En 1993 el experto en marketing Régis Hauser y el artista Michel Becker crearon un juego que ha mantenido en vilo a miles de franceses con un enigma que ha sido descifrado esta semana.
Todo comenzó cuando Max Valentín (el pseudónimo de Régis Hauser) enterró una estatua de hierro de una lechuza en Francia, siendo la réplica de una escultura de oro, plata y diamantes, a la vez que publicaron el libro Tras la pista de la lechuza de oro con las claves para su búsqueda que ha durado más de tres décadas.
Hauser era el único que sabia dónde estaba escondida la lechuza pero falleció en 2009 y Becker (quien la diseñó) tuvo que enfrentarse con los herederos del juego para hacerse con la solución del enigma. Finalmente consiguió la ubicación de donde estaba enterrada. Comprobó que era real y la sustituyó por una de bronce.
A partir de ese momento, alrededor de 200.000 personas, investigadores y curiosos trataron de encontrar la escultura. Bajo las reglas del juego, quien encontrase la réplica sería recompensado con la lechuza original, cuyo valor hoy día, según un documental de Canal+ dedicado al juego, es cerca de 150.000 euros.
"Confirmamos que la réplica de la Lechuza de Oro fue desenterrada durante la noche", escribió Michel Becker en la web oficial del juego de la lechuza de oro, aunque no el lugar donde estaba enterrada.
Los 31 años de búsqueda y colaboración han dado para mucho. La ilusión y también el fracaso e incluso las discusiones legales que ha acarreado, hacen para sus seguidores una aventura y una gran historia que ha unido a la gente.