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'Las cuatro hijas', el documental nominado al Oscar que sabe contar el drama del ISIS

Las cuatro hijas, nominado al Oscar como mejor documental, se estrenó en cines el 9 de febrero.

Las cuatro hijas, nominado al Oscar como mejor documental, se estrenó en cines el 9 de febrero.
Las cuatro hijas. | Caramel Films

Como un cuento de hadas que se torna pesadilla, el de la Primavera Árabe en Túnez, el primer documental del director de ficción Kaouther Ben Hania (El hombre que vendió su piel) adopta sin cortapisas recursos de la fábula para, a su vez, ofrecer un relato que ahonda en la política y la historia reciente de un país desde un clima de absoluta intimidad familiar.

La historia de Olfa y sus cuatro hijas, y lo que sucedió con dos de ellas, no deriva en un documental de bustos parlantes sino en un mosaico de cierta complejidad en el que un grupo de actores interpreta estampas reales de la vida familiar con la madre y dos de las hijas, las más "occidentalizadas", dirigiendo la escena.

Nominado al Oscar como mejor documental, Las cuatro hijas resulta así en un relato vivo y complejo que abraza la representación sin diluir la realidad. Las dos hijas menores, aquellas que no desaparecieron, dialogan, preguntan y juegan con las dos hermanas que en realidad no están, y lo hacen en un escenario con un interesante tratamiento del color, el espacio y la música.

La película de Kaouther Ben Hania va creando poco a poco un conjunto de experiencias -las de una familia común, a pesar de retazos de terrible incomodidad- que van conformando también un retrato cultural, donde caben las obsesiones de la madre Olfa, el carácter de las niñas pero también el legado cultural de generaciones de tunecinos, y en la que el drama y lo político pueden mezclarse con el esparcimiento y la comedia. Una vez el espectador se aclara tras el confuso comienzo, las emociones pueden aflorar en cualquier momento.

De alguna manera, y pese a mostrarse exigente con el espectador, la notable película acaba siendo un mecanismo liberador que funciona ante nuestros ojos, porque vemos las reacciones verdaderas de alegría y tristeza de sus protagonistas reales ante una ausencia de la que, poco a poco, averiguaremos su verdadera naturaleza. También resulta en una original forma de contar la historia de un país sin resultar lacrimógeno u obvio, y con una serie de elipsis ciertamente terroríficas sobre el ISIS que resultan doblemente terribles, en primer lugar porque se alejan de los relatos oficiales por, precisamente, adoptar ese punto de vista familiar, y en segundo por presentarse como el elemento más nocivo de la historia desde los márgenes.

El haber accedido a la intimidad de tres mujeres normales pero extraordinarias, a sus relaciones reales al margen de eslóganes políticamente correctos, deriva en un documental contado de manera original y comprensiblemente premiado en Cannes.

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