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Sergio Campos

Simenon ha muerto (en España)

En las páginas de libros de segunda mano se venden uno o más de Simenon prácticamente a diario. Es increíble. ¡Casi cada día se compra al menos un Simenon!

En las páginas de libros de segunda mano se venden uno o más de Simenon prácticamente a diario. Es increíble. ¡Casi cada día se compra al menos un Simenon!
Georges Simenon en el aeropuerto de Schiphol, Holanda, en 1965. | Wikipedia - Jack de Nijs

Las editoriales Anagrama y Acantilado han iniciado la publicación de las obras completas de Georges Simenon. Parece que este primer año publicarán ocho títulos y el fracaso del proyecto parece seguro.

En primer lugar, porque parece ser que las editoras no tienen ni idea de cuántas novelas publicó Simenon. Que nadie se moleste en buscar el plan editorial en la web que han creado para publicitarse. La web es llamativa, complaciente al ojo, como diría Eugenio D’Ors, igual que el diseño de los ejemplares que se ofrecen al público; pero está ayuna de información y la poca que se ofrece es tan mala como el papel empleado para la encuadernación. En la información que ofrecen de los tres títulos que han publicado hasta ahora se dice que hay setenta y dos maigrets, cuando en realidad son setenta y cinco, sin contar los que salieron a la luz bajo el pseudónimo de Georges Sim. Pero además hay otro error: de El fondo de la botella (1948), novela excelentemente traducida por Caridad Martínez, dicen que es la primera de su etapa americana, cuando en realidad es la segunda. La primera fue La jument perdue (1947), que en España apareció en Caralt en el año 1975 con el título de La yegua perdida. No se trata de errores baladíes, sino de una muestra de negligencia, incomprensible ante la magnitud y la importancia de lo que se pretende.

Luis de Caralt fue el editor que más cerca estuvo de completar la obra entera del belga. Le faltaron dos novelas de Maigret y varias de la serie conocida como las "novelas duras". Caralt publicó en 1962 su primera novela de Simenon; ese año alcanzaría los dieciocho títulos, entre ellos doce maigrets.

El primer Simenon publicado en España fue La banda de Pedro el Letón (Dédalo, 1932). Sin contar, claro, con los que aparecieron con el pseudónimo de Georges Sim (la editorial Iberia ofreció Los malditos del Pacífico en 1929, con traducción de José María Huertas y Ventosa). Pero fue Ferran Canyameres quien planteó la publicación masiva de su obra para las editoriales Aymà y Albor, como cuenta él mismo en su diario. Son estos unos libros extraordinarios; de bolsillo, casi miniaturas y con cubiertas de Giralt Miracle. Canyameres firmó todas las traducciones, pese a que la mayoría las hicieron amigos suyos. Con el tiempo, en Albor, se añadieron nuevos traductores que trabajaron igualmente en la sombra, como Manuel de Pedrolo. De las cubiertas se encargó Salvador Fariñas, otro genio oculto de la ilustración española.

Luis de Caralt tomó el testigo en la década siguiente. De la vieja guardia de Falange, homosexual, frecuentador de los círculos de la juventud joseantoniana en Barcelona, tuvo sus momentos excéntricos, como aquellos días en que le dio por pasear por la calle unos pavos que criaba en su propia casa. Cuidaba mucho el dinero y pagaba mal a los traductores. Uno era Basilio Losada, que a veces entregaba los encargos a colegas con problemas económicos y cuya profesionalidad dejaba un tanto que desear. Losada corregía posteriormente las traducciones, pero por precaución las firmaba reduciendo su nombre a la inicial. Otros traductores fueron Ramón Hervás, Joaquín Jordá, Fernando Sánchez Dragó, Gonzalo Torrente Ballester y sus hijos María José y Gonzalo. Este, por cierto, fue quien tuvo la ocurrencia de llamar palomitas a los pernods que tomaba el comisario Maigret. Las cubiertas de esos Maigret fueron obra de Vicente Ballestar, y durante muchos años el papel utilizado venía de Andorra, de la imprenta Casal i Vall. Es un papel excelente, que ha conservado impoluta su blancura con el paso de los años. Además de los Maigret, Caralt publicó las novelas duras de Simenon en la colección Gigante, con unas viñetas muy vanguardistas, magníficas. Por su parte, el diseño de la edición de bolsillo era muy reconocible, con cubiertas negras, una fotografía contemporánea y los títulos en rojo.

Caralt se quedó a dos títulos de completar la serie de Maigret. Nadie logró conseguirlo después, ni Aguilar ni Orbis. A mediados de los 90 lo intentó Tusquets con un orden cronológico (como hizo Penguin) y con traducciones extraordinarias, como las de Carlos Pujol o Ramón de España. De nuevo, el intento terminó en fracaso.

Teniendo en cuenta que Anagrama y Acantilado pretenden ofrecer ocho títulos de Simenon este año, publicar solo la serie de Maigret llevaría casi diez. Si sumamos el resto de novelas, nos vamos a un proyecto que sobrepasa el cuarto de siglo. Visto como se ha iniciado, auguro la imposibilidad de que llegue a buen término. Desde el punto de vista editorial, Simenon está muerto en España.

La pregunta que cabe hacerse es si resulta posible publicar una obra tan extensa en un tiempo razonable. La respuesta es afirmativa. La editorial suiza Kampa lo ha logrado con una elegancia cronométrica. Mientras escribo estas líneas tengo al lado su primer maigret. Fue uno de los que se publicaron con el pseudónimo de Georges Sim, pero es, incuestionablemente, un maigret genuino. Apareció en 1932 con el título de La maison de l’inquiétude. El volumen es manero, con tapa dura de cartón, un buen papel, encuadernación seria, tipografía sana y un epílogo de Daniel Kampa que explica los orígenes literarios del comisario Maigret. La edición es envidiable.

Ahora bien: ¿hay lectores de Simenon? Sin duda. En las páginas de libros de segunda mano se venden uno o más de Simenon prácticamente a diario. Es increíble. ¡Casi cada día se compra al menos un Simenon! Se leen las obras editadas en Caralt, en Tusquets, en Aymá, en Albor, en Acantilado… Obras con traducciones variopintas, muchas de ellas censuradas, mal pagadas muchas veces, hechas a toda prisa algunas, otras con un cuidado primoroso. Da igual. Lo importante es leer a Simenon y que el autor belga sigue teniendo lectores… aunque estén huérfanos de editoriales que los cuiden como merecen.

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