de recursos y el trabajo en ambientación lo sitúan como la referencia en la generación actual de consolas. A pesar del denso trasfondo y de los momentos de gran carga emocional, la aventura se mantiene apasionante en su desarrollo, con espacios para el humor y ese toque surrealista propio de Kojima, que convierte la experiencia en algo tan personal como universal.
En resumen
‘Death Stranding 2: On the Beach’ se presenta como un punto de inflexión en la carrera de su autor y una propuesta que ayuda a replantear las posibilidades del videojuego como medio de expresión. Es un viaje por la condición humana, sus esperanzas y la búsqueda del sentido en medio del caos. Un título realmente imprescindible y un clásico instantáneo. Posiblemente el viaje más personal de Kojima hasta la fecha, y eso es mucho cuando te refieres al genio japonés.


