
Las persecuciones contra los españoles de bien, excitadas por Sánchez con apagones de luz, parones ferroviarios y otras mil trapacerías, sólo podrán ser enfrentadas con impasibilidad. Agarremonos a ella. Hallemos en este afecto nuestro refugio, una estancia confortable, para recuperarnos de los males infligidos por estos perversos gobernantes. Miremos hacia el interior de nosotros mismos para combatir a los medios de comunicación de Sánchez y a todas las instituciones controladas por la ideología sanchista, cuyo único objetivo es mantenerse en el poder persiguiendo a quien no se se somete a sus dictados. Busquemos ahí, sí, en la intimidad de nuestra conciencia la imperturbabilidad, la serenidad y la entereza necesarias para defendernos de lo que se nos viene encima: más persecuciones y engaños para seguir empobreciendo a un pueblo cuasi desarmado moral y políticamente.
España, nadie lo dude, es hoy un pueblo sin apenas nación y con un Estado en almoneda. El empobrecimiento material sufrido por los españoles en los últimos tiempos, donde los niveles de pobreza infantil, por poner un sólo ejemplo, harían sonrojar a nuestros antepasados, compite en indignidad con el rebajamiento de nuestro niveles espirituales y morales; sí, sí, la gente tomándose a chufla el apagón eléctrico, o justificando al gobierno de Sánchez, es para salir corriendo de este país. Frente al nihilismo y la brutalidad terrorista impuesta por los poderosos en las cabezas huecas de millones de hombres-masas, entre los que abundan los universitarios, los sindicalistas y las castas políticas, sólo nos queda nuestra conciencia. Resistencia. O sea sabernos dueños de nosotros mismos. Vuelta, sí, a Epicteto: "Es dueño de todas las cosas el que tiene poder sobre lo que desea y sobre lo que no desea. Por consiguiente, quien quiera ser libre, no desee ni rehúya nada de las cosas que dependan de otros, si no, será necesariamente esclavo". La resistencia es nuestro destino.
Hay libros que nos salvan hasta de nosotros mismos. El día del apagón de la luz eléctrica. Me sumergí en el Manual de Epicteto y aún no lo he dejado descansar. Este libro, como los de Seneca y Marco Aurelio, ofrece más de lo que promete. Costumbres y pensamientos de España estuvieron siempre entrelazados con la filosofía estoica. El estoicismo fue siempre una pieza clave de la formación de nuestro carácter. En la antigüedad, abonó la tierra para que germinarán los valores del cristianismo, o sea, la extensión de la civilización surgida de Jerusalén y mezclada con la de Atenas y Roma; en el siglo XIX, otro dos de mayo como el que celebramos el viernes pasado en Madrid, nos ayudó a enfrentarnos al "rayo de la guerra", el corso Napoleón, y hoy sigue siendo algo más que un saber de escuela o universidad, nos enseña antes a actuar que a hablar. Nada de palabra en el tiempo, como celebran los descuartizadores de los Machado, sino Acción. La filosofía estoica es pura acción. Aguante. Repito: resistencia.
El estoicismo es un arma singular, quizá invencible, para enfrentar a Sánchez y los suyos. El estoicismo siempre estuvo vinculado tanto a nuestra historia externa como a la historia de las ideas. No busquemos en lugares lejanos, en países pragmáticos, lo que tenemos aquí. El combate contra los opresores pasa por el estoicismo. No creo que sus valores tengan nada que ver con los millonarios socialistas y comunistas, con la señora de Red Eléctrica Española ni con los cientos de paniaguados que cobran cantidades exageradas por formar parte, o sea, por haber sido nombrados por Sánchez, para ocupar sillones en instituciones del Estado que no sirven ni para ser consultadas. El estoicismo, otra vez, puede ser nuestra salvación individual y colectiva. Es cierto que la filosofía estoica nunca ha dejado de estar presente en la historia de España, pero hoy, como en las peores épocas de nuestra historia, viene en nuestro auxilio. La filosofía estoica es una acción cotidiana, un ejercicio del pensamiento para combatir la idiocia y el crimen de los gobernantes contra el pueblo español. El estoicismo no es saber para discutir en un "ágora" de especialistas sino un arma para defendernos de farsantes y criminales. Cuando escucho a Sánchez, todo un jefe de gobierno de España, decir barbaridad tras barbaridad sobre la Red Eléctrica Española, no puedo sustraerme a las recomendaciones estoicas que nos aconsejan el ejercicio del discernimiento. Su esencia no es otra que ayudarse de la razón, o sea, de la facultad de distinguir lo verdadero de lo falso y de lo indiferente. Para nada puede resultarnos indiferente que el Gobierno de España haya obligado a Red Eléctrica de España a incorporar masivamente, y sin ningún tipo de control serio, energías renovables en el mix eléctrico. Las energía renovables son inviables sin el respaldo suficiente de las tecnologías convencionales que aseguran la estabilidad del sistema eléctrico. Es menester repetir hasta que se entere el último votante de Sánchez que los molinillos y los paneles solares son inservibles. Constituyen una locura, socialista y comunista para acabar con España. La integración de tecnologías como la fotovoltaica y la eólica en el sistema eléctrico no tienen capacidad de respuesta rápida ante las incidencias y las demandas de energías.
Es menester, en efecto, denunciar a Red Eléctrica Española, porque sabe lo que ha ocurrido y no quiere reconocerlo. Mienten todos los directivos de Red Eléctrica y miente el gobierno de España. No cumplen con la primera facultad del hombre: ejercer la capacidad de discernimiento. En este contexto trágico cómo no va a ser actual Epicteto: "¿Cuál es la causa de asentir algo? El que nos parezca que es. Por lo tanto, no es posible asentir a lo que parezca que no es. ¿Por qué? Porque esta es la naturaleza del discernimiento: afirmar lo verdadero, rechazar lo falso y abstenerse de lo indiferente. ¿Qué prueba hay de eso? ´Siente si puedes que es de noche'. No es posible. ´No sientas que es de día'. No es posible. Cuando alguien asiente a lo falso, sábete que no quería asentir a lo falso, pues toda alma se ve privada de la verdad contra su voluntad, como dice Platón (Sofista 228 c), sino que la mentira le pareció verdad. Vamos al caso de las acciones, ¿qué criterios tenemos aquí el de lo verdadero o lo falso? El deber y lo que no es el deber, lo conveniente y lo no inconveniente, lo que tiene que ver conmigo y lo que no tiene que ver conmigo y criterios semejantes a éstos.
Entonces, ¿no puede uno pensar que algo le conviene y no elegirlo? No puede. Como la que decía:
Me doy cuenta de qué maldad voy a cometer
pero mi pasión es más fuerte que mi voluntad. (Euripides: Medea 1078-9).
Exactamente es lo que hacen Sánchez y todos sus seguidores. Conocen con exactitud el mal que cometen, pero, lejos de rectificar, se entregan con pasión a ese mal. No tiene otra voluntad que no sea cometer el mal y, por supuesto, ocultarlo, haciendo responsables a otros de su propia perversidades.
¿Qué filosofía es capaz de combatir de modo inmediato el mal? La que tiene un plan para este mundo, para aquí y ahora, ofreciéndole al individuo la posibilidad de sustraerse a la angustia, de llegar a sentirse dichoso, o sea tranquilo con su propia conciencia. Sócrates, sí, señaló bien el camino del estoicismo. Sin serenidad, sin temple, no conseguiremos acabar con esta casta política, cuyo jefe máximo es Sánchez. Aguantemos, sí; pero no de cualquier manera sino con trabajo permanente por hacer de nuestra vida una obra de arte. Quién sea capaz de reconocer que su principal saber es no saber, está en el camino de la salvación. Pero, cuidado, hagamos esos ejercicios de pensamiento sin exhibirlos demasiado, porque corren el riesgo de ser banalizados. Por eso, Epicteto vuelve a recomendar: "Entre los profanos no te llames a ti mismo filósofo ni hables muchos sobre los principios, sino actúa de acuerdo con los principios. Como en un banquete, no hables de cómo se debe comer, sino come como se debe. Recuerda hasta qué punto había apartado en todo Sócrates el afán de ostentación, que venían a él pretendiendo que los presentará a los filósofos y él los acompañaba. Hasta ese punto aceptaba él ser dado de lado (…). Y cuando alguien te diga que no sabes nada y tú no te sientas ofendido, sábete entonces que estás empezando la tarea. Porque las ovejas no muestran a los pastores cuánto han comido trayéndoles el forraje, sino digiriendo en su interior el pasto y produciendo lana y leche. Así que tampoco hagas ostentación de los principios entre los profanos, sino de las obras que proceden de ellos una vez digeridos".
La filosofía antigua, como demostrara con gran lucidez Pierre Hadot y siguiera con inteligencia Paul Veyne, en su recuperación del estoicismo de Séneca, no está calculada para ser tenida por interesante o verdadera, sino para ser puesta en práctica, para cambiar nuestra existencia, para ser profundamente asimilada mediante ejercicios intelectuales, que habrá de servir de modelo a los ejercicios espirituales del cristianismo. Son ejercicios cotidianos, incluso de todos los instantes: "Revive sin cesar en tu espíritu las verdades que has escuchado en un momento dado y que tú mismo has enseñado a otros", por ejemplo, es imposible gobernar una nación asociándote con quien quiere destruirla.
Es necesario meditar las grandes verdades, rememorarlas, aplicarlas a los acontecimientos humanos de la vida cotidiana, no perder de vista ningún objeto que ofrezca la ocasión de pensar de nuevo en ellos, recapitular las verdades, repetírselas uno mismo en silencio, si hay gente delante, y en alta voz si se está solo, escuchar conferencias públicas y darlas uno mismo, etcétera, etcétera. Anotemos nuestros propios ejercicios por escrito como hiciera Marco Aurelio en sus Pensamientos. No se trata de diarios íntimos sino de la puesta en práctica absolutamente metódica de un plan-tipo de meditación, bastaría con tres puntos, para combatir a los infames que nos persiguen, que nos quitan la luz, y amenazan con empobrecernos hasta la miseria. Contra la persecución sanchista reivindiquemos, pues, la resistencia estoica. Aguanten y combatan. Autodominio para no caer en lo que despreciamos. "El señorío verdadero", dijo Gracián, "no consiste en mandar a otros, sino a sí mismo. ¿Qué importa sujete uno todo el mundo, si él no se sujeta a la razón? Y por la mayor parte, los que son señores de más, suelen serlo menos de sí mismos, y tal vez el que más manda más se desmanda".
Porque la filosofía, en efecto, antes que nada nos proporciona deleite, satisfacción interior, tengamos cuidado a la hora mostrarnos a otros. Epicteto viene otra vez en nuestra ayuda: "Si alguna vez se te ocurre volverte hacia lo exterior pretendiendo agradar a alguien, sábete que has echado a perder tu género de vida. Bástate en todo con ser filósofo y si además quieres parecerlo, parécetelo a ti mismo y te darás por satisfecho". El estoicismo siempre nos consoló de nuestras desgracias y, además, nos impulsó a sobrevivir con dignidad ante las persecución de cualquier Daciano de turno. Sin estoicismo jamas millones de seres humanos, en la Bética romana, se hubieran convertido en masa al cristianismo y menos aún, "sus nietos del siglo XIX, repito, hubieran expulsado a los franceses de la península ibérica. También hoy es necesario mucho estoicismo para combatir a quienes nos persiguen amenazándonos con nuevos apagones eléctricos, simplemente, porque ellos quieren cumplir con la Agenda 2030, sin duda alguna, el programa más destructivo contra la humanidad que el ser humano pudiera haber concebido nunca: el regreso a las cavernas y el hombre primitivo en nombre del progreso.
