Cuentan que el día en que nació Nikola Testa en la localidad de Smiljan, actual Croacia, hubo una gran tormenta eléctrica. Era 1856. La matrona que ayudaba al parto lo tomó como un mal augurio. "Este niño va a ser hijo de la oscuridad", dijo. "No, será hijo de la luz", contestó su madre. Sea leyenda o no, lo cierto es que es una buena definición de Tesla. Es el genio de la electricidad moderna.
CaixaForum Madrid acoge hasta el 8 de enero de 2023 una exposición biográfica sobre el visionario Nikola Tesla en colaboración con el Nikola Tesla Museum de Belgrado. Se trata de un recorrido cronológico por su vida y por los avances tecnológicos que marcaron su trayectoria, desde sus inicios en Europa hasta su fructífera etapa en América. Finaliza con su muerte, prácticamente – e irónicamente- en la ruina. "Le debemos contribuciones esenciales para la vida moderna, como la invención del motor de inducción, el desarrollo de la corriente alterna como fuente de energía y la transmisión inalámbrica de energía e información", destacó Ignasi Miró, director corporativo del Área de Cultura y Ciencia de la Fundación la Caixa.
La muestra cuenta con objetos personales, patentes y maquetas de prototipos. Incluye módulos electromecánicos para que los visitantes puedan observar en funcionamiento los principales inventos de Tesla, y experimentos que permiten explicar de manera inteligible la física en la que están basados. Destaca una bobina de dos millones de voltios, "la estrella de la exposición".
300 patentes, más las que le robaron
Hay documentadas cerca de 300 patentes de Tesla, aunque se cree que le plagiaron y robaron muchos de sus inventos. Es aquí donde aparece Thomas Edison, para quien trabajó una vez se mudó a Estados Unidos. Su primer trabajo con el científico de Ohio consistió en mejorar el alumbrado público de la ciudad de Nueva York. "Edison le prometió 50 mil dólares, una fortuna en la época, si conseguía mejorar sus dínamos. Tesla lo hizo y Edison no le pagó. Entonces le pidió un aumento y también se lo denegó", explica Jordi Aloy, coordinador de la exposición. "Había una competencia feroz, una guerra sin cuartel que perdió Tesla. Edison era el dueño de todas las patentes que generaba su empresa, incluidos los avances de Tesla", destacó Ignasi Miró. Edison era un empresario, Tesla un inventor con vocación de servicio público.
La guerra sucia de Edison
Las desavenencias económicas con Edison le llevaron a dimitir y fundar su propia compañía, la Tesla Electric Light & Manufacturing, donde comenzó un periodo de grandes dificultades económicas que le generaron gran inseguridad y una fuerte depresión. Entre 1886 y 1887, Tesla centró toda su atención en desarrollar el potencial de la corriente alterna y fue contratado por la Westinghouse Electric & Manufacturing Company. Fue la época de la "guerra de las corrientes". "Edison defendía la corriente continúa y optó por la guerra sucia, fomentando en la sociedad miedo a la corriente alterna y a los accidentes por electrocución provocados por la alta tensión. Exageró el número de accidentes mortales", explica Aloy. De hecho, se llegaron a hacer demostraciones públicas de electrocuciones de animales para evidenciar la peligrosidad de la corriente alterna y se insistió en que la silla eléctrica usaba esta energía.
De esta guerra salió victorioso Tesla. La Westinghouse Electric consiguió la adjudicación del proyecto de una central hidroeléctrica que aprovechase la energía generada por las cascadas del Niágara. Edison tuvo que reconocer el éxito de la corriente alterna.
Se le escapa el Nobel
En Nueva York, Tesla investigó sobre los rayos X y tomó las primeras radiografías del cuerpo humano. Un incendio destruyó su laboratorio, perdiéndolo todo. "Paralelamente, se estaban investigando los rayos X en Europa. Quizás, sin ese incendio, Tesla hubiera ganado el Premio Nobel por este avance", considera el coordinador de la exposición.
Tesla no fue demasiado hábil en los negocios, preocupado en primer término por que sus inventos tuvieran una dimensión universal más que por sacarle rédito económico. Su vida estuvo marcada por la fuerte hipocondría que arrastraba después de haber enfermado gravemente de cólera cuando aún estaba en bachillerato y por las crisis nerviosas que marcaron su vida. El final de su vida se caracteriza por las considerables deudas que acumulaba. Se volvió solitario y excéntrico y murió en 1943 en una habitación de hotel.