
La obra literaria y periodística de Jorge Fernández Díaz (Buenos Aires, 1960) es imprescindible para entender la idiosincrasia, las virtudes y los vicios de la tierra que alumbró a Borges, a Evita y a Messi. Este argeñol noble y generoso, este fantástico cofrade de la lengua de Cervantes que vive a unos 10.000 kilómetros de la RAE, "el escritor vivo más importante de la Argentina", según Arturo Pérez-Reverte, considera que su país nunca se dio a sí mismo "una verdadera democracia republicana" porque el peronismo, la "gran anomalía" con denominación de origen, "siempre la devaluó". El gran columnista de La Nación, el conductor del programa de Radio Mitre Pensándolo bien –edición de sábado–, el miembro de la Academia Argentina de las Letras, el autor de la trilogía de Remil, de Mamá o de la biografía de Bernardo Neustadt, el Charles Foster Kane argento, El hombre que se inventó a sí mismo, concede esta entrevista a LD cuando faltan un par de semanas para las elecciones generales en la Madre Patria y tres meses para las presidenciales de su tierra. ¿La verdad nos hará libres? Responde un sabio.
P: Señor Fernández Díaz, ¿qué se cuece por la Argentina?
R: La Argentina está en un momento absolutamente inédito, que no tiene parangón ni siquiera con el 2015. En 2015, el proyecto chavista de Cristina Kirchner estaba en apogeo. Perdió, la sociedad le puso un freno a ese proyecto, luego vino un gobierno que hizo algunas cosas bien y muchas cosas mal, y los Kirchner volvieron con una versión distinta. En tres años y medio, terminaron de devastar la Argentina. Y hay una sensación generalizada de que esto no va a más. Es decir, no va a más cuando tenemos un 140% de proyección anual de inflación y un 50% de pobreza, aunque la real es mayor. Han loteado la pobreza, como los llamamos aquí, con punteros.
P: Como caudillos de barrio.
R: Trabajan para la política y le han entregado a la policía mafiosa y a los narcos grandes barriadas de grandes ciudades.
P: ¿Soplan vientos de cambio?
R: Se presiente un cambio. Ese cambio no necesariamente puede ser bueno: lo contrario de una estupidez puede ser otra estupidez. Me parece que estamos llegando a un momento muy delicado. Por supuesto, todos los gobiernos kirchneristas, salvo el primero, que venía con un viento de cola económico internacional y lo aprovechó bien, todos los demás, te decía, fueron muy malos: avanzaron sobre las instituciones, crearon un clientelismo feroz, hicieron una demagogia tremenda, como muchos demagogos en España también, que reparten lo que no tienen. Una de las cosas más perversas del populismo es que te regala algo y te dice: "Mirá, te regalo esto", algo social, que él sabe perfectamente que es insolvente en el futuro, pero se dice a sí mismo: "Sácaselo en el futuro, pero lo sacas tú, yo voy a estar viviendo de las mieles de haber regalado eso". Quizás en Europa esto no sea tan posible, porque Europa tiene sus marcos, pero cuando te salís de Europa, es posible. El camino de regalar lo que no se puede regalar. De regalar la luz, el gas, el transporte… todo está subsidiado. Por ese camino se llegó a un Estado quebrado.
P: ¿En el nombre de Perón?
R: Perón es el factótum de lo que yo llamo el movimiento nacional-popular: el kirchnerismo. Perón toma las ideas de Mussolini. Viaja a la Italia fascista y dice: "Guau, qué interesante el socialismo nacional". Así lo llama: "socialismo nacional". El chavismo también es "socialismo nacional". Entonces, Perón dice: "Voy a intentar no cometer los errores del fascismo italiano y, en otro contexto, voy a construir un Estado fuerte, con orden", una de sus frases es "de la casa al trabajo y del trabajo a la casa", "y con una justicia social que me mantenga en el poder siempre". Esos objetivos fueron devastados por el peronismo post mortem. Y aunque Perón ya había hecho muchas trastadas, el peronismo que sobrevivió nos hundió en el desorden más absoluto, como estamos hoy. El Estado es fallido: la seguridad no funciona, ni la salud, y la escuela pública se está cayendo a pedazos. El nivel de impuestos es muy grande, grandes empresarios se van a otros países… Centralmente, han devastado incluso las ideas originales de Perón. Parece que estamos como llegando a un límite. Cuando un populismo se instala mucho tiempo, va colonizando, y cada vez más gente depende del Estado, tiene miedo de que le quiten lo que le dieron, piensa que esto es una pelea de malos y peores y que es mejor estar con los malos… Es un proceso de colonización mental. Entonces, veremos cuánto resiste esa colonización a la evidencia de lo real, y lo real es que estos tipos lo devastaron todo. En veinte años, destruyeron un país.
P: Con la asesoría o la mano tendida de algunos políticos españoles.
R: Una cosa que me dolió mucho es cómo la izquierda europea fue solidaria con Kirchner, cómo nos traicionó. Cómo el señor Zapatero vino a proteger a Cristina Kirchner de sus casos de corrupción. Cómo se rasgan las vestiduras en España con la transparencia y vienen a América Latina a hacer dinero, porque les pagan muy bien, y a proteger a corruptos. Eso hizo la izquierda europea, no sólo la española, aunque la española lo ha hecho con intensidad. La ministra de género…
P: De Igualdad, Irene Montero.
R: Irene Montero, y el juez Garzón… próceres del progresismo vinieron de acompañantes terapéuticos de los grandes corruptos de América Latina. Deben tener alguna afinidad de alguna especie. Y parte de la izquierda francesa… Hay una izquierda europea confundida que cree que populismo de izquierda es igual a socialdemocracia, y no tiene nada que ver una cosa con la otra.
P: El pasado 2 de julio, en La Nación, escribía que "la cantidad de arrebatos, asaltos y saqueos es tan aluvional que se mide por hora".
R: Hay un problema tremendo. Es una conclusión entre una idea de dejar hacer que tienen los jueces kirchneristas, sobre todo, con una connivencia de la policía con la mafia. En muchas barriadas, quien maneja la droga es la policía. Esto ha generado que haya caciques en barrios que hacen todo. Son barras bravas, decimos acá, ultras del fútbol que, a la vez, manejan el tráfico de estupefacientes en el barrio. A la vez, van a las marchas del peronismo a brindar protección… Después, la mitad de los que trabajan en la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo domina desde hace muchísimos años, trabajan en negro. Y hay grandes ferias del robado.
P: ¿Cómo dice?
R: Por ejemplo: hay gente a la que le roban en su casa y va a una feria a ver si encuentra lo que le han robado. Y lo recompran más barato cuando lo encuentran. Además, hay un acompañamiento de la Iglesia de Bergoglio, de Bergoglio, ojo, no toda la Iglesia piensa como Bergoglio. Pero hay un acompañamiento en el pobrismo, una especie de protección espiritual, lo que llamamos una truchada. Siempre digo a los españoles que vengan a ver el modelo completo. El modelo completo es cuando les dejaste hacer todo, tomar jueces, avanzar sobre las instituciones, que repartieran lo que en debieran haber repartido… Pienso que una democracia funciona, básicamente, entre dos partidos. Visto desde aquí, uno de los grandes dramas de España viene cuando se rompe el bipartidismo. El sistema funciona cuando hay un partido que genera riqueza y otro partido que la reparte. Van y vienen los dos sin vulnerar lo central, sin romper las instituciones, garantizando su independencia, etcétera. Y así funcionó España hasta que dejó de funcionar. En Argentina, eso es imposible: el peronismo viene a romper el bipartidismo, viene a romper la democracia liberal. Y hay una gran anomalía. Cualquiera con dos dedos de frente ve el desastre argentino, consulta la historia argentina y dice: "A ver, ¿cuál es la gran anomalía de la Argentina?". En el siglo XX, se la dividieron las dictaduras militares y el peronismo. Pero ahora…
P: Las dictaduras militares no existen.
R: En efecto. Desde hace cuarenta años, sólo existe el peronismo. Entonces, los sindicalistas son multimillonarios, ¡multimillonarios!, tienen empresas con testaferros… El modelo completo de populismo sostenido en el tiempo es la quiebra moral, la quiebra social y la quiebra económica de un país. Nosotros somos un ejemplo tremendo de cómo devastar un país.
P: ¿Cómo le explicaría a un español que no ha pisado la Argentina qué es el dólar BLUE?
R: El Banco Central intenta colocar cuál es el valor del dólar hoy. Es una expresión de deseo, porque la realidad la marca el mercado. Aquí, uno de los grandes problemas es que se ha devastado la moneda argentina. Nadie quiere pesos argentinos. El otro día, fui a hacer una compra y parecía un narcotraficante (risas). Llevaba un montón de dinero, me sentía un narco y ese dinero, traducido a euros, no valía nada. Jesús, ¿en España se juega al culo sucio?
P: Me suena, pero nunca fui de juegos de naipes.
R: Tenés que descartar siempre la carta maldita, que es el as de oros. Bueno, los argentinos tratan de descartar el peso. Entonces, van a comprar en la clandestinidad el dólar real, no el dólar fijado por el Banco Central, y eso es lo que llaman el dólar BLUE. Es una semiclandestinidad: en los diarios aparece cuánto cuesta el BLUE. Es una anomalía absoluta. Nadie quiere ahorrar en pesos. Es imposible, siempre perdés ahorrando en pesos con la inflación que tenés. Y eso es porque le han dado a la maquinita. Mirá: estoy casi seguro de que España está mejor porque el señor Sánchez, y los de antes también, no tienen la facultad de darle a la maquinita, es decir, de imprimir moneda sin respaldo. Esto es lo que hizo el kirchnerismo. Sé que todo esto puede parecer el horror. Y es el horror. Es una crisis de devastación cultural. Una crisis en cámara lenta: no hay explosión, como en 2001, pero es una devastación en cámara lenta. Y he descubierto que la devastación en cámara lenta es peor: si no pasa nada y no pasa nada y no pasa nada, siguen devastando la Argentina sin pestañear. Sí es cierto que las cosas más violentas en la calle las organiza el peronismo, y como ahora el peronismo está en el palacio, tiene tranquila a la calle. Tranquila… relativamente.
P: Y en octubre, elecciones presidenciales. ¿Qué avista en el horizonte?
R: Primero hay unas primarias que vienen ahora, en cinco semanas. Son las que van a definir todo. Básicamente, hay cuatro figuras. Hay una figura que no le quedo más alternativa al kirchnerismo que ponerla de candidata, y es la figura de Sergio Massa. Massa es el ministro de Economía de este desastre. Imaginá una campaña donde el tipo va a decir, y esto diciendo, "voy a hacer esto y lo otro", cuando es el ministro del 140% de inflación, del 50% de pobreza, de este desastre, y va a prometer un nuevo mundo. Al otro lado, hay una interna muy fuerte en una alianza que hay entre socialdemócratas, liberales y conservadores, por decirlo en términos europeos, aunque es más complejo: aquí, las izquierdas y las derechas sólo las ven algunos perezosos.
P: Los patrones son otros.
R: Así es. Y ahí hay una discusión entre alguien que quiere negociar, que es más condescendiente y negociador…
P: Horacio Rodríguez Larreta.
R: …y una mujer que quiere ir más a lo bife, decimos nosotros, más dura, Patricia Bullrich. Les dicen halcones y palomas. Esta es una halcona. Es un debate interesante que muestra cuál es la estrategia para el postpopulismo. Y no hay un gran manual para salir del populismo, ¿sabés? Sobre todo, cuando estuvo tanto tiempo enraizado. No hay un ejemplo en el mundo de cómo se sale de esto. No lo hay. Entonces, más allá de la virulencia verbal, es una discusión interesante. Después, hay un fenómeno fulgurante, que es el de Javier Milei. Tiene vínculos con Vox, aunque no son iguales. Vox tiene rasgos estatistas y rasgos religiosos tradicionales. Este, aunque es socio de Vox de alguna manera, se considera un anarcocapitalista. Es una especie de estrella de rock que va a la tele. Los periodistas de la tele no se pueden resistir porque da rating. Entonces, va creciendo como una figura mediática y virulenta. Ha servido para predicar contra el estatismo cerril del kirchnerismo, y eso ha sido valioso en la opinión pública. Creo que es un peligro y que ni él mismo lo puede vislumbrar. Pero va a jugar fuerte, y vamos a ver.
P: Nosotros, en España, tenemos elecciones generales en unos días. ¿Está atento a lo que ocurre en la Madre Patria?
R: Estoy muy atento y soy muy pudoroso de no opinar. No conozco un solo español que entienda de verdad lo que pasa en la Argentina. Incluso amigos míos. Entonces, me temo que me va a pasar lo mismo respecto a España, no soy tan listo como para no caer en esta deformación. Sí veo que los viejos dirigentes del PSOE que yo tanto admiré más allá de sus errores, como Felipe González o Alfonso Guerra, son gente que mira a Sánchez con alarma. Después, me dicen que Sánchez, socialmente, ha dado de todo. Siempre que alguien me dice que un presidente duplicó la cantidad de ayuda social o hizo ese tipo de cosas, yo digo: "Qué bien, pero quiero ver la macroeconomía". Tengo entendido que España es el país más endeudado de Europa, que no es productiva a gran escala… Quisiera ver la macroeconomía. Como te decía: no se trata sólo de repartir, sino de equilibrar. Ahora bien, no le puedo criticar a Sánchez haber devastado la economía de España. Aunque tiene discursos parecidos al kirchnerismo a veces, no le puedo adjudicar el fracaso tremendo de aquí. En el caso de la derecha, del centro-derecha español, me impacta que se deje correr, que no le interese la cultura… que pierda en esos territorios que son tan sensibles. Y te puedo decir poco más. Sí creo que España, cuando perdió el modelo creado en la Transición, empezó a perder, lentamente, todo. Es muy delicado el sistema de partidos políticos. Cuando se modifica gravemente, se modifica la democracia y también la economía. Muchos españoles, como muchos europeos, en general, son la verificación de que la prosperidad estupidiza (risas). La prosperidad no sólo te hace ser más inteligente: te puede hacer frívolo. Te puede hacer pijo. Todo esto de lo políticamente correcto, este rizar el rizo general, es un ejemplo de ello.
P: Pasemos al cuestionario general: plagiando a Pilatos, ¿qué es la verdad?
R: Es muy interesante esa pregunta. Uno de los problemas de estos tiempos es que la verdad es discutible, es subjetiva. Por lo tanto, es muy difícil ponerse de acuerdo en la democracia. Cuando decís: "Esto es rojo". Para unos es rojo, pero para otros es verde. La creación de subjetividades está por encima de creación de verdades. Esto es muy inquietante. Y esto se combina con algo que ocurre en las redes sociales y que no había pasado nunca en la Historia de la Humanidad. Por ejemplo: el otro día, yo criticaba a un candidato, diputado nacional de la oposición, y di todas las razones de por qué lo criticaba. Una votante y oyente mía tuiteó: "Sí, escuché tus razones, pero yo ya tomé posición". Fijate: "Ya tomé posición". Vos imaginate una persona que se levanta cada mañana, que tiene 300 seguidores de Twitter, y que dice: "Raymond Chandler fue el mejor escritor del siglo XX". Y empezás a decirle: "No, fue Hemingway, fue Proust, fue Joyce…". Y esa persona se siente vulnerada, se siente que cometió una estupidez, y redobla la apuesta: "¿Hemingway? Era un borracho, y vos sos tal, tal y tal…". Uno se enroca en una idea narcisista, dice algo, cree que lo está diciendo para el mundo y que quedó labrado para siempre, y que si retrocede de esa opinión, lo van a tomar por estúpido. Por tanto, es una escalada de narcisismo que vulnera mucho la verdad. Y, a gran escala, es la primera vez que ocurre en la Historia de la Humanidad.
P: ¿Sabe de la existencia de alguna verdad absoluta?
R: No. Tomemos la convención de la ciencia. Por ejemplo: la medicina. Te puedo decir tres o cuatro cosas, o doscientas, seguridades absolutas de la medicina de hace cuarenta años que hoy se descubrió que no eran ciertas, y salieron de las grandes academias de la medicina. Soy positivista. Al final, la verdad es una utopía. Pero actuamos por aproximación. Por aproximación razonable. Además, muchas veces, la verdad tiene que ver acuerdos que tenemos sobre ella. Tenemos acuerdos sociales momentáneos sobre la verdad. Por ejemplo: vamos a jugar al fútbol. Y decimos: "Estos son los laterales, no se puede jugar con la mano", etcétera. Son convenciones.
P: Sí que hay una verdad absoluta: que vamos a morir.
R: Es una verdad irrefutable y absoluta. Por más que se extienda la vida.
P: Una verdad que, en nuestros días, provoca más urticaria que nunca.
R: Sí. Y es intolerable. El hombre se volvió muy narcisista cuando, en realidad, el hombre forma parte de la naturaleza y, como decía Borges, morir es algo que le suele suceder a la gente (risas). Creo que vivimos y escuchamos como una letanía. Vos no la escuchás, que sos más joven, pero yo sí, y es un tic tac. Ese sonido te está diciendo: "El tiempo se acaba". Se acaba para muchas cosas. Y cada vez es más doloroso que se acabe, porque uno ama la vida. Uno quisiera que no hubiera más tic tac. Como decía Woody Allen: "La vida no es buena, pero la alternativa es peor". (Risas)
P: ¿Cotiza en la Argentina peor la verdad que la mentira?
R: No, cotiza mucho la mentira. Hay una frase romántica, bastante irónica, que dice: "Mentime que me gusta". Muchos argentinos quieren que les mientan. Mirá: el déficit fiscal es querer vivir en una gran mentira. Cuando vos tenés el 7% de déficit fiscal… Es decir, en una casa vos vivís muy por encima de tus posibilidades, endeudándote y haciendo todo tipo de desmanes, es para mantener la idea de normalidad. "Yo gano mucho y gano así, tengo coches, esto, lo otro…". Pero no es cierto. Creo que el déficit fiscal es una forma de medir la gran mentira que se cuenta a sí misma una sociedad. Me refiero en sociedades más pobres: una cosa es que tenga déficit fiscal EEUU y otra que lo tenga la Argentina. Pero sí, nos gusta la mentira, nos gusta que nos mientan. Nos gustan los líderes mesiánicos. Nos gusta creer que somos un país rico, y no lo somos, en el fondo. Nos hemos contado una serie de mentiras a nosotros mismos muy confortables, pero muy letales, que nos trajeron a esta derrota. La verdad cruda no la queremos. Por ejemplo: el peronismo. En Buenos Aires hay seminarios continuos de por qué la democracia es insuficiente y no hay logrado la equidad y qué sé yo… Mientras, no hay uno solo sobre el peronismo. Acá hay una anomalía que se llama Movimiento Nacional Justicialista, que fue creado en 1945 y que permanece absolutamente vigente, domina todo y nos fue desastrosamente. Pero si llego a hacer una serie de seminarios sobre esto, parecería una herejía no ya a los peronistas, sino a la clase media en general, a los intelectuales… No queremos ver el fondo de la cuestión. Estamos colonizados. El adoctrinamiento en las escuelas es muy intenso. Queremos vivir una vida de mentira, y la vida de mentira nos trajo hasta acá. ¿Queremos ahora la verdad? Tengo mis dudas.
P: Leonard Cohen, en "Everybody Knows": "Todo el mundo sabe que el barco se está hundiendo, / todo el mundo sabe que el capitán mintió". En primer lugar, ¿el barco se está hundiendo?
R: Sí. Y el capitán nos mintió. A lo mejor, hay una parte de la gente que no lo quiere ver y que está bailando sobre cubierta, digamos. El propio ministro de Economía y actual candidato del peronismo, Massa, dice en privado: "Yo soy el fontanero del Titanic". ¡Es la descripción que hace de sí mismo! ¡Y como si el fontanero no tuviera nada que ver!
P: ¿La verdad libera?
R: Sí, sí. Por muy dolorosa que sea.
P: ¿Se ha prostituido el significado del significante "libertad"?
R: Sí. El significante "libertad" se utiliza a derecha, a izquierda… Estaba en el Gran Rex, en Buenos Aires. En un concierto, no sé si de Diego el Cigala. Cantó una canción de Atahualpa Yupanqui y mencionó la palabra "libertad". Todo el mundo aplaudió. Yo me preguntaba: "¿Qué aplauden?". Si hubiéramos hecho una encuesta, seguramente, la palabra "libertad", para algunos, era la libertad frente a las viejas tiranías; para otros, la libertad frente al Estado; para otros, frente a los populistas… La palabra "libertad" tiene múltiples usos y significados. Grandes tiranos utilizan la palabra "libertad". O la palabra "democracia". Son palabra que molan, dirían ustedes.
P: ¿La libertad da vértigo?
R: No creo en la libertad absoluta. Y que hay reglas en la libertad. La democracia, por ejemplo, es una regla. El anarcocapitalismo, finalmente, no cree en las instituciones del liberalismo político de todos los tiempos. Tiene que haber reglas, tiene que haber una corte de justicia, una policía… Tiene que haber reglas. La libertad total es la anarquía, y no creo que el Estado deba desaparecer. En Argentina hay como dos almas. No hay centro derecha o centro izquierda. Hay dos almas, como las dos Españas. Hay un alma cosmopolita, que cree mucho en el mercado, y otra endogámica, que cree en el Estado, que desconfía del mercado y del mundo. Estas dos almas son necesarias en un bipartidismo: un poco de mercado está bien, un poco de Estado también… Es decir, equilibrás las cosas. Una parte de España no puede dominar a la otra. Igualmente, en Argentina, no puede una parte, como quiso Cristina Kirchner, imponer por sometimiento al otro todo. Creo en esa democracia en la que las dos almas están en el mismo país. Cuando un alma queda fuera… En Venezuela, un alma quedó fuera. Siete millones de personas quedaron fuera.
P: Y, para finalizar, ¿usted ha hecho, dicho o escrito siempre lo que ha querido?
R: En literatura, no siempre he podido escribir lo que quería. He tenido que mantener a una familia, he tenido que trabajar… Me hubiera gustado dedicarme exclusivamente a la literatura toda la vida. Incluso a la literatura periodística. Pero no fue posible. No por razones de censura, sino por razones operativas. En el caso del periodismo, trabajamos en medios de comunicación que son empresas. A mí me dan libertad absoluta. En La Nación, por ejemplo, tengo libertad absoluta para escribir lo que sea. Se enteran el sábado a la tarde de lo que voy a escribir. Cuando el artículo ya está escrito. También uno sabe que hay cosas que no puede hacer por cuestiones, diría, racionales. Tratás de no extremar todo. Escribo con una enorme libertad sin miedo a que mi propia audiencia me castigue. La audiencia es severa y condicionante que los dueños de los medios.

