
Un fiscal recién salido de la promoción, un pueblo recóndito donde la corrupción campa a sus anchas y una cultura homófoba son los condimentos de Burning Days. La acción nos sitúa en un pueblo recóndito de Turquía llamado Yaniklar, lugar donde acaba de ser destinado el joven y recto fiscal Emre (Selahattin Paşali).
La bienvenida al pueblo no puede ser más desafortunada, los hombres del pueblo recorren las calles arrastrando un jabalí que acaban de cazar mientras disparan al aire. Entre los organizadores de "son nuestras costumbres" está el hijo del alcalde en funciones, están en plena campaña electoral. Con esa frase se justifican los cabecillas de ese evento, el ya citado vástago del regidor y el dentista del pueblo.
La trama de Burning Days se va complicando conforme aparecen nuevos personajes y variantes. La tercera persona a la que conoce el fiscal es Murat (Ekin Koç), periodista propietario del periódico de la oposición y al que todos en el pueblo se empeñan en crearle un pasado un tanto oscuro, tanto con mujeres como con hombres. Recordemos que la homosexualidad es cada vez más perseguida en la Turquía de Erdogan.
El ayuntamiento mantiene un litigio con la Justicia a cuenta de unas obras para llevar agua al municipio que sufre sequía. El todavía alcalde intenta limar asperezas con el nuevo fiscal invitándolo a cenar a su casa. Sin embargo, tras exponer "casualmente" su punto de vista sobre la peligrosidad o no de las obras se ausenta tras recibir una llamada. Y aquí empieza el calvario del joven funcionario.
El fiscal se queda solo con el hijo del alcalde en una cena que es regada con abundante raki, licor típico de Turquía. Al final de la misma se suma el dentista mientras el raki sigue corriendo y el fiscal empieza a sufrir sus efectos. De las últimas cosas que recuerda antes de caer inconsciente es de la llegada de una joven gitana con problemas mentales, Pekmez (Eylül Ersöz), para "alegrar" la fiesta.
A la mañana siguiente el fiscal despierta semidesnudo en su cama con marcas en el cuello y no recuerda cómo llegó a su casa. El motivo es que fue drogado. Pero el fiscal no tiene tiempo de recuperarse de la resaca, lo despierta una llamada telefónica, la joven gitana ha aparecido violada y golpeada.
Burning Days, que ha tenido su estreno en España en el marco del Festival de Cine Europeo de Sevilla en la sección EFA (Selección European Film Academy) tras pasar por Cannes es un enrevesado thriller en el que el espectador tendrá que reconstruir junto al fiscal – que va recordando a modo de flashazos conforme investiga – la verdad de lo sucedido. En esa tarea será "ayudado" por el periodista, siempre con la duda de si lo está manipulando y mientras crecen los rumores en el pueblo de que ambos mantienen "relaciones prohibidas y degeneradas".
En definitiva, Burning Days es un buen thriller que sirve además para que su director, Emin Alper, denuncie situaciones que ocurren en Turquía. Muy significativo es el hecho de que sólo haya un personaje femenino en toda la película, la jueza. El personaje de la joven gitana realmente no tiene ni una sola frase, sirve sólo como origen del conflicto.

