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Historia real sobre cómo la izquierda francesa consiguió que se repitiera el juicio a un comunista que acusaba a la Policía y testigos de racistas.

'El caso Goldman', un comunista de extrema izquierda acusado de asesinato

Historia real sobre cómo la izquierda francesa consiguió que se repitiera el juicio a un comunista que acusaba a la Policía y testigos de racistas.

En 1969, Pierre Goldman, es acusado de cuatro robos, uno de ellos con dos víctimas mortales en una farmacia. Él siempre reconoció los tres primeros atracos pero defendió su inocencia en el caso de los asesinatos. Fue condenado y en la cárcel publicó un libro, toda la izquierda francesa salió en su defensa consiguiendo repetir el juicio del caso del robo a la farmacia con víctimas mortales.

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Esta historia real es llevada al cine en El caso Goldman que narra la repetición del juicio. En el proceso judicial asistiremos al retrato del acusado, hijo de judíos polacos comunistas, su madre siempre se mantuvo fiel a la URSS "pese a los Gulags y Stalin". La película comienza con Goldman queriendo despedir a su abogado pocos días antes de empezar el juicio. Goldman (Arieh Worthalter) y su joven abogado Georges Kiejman (Arthur Harari) son judíos polacos, proceden de familias humildes y tienen un pasado trágico. Aunque han vivido experiencias prácticamente idénticas, sus destinos no pueden ser más opuestos.

Goldman no se conformaba con el activismo de extrema izquierda, quería ir más allá, apoyaba la vía violenta. Por ello viajó a Cuba y terminó luchando en Venezuela en las filas de una organización armada. De vuelta a París quería seguir llevando un alto nivel de vida, pero no trabajar. Por eso comenzó a delinquir. En el último robo hubo dos muertos, lo único que el acusado negaba haber cometido. Goldman acusaba a toda la Polícia y todos y cada uno de los testigos de racistas, que sólo eso les había llevado a acusarle.

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El caso Goldman es una interesante película, que hay que tomar con cierta distancia y saber que algunos personajes están presentados de una forma demasiado maniquea. El director, Cédric Kahn, asegura que para escribir el guion, que hizo junto a Nathalie Hertzberg, se construyó sobre una "exhaustiva investigación del caso, que fue reconstruido día a día gracias a los artículos de la época en la prensa".

A Kahn le interesaba la "oposición simétrica" entre abogado defensor y acusado. "La fascinación que sienten el uno por el otro, atravesada por la rivalidad y la culpa. Por un lado Kiejman, el brillante abogado parisino que triunfa allí donde va; del otro, Goldman, el idealista errante que ha fracasado en su intento por tener una vida heroica, arrastrado por sus propios demonios".

La práctica totalidad de El caso Goldman se desarrolla en el interior de la sala del tribunal en el que se está celebrando el juicio. El director no ha querido interrumpir las sesiones judiciales con flashbacks o escenas privadas entre abogado y defendido. A Kahn hay que reconocerle el haber conseguido sentar al espectador dentro de la sala, asistir atónito a la personalidad irascible y tendente a la violencia del acusado y el bullicio que la extrema izquierda francesa supo meter en el tribunal para intentar influenciar en la nueva sentencia. Una película efectista que se enmarca en el subgénero de los dramas judiciales, en este caso a la francesa e inspirada en la vida real.

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