
Isabel Pisano se ha marchado de este mundo a los 81 años después de haber vivido una apasionante existencia como actriz, periodista, enviada especial a conflictos armados, escritora, quien estuvo casada con Waldo de los Ríos y mantuvo relaciones con otros hombres, entre ellos, durante un año, fue amante del líder palestino Yasir Arafat, del que escribió una minuciosa biografía.
Conocí a esta mujer uruguaya, nacida en Montevideo el 9 de julio de 1944, breve de estatura, con unas voluminosas tetas, que se comportaba en público con aire exuberante. Ya en su madurez me confesó estar arrepentida de haber expuesto su belleza para destacar en el cine y en la vida social. Confesión sincera de quien era muy inteligente, culta y excelente escritora, aunque se la conociera públicamente por su frívolo comportamiento.
El amor con Waldo de los Ríos
Se casó con el argentino Waldo de los Ríos en Gibraltar en 1970, después de una larga convivencia, aunque aquella boda careció de validez al no ser refrendada en España legalmente, un caso similar al de Ana Belén y Víctor Manuel. En total, fueron diecisiete los años en los que estuvieron juntos. Al principio las pasaron canutas desde el punto de vista económico, malviviendo en Madrid en pensiones de baja estofa. Pero el genio de Waldo se impuso en la vida de la pareja, y llegó a disfrutar de un patrimonio millonario gracias a sus extraordinarios trabajos como arreglista y compositor.
La mayor popularidad, unida a ingresos muy elevados, sobre todo en dólares, fue lograda por Waldo de los Ríos cuando en combinación con Rafael Trabuchelli, gran músico y editor de la casa Hispavox que le había proporcionado trabajo en esa discográfica , realizó una heterodoxa adaptación del cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven "Oda a la Alegría". La versión escandalizó a los puristas de la música clásica dado que se utilizaron en ella instrumentos más habituales al género pop, como baterías y otros elementos de percusión. Tanto la versión instrumental como la que posibilitó cantando Miguel Ríos llegar a las listas norteamericanas de éxitos, y de medio mundo, significaron para Waldo un reconocimiento internacional. Y críticas adversas, también.
Con esa fama conseguida, el matrimonio Waldo e Isabel Pisano disfrutó de una holgada situación económica. Ella trataba sobre todo de destacar como actriz. Había intervenido entre otras películas en la argentina "Boquitas pintadas", de Leopoldo Torre Nilsson, "Pampa salvaje", de Hugo Fregonese, con un decadente Robert Taylor encabezando el reparto, como también en "Bilbao", que fue su mejor papel en la pantalla, a las órdenes del siempre provocador Bigas Luna.
Isabel y Waldo iban a menudo a Roma. Un amigo común les presentó a Federico Fellini. Éste, admiraba el talento musical del argentino, al tiempo que le deslumbraba el busto de la Pisano. Trató ésta de que el director de "La dolce vita" la incluyera en alguna de sus películas. Tan pesada se puso que Federico claudicó, disponiendo un breve papel para ella en "Casanova". Cuando se estrenó este filme, a poco a Isabel le da un patatús: Fellini había eliminado la intervención de la uruguaya, no porque lo hiciera mal, sino dado el excesivo metraje de la película, que hubo de concluir prescindiendo de bastantes secuencias.
De actriz a escritora y cronista de guerra
Isabel Pisano fue una mujer interesante entre otras facetas de su vida, como la literaria. Publicó varios libros, uno de ellos "Amar un maldito", que me regaló con una generosa dedicatoria, "… siempre en deuda contigo", en 1989. Lo escribió a la memoria de su marido, ya fallecido. Escribía estupendamente, no como una vulgar aficionada. Pura literatura, con retazos poéticos. También con descarnadas vivencias, relatando cómo fue violada, o de qué manera conoció la problemática de las prostitutas, en un libro titulado "Yo, puta", del que más adelante firmó un guion para ser llevado a la pantalla. Pero destacó más como cronista de guerra, ya que enviada especial de varias publicaciones, a las guerras del Líbano, Chad, Irak, Bosnia y Somalia, conoció de cerca los conflictos permanentes de Oriente Medio.
Aquellos trabajos la alejaban de su hogar madrileño, un lujoso chalé sito en la urbanización exclusiva del Parque Conde de Orgaz, al que bautizaron como "El Olivo". Mientras Waldo de los Ríos seguía inmerso en su producción musical, en creaciones propias o como arreglista de discos grabados por los más conocidos cantantes del momento, Raphael entre ellos, Isabel Pisano proseguía su estancia en Italia. Viviendo en Roma, frecuentaba los estudios cinematográficos de Cinecittá, entrevistando a las estrellas del cine italiano: Mastroianni, Sordi, Claudia Cardinale… Reunió aquellos trabajos en un libro, "Appuntamento con el cinema italiano". En Italia, Isabel Pisano se codeaba con lo más florido del mundillo cinematográfico. No le importó aparecer desnuda en la edición italiana de la revista "Playboy".
El romance secreto con Yasir Arafat
Contado lo anterior, Isabel Pisano ya tenía ganada una cierta reputación periodística en Italia, más que en España. No sólo entrevistó a esos divos de la pantalla, sino a personajes destacados de la política internacional, caso de Muammar el Ghadadi, de igual modo que investigó cuanto hubo de interés en el asesinato de Aldo Moro. Y en ese terreno, en 1990, asistió a una conferencia de prensa celebrada en Bagdad con el líder de la OLP, que presidió la Autoridad Nacional Palestina, Yasir Arafat. Consiguió que le concediera una entrevista exclusiva. De la que brotó una simpatía mutua, traducida luego en apasionado capítulo amoroso. Un año convivieron aunque no en un hogar determinado, pues Arafat cambiaba continuamente de residencia pues estaba amenazado de muerte por Israel. Isabel terminó publicando la biografía del líder palestino.
Lo llamaba por su nombre familiar, Abur Amar. Sobre él escribió que era muy pasional, celoso, romántico, con gran sentido del humor. Acerca de las costumbres de Arafat: se pasaba las noches levantado y recibía a la gente que quería en las madrugadas. Era moderado en la alimentación, no bebía, mas muy goloso, lo que alentaba ella comprándole dulces exquisitos en Roma. También le regalaba jerseys de firmas italianas, Armani, Valentino, que él besaba, agradeciéndoselo. Descendía, según Pisano, por parte de madre, del mismísimo profeta Mahoma, de una familia rica.
Arafat le confesó a Isabel Pisano que le recordaba a un antiguo amor, llamada Nada, a la que los servicios secretos israelíes mataron a balazos, a punto también de hacerlo con él, quien salvó la vida milagrosamente. Tuvo el líder palestino muchas mujeres, y él hubiera querido conocer a Isabel Perón, según ella misma le confió a su homónima Pisano.
Era muy complicada aquella relación amorosa de Isabel con Arafat y al año de haber mantenido su ardor sentimental él la dejó por una opulenta rubia, de nombre Suha Tawil.
Nunca Isabel Pisano olvidaría a Yasir Arafat, quien murió en extrañas circunstancias en 2004 en la localidad francesa de Clamart. No le hicieron la autopsia y se especuló con que pudo haber sido envenenado.
Amor libre y turbulencias con Waldo
Alternaba Isabel Pisano su vida en la capital italiana con frecuentes viajes a Madrid para reunirse con su esposo. Waldo no estaba preocupado por las aventuras extraconyugales de su esposa. También él frecuentaba la noche madrileña, preferentemente en locales donde la clientela era homosexual. No tuvo inconveniente el gran músico en confesarle a Isabel que tenía un amigo especial. Se lo presentó. Y parece ser se metieron entre las sábanas para practicar eso que los franceses llaman "mènage á trois".
El 7 de febrero de 1977, Isabel Pisano llamó por teléfono a Waldo desde su apartamento romano. Era la una de la tarde. Él llevaba una temporada deprimido. En buena parte porque se sometió a un severo régimen de adelgazamiento. Se despidieron cariñosamente. Nada especial, al otro lado del hilo telefónico, advirtió ella en la voz de su esposo. Unas horas más tarde, Waldo de los Ríos se disparaba un tiro con una escopeta de caza, según la versión oficial. Falleció en el acto. Informada Isabel, voló a Madrid en las siguientes horas del óbito. Nunca admitió que Waldo de los Ríos se suicidara.
A manos de Isabel Pisano fue una cuantiosa herencia millonaria. Que fue dilapidando, hasta verse en la necesidad de malvender su valioso chalé. Y ya medio arruinada, recurrió a su presencia en programas de televisión y a concursar en la quinta edición de Gran Hermano Vip, con el fin de recaudar algún dinero para sobrevivir. Y así se mantuvo un tiempo hasta que su memoria fue presa del olvido, enferma de Alzhéimer, recluida en una residencia madrileña de Majadahonda, donde ahora le ha llegado su final, sin acordarse de ninguna de cuantas apasionantes aventuras vivió.



