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Iñaki Arteta

Agustín Ibarrola. Artista indomable

Recuerdo cuando visité la inauguración de su nuevo estudio, una ampliación del caserío en el que vivía. Conocerle fue admirarle y quererle a la vez.

Recuerdo cuando visité la inauguración de su nuevo estudio, una ampliación del caserío en el que vivía. Conocerle fue admirarle y quererle a la vez.
Agustín Ibarrola | Cartel de Iñaki Arteta

Bajo la apariencia de un hombre mayor (siempre lo pareció, hasta en sus fotografías de jovencito), frágil, sosegado y bonachón, se descubría a una persona vigorosa y creativamente hiperactiva por una parte y a un ciudadano profundamente rebelde y siempre con causa, por la otra.

En la dictadura se situó junto a los que defendían las libertades y en democracia también encontró una causa noble que defender, la más comprometida. En España, especialmente en el País Vasco, no ha habido colectivo más zarandeado que el de las víctimas que iba dejando en la cuneta el terrorismo ultranacionalista de ETA. Pues en su defensa, con toda su carga de solidaridad disponible para la causa, allí se encontraba Agustín, junto a quienes, desde la primera fila, arriesgaron su seguridad personal frente al terrorismo.

Él no terminó con la dictadura, pero, junto con otros pocos como él, alisó el camino hacia la democracia.

Tampoco terminó con ETA como hubiera soñado, pero colaboró a visibilizar la resistencia posible a la imposición nacionalista, manteniendo vivo el fuego del inconformismo que debe ser recogido por siguientes generaciones.

Conocí su obra de joven, sus traviesas, el bosque. Recuerdo cuando trabajando de fotógrafo visité la inauguración de su nuevo estudio, una ampliación del caserío en el que vivía. Diez años después, cuando le conocí personalmente para entrevistarle para mi docu Sin Libertad, aquel espacio estaba salpicado de pintura de todos los colores, repleto de cuadros grandes, bocetos de todo tipo, maquetas de esculturas,… reflejo del interior de una cabeza enmarañada de ideas como corresponde a la de un artista incansable. A partir de aquel momento, conocerle fue admirarle y quererle a la vez. Un honor y un gusto que se completaba con el de tratar con su inseparable y extraordinaria mujer, Mari Luz. Fue la mitad de él y juntos más del triple. Amor y compenetración durante toda su existencia.

Relejé todo el cariño que me merecía su biografía y su persona en un documental que titulé Agustín Ibarrola. Artista indomable, mi visión a través de las conversaciones que grabamos a lo largo de veinte años.

Él se va, como los grandes artistas, legándonos su original trabajo creativo. Tardaremos en conocer su inmensa obra. Se va también, dejándonos la certeza de que nadie comprometido con los demás puede no sentirse profundamente feliz, le ocurra lo que le ocurra debido a ese compromiso.

La tierra le será leve.

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