
Una familia buena que se enrosca en otra familia. Y así durante cuatro décadas. Al calor de "la amistad y los amigos" transcurrió el homenaje a José Luis Garci en la Fundación Telefónica por los 40 años de su Oscar por Volver a empezar. Un aire familiar que emana de la humildad de Garci, que sigue insistiendo en que todo esto se debe a que le ha "tocado el Gordo muchas veces".
Una visión óptima de un entorno ácido, una candidez que nace como respuesta a un entorno no siempre favorable. Él escoge la vía de la felicidad, asegurando que solo ha tenido "mucha suerte en un país que se las trae". Enterrado en homenajes a sus 79 años, y aparentando casi 20 menos a poco que el director de fotografía ponga de su parte, Garci se refiere sin nombrarlo al sangrante editorial de El País al día siguiente de ganar el Oscar.
"Prepárate porque tú no eras el hombre indicado, querían otro como más progre", recuerda que le dijeron. Pero a Garci le preocupaba más desmentir el verdadero rumor de la ceremonia del 83: "Yo no tropecé nunca. No sé por qué se creyó que había tropezado". El tropezón es literal y no figurado. Porque él, a su bola, sigue manteniendo que en esta vida se puede "ser del Madrid y del Atleti".
Luis Herrero, uno de esos amigos congregados para la ocasión, convierte un comentario futbolístico en otra clase de símil: "Él dijo que es del Atleti porque estaba hasta el gorro de una España en blanco y negro". Abundó en su especial talento para la escritura e iluminó la relación de Garci, el mayor divulgador cinematográfico de nuestro país, con los medios de comunicación: es un ser "omnívoro" que "brilla a la misma altura en prensa escrita, radio y televisión. Es el mayor narrador oral que conozco, es como Sherezade".
Arturo Pérez Reverte no cabalga con los cowboys, pero no parece demasiado alejado de esa filosofía. "Has visto cine bueno, cine malo, y nos lo has sabido contar. Muchos amamos el cine por las claves que has ido deslizando, el cine que nos has ido contando".
Herrero lo definió como un "bisílabo que no sabe que sus aficiones son bisílabas. Cine, futbol, radio, noche, libro, copas, mujer, charla, púgil, Oscar. Le gusta la vi-da". De Garci "se puede convertir en libro lo que dice en la radio sin tocar una coma", pero no le esperen en redes sociales, entre otras cosas "porque tendríamos que explicarle lo que son". Les habíamos dicho que esto estaba lleno de amigos, ¿no?
Él sabe y lo matiza. "Donde me siento más seguro es en la radio. Es mi infancia. Radio Madrid, la Cadena Ser antes de Polanco. Eso sí era la radio de España. Uno de los grandes momentos de los cowboys fue gracias a Martín Ferrand, y empecé a hacer Asignaturas pendientes. La radio para mí es algo propio", resumió.
Veamos, llevamos cine, medios de comunicación, deporte… y vi-da. ¿Pero qué es realmente Garci? "Aparte de un cineasta es un escritor de autentica talla. Umbral lo dijo. Empezó de guionista para otros directores, una buena palestra, y luego hizo un quiebro y se dedicó a algo que es la literatura de género, la de ciencia ficción, y columnista de periódico", dijo Luis Alberto de Cuenca, otro criado en los programas dobles de la posguerra, cuando la alta y la baja cultura convivían sin prejuicios como vasos comunicantes, e igualmente omnívoro.
En el horizonte de Garci hay más homenajes. Para empezar, una exposición que promete adornar el panorama cultural madrileño y para la que está rebuscando en su baúl de los recuerdos -y el de todos aquellos amigos a los que ha regalado su museo personal- y un buen puñado de entrevistas que a él mismo le sorprende que existan. "Creo que mi tiempo ha pasado", deslizó en algún momento dado para deleite de la audiencia, no sabemos si de nuevo real o figuradamente, aludiendo a que consumió todos sus minutos como orador. Luis Alberto de Cuenca hizo caso omiso de su amigo y subrayó la estratégica coincidencia de fechas del homenaje, que tuvo lugar el mismo día que ese dichoso Oscar que sorprendió a tantos. La línea temporal es tan implacable y misteriosa como un relato de su amado Ray Bradbury.
Otra cosa que tiene que ver con el tiempo es el boxeo, "pegar y que no te peguen". "El fútbol es algo que me une con la infancia. Son los cromos, ir con tu padre de la mano… que también me llevaba de la mano al boxeo. Menos mal que Ayuso ha autorizado que los chicos puedan ir al boxeo. Ir de la mano no es nada malo. Joyce Carrol Oates iba al Garden con su padre y yo nunca he visto una bronca en una velada de boxeo".
Tan omnívoro fue el acto que en el homenaje a Volver a empezar tardó en hablarse de Volver a empezar. Sí se trató lo mucho que a Garci le gustan las listas -"nos ha contagiado y estamos haciéndolas continuamente", enunció Luis Alberto-. Se habló de John Ford, de Billy Wilder, y se habló de literatura. Porque eso es lo que es Garci, un escritor. "Las películas de Garci son también literatura, dándole la vuelta a la frase. Como escritor que soy me fascina su cine porque también es escritura, y es fascinante. Es una fusión", dijo Luis Alberto.
Herrero, quizá como propietario del rancho de cowboys, aprovechó para honrar a Sánchez Dragó, otro independiente que tenía que haber estado pero ahora cabalga en nuevas llanuras. Lo hizo por su vitalidad y porque los dos comparten otra virtud: "Algunas personas están supeditadas a la subconsciencia. No les importa lo que los demás piensen". Chema Alonso, informático, hacker y miembro de Telefónica, el periodista Joseba Larrañaga y Eduardo Torres Dulce recordaron su pasado en el atletismo. El último cowboy trató de figurarse cómo, en el mundo de Garci, "todo nace en la infancia".
Finalmente queda el Oscar, ese mismo con el que pudo dormir el productor Enrique Herreros, presente en el acto y merecedor de un sonoro aplauso. Garci pidió el mayor de todos los laureles para él, demostrando esa humildad que todos le atribuyen. "Me siento un poco como un impostor. No queda nadie, solo Enrique y el equipo de montaje y yo. Pero los que hicieron esa película eran maravillosos. Me dijo Robert Wise que si hubieran podido nominar las interpretaciones José Bódalo habría ganado", dijo, pensando de nuevo en los demás antes que en él.

